España avanza hacia la descarbonización del SNS: ¿por qué recomendar los inhaladores de polvo seco?

Sanidad ha publicado una guía de recomendaciones para la prescripción sostenible de inhaladores, un documento con el que se alinea con las recomendaciones de las agencias europeas

El secretario de Estado de Sanidad, Javier Padilla, y el responsable de Salud y Cambio Climático, Héctor Tejero, en la presentación de la guía sobre inhaladores (Foto. Sanidad)
El secretario de Estado de Sanidad, Javier Padilla, y el responsable de Salud y Cambio Climático, Héctor Tejero, en la presentación de la guía sobre inhaladores (Foto. Sanidad)

España continúa dando grandes pasos para la descarbonización del Sistema Nacional de Salud (SNS) con el foco puesto en uno de los elementos que impactan en la huella de carbono, los inhaladores presurizados. Estos dispositivos que salvan vidas y suponen el principal tratamiento para los pacientes con asma o enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) cuentan con un sistema conocido como la analgesia controlada por el paciente (el PCA), que emite entre 1.300 y 3.350 veces el CO2, lo que hace que la huella de carbono de este tipo de inhaladores pueda alcanzar hasta 36,5kg de CO2 por dispositivo, más de lo que emite un coche desde el Delta del Ebro hasta La Jonquera en la frontera con Francia.

Dada la situación, recientemente el Ministerio de Sanidad presentó la guía de recomendaciones para la prescripción sostenible de inhaladores, que llama a prescribir dispositivos más respetuosos con el medio ambiente, como los de polvo seco y los de niebla fina. Una recomendación que continúa la senda que en mayo del año pasado marcó la Comisión de Sanidad en el Congreso de los Diputados al aprobar, por unanimidad, la proposición no de ley (PNL) sobre la recomendación del uso de los inhaladores de polvo seco, siempre y cuando sea clínicamente posible.

Si cada semana cambiamos un inhalador de presurizado por uno de polvo seco, en 10 años habríamos ahorrado casi 4 millones de toneladas de CO2

Ambas iniciativas se alinean con la normativa europea, que recoge la prohibición de perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas o PFAS debido al alcance de la emisión de estas sustancias presentes en textiles, cuero, pieles en prendas de vestir y materiales sanitarios como los inhaladores. Asimismo, desde Europa recogen en el reglamento de 7 de febrero de 2024, sobre los gases fluorados de efecto invernadero, que la fabricación de inhaladores dosificadores para la administración de ingredientes farmacéuticos usa una proporción no desdeñable de todos los HFC que se consumen actualmente en la Unión. Los reguladores europeos recuerdan que existen “alternativas, como los inhaladores dosificadores que usan como propulsores gases fluorados de efecto invernadero con menor PCG, que han sido desarrolladas recientemente por la industria”.

Por eso, recogen en el reglamento un incentivo para que la industria siga avanzando hacia alternativas más limpias con el objetivo de reducir de forma completa su uso para 2030. “La cooperación entre la Comisión, las autoridades competentes de los Estados miembros y la Agencia Europea de Medicamentos debe facilitar un proceso sencillo de aprobación de los inhaladores dosificadores que usen gases fluorados de efecto invernadero de bajo PCG y alternativas a los gases fluorados de efecto invernadero, y de ese modo asegurar la transición hacia soluciones más limpias”, recoge el reglamento. Paso que, por ejemplo, ha dado este mes el Congreso de los Diputados en España al recomendar el uso de estos inhaladores más sostenibles siempre que sea clínicamente posible.

EL VALOR DE LOS INHALADORES DE POLVO SECO

Como señaló durante la rueda de prensa el secretario de Estado de Sanidad, Javier Padilla,  los de polvo seco tienen un impacto medioambiental mucho menor y, por ello, deberían ser la primera opción a la hora de prescribirlos. Al no tener propelentes, los gases que contribuyen al efecto invernadero, estos dispositivos presentan una huella de carbono de 10 a 30 veces más reducida, y en algunos casos hasta un 90% más reducida.

De hecho, algunos estudios han reflejado que si el 80% de los pMDI que utilizan los pacientes se cambiaran a DPI en el Reino Unido, Italia, Francia, Alemania y España supondría una disminución del 68% de la contaminación. Y en el caso concreto de España, la Alianza Por el Clima recoge que si cada semana cambiamos un inhalador de presurizado por uno de polvo seco, en 10 años habríamos ahorrado casi 4 millones de toneladas de CO2.

Estos inhaladores además no precisan coordinación de inspiración/pulsación, lo que, como señalaba la experta del Sergas, Beatriz Piñeiro, a este medio, “puede ser beneficiosos en su uso en los pacientes más mayores o los niños”. De ahí que, siempre que clínicamente sea posible y así lo determine un profesional sanitario en consonancia con el paciente y sus necesidades, Sanidad recomiende el uso de estos dispositivos de polvo seco. “Una materialización del intento de romper la pared entre lo que es mejor para el paciente, lo que es mejor para el sistema y lo que es mejor para el medio ambiente”, en palabras del responsable de Salud y Cambio Climático en el gabinete de la ministra de Sanidad, Héctor Tejero.

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