En el 2050 se ha de alcanzar la eliminación total de los gases fluorados en la Unión Europea (UE). Así lo recoge el Reglamento (UE) 2024/573 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 7 de febrero de 2024, sobre los gases fluorados de efecto invernadero, que establece para 2030 la reducción de las emisiones en dos tercios con respecto a los niveles de 2010. Una disminución centrada en mejorar la estanqueidad de los equipos, promover alternativas respetuosas con el medio ambiente y limitar las ventas de HFC en el mercado de la UE mediante su eliminación gradual para mediados de este siglo.
Entre 1990 y 2014, las emisiones de gases fluorados en la UE aumentaron en torno a un 70 % en general y representaron aproximadamente el 3 % de todas las emisiones de gases de efecto invernadero, según datos de la Agencia Europea de Medioambiente. Un crecimiento que se debió a la sustitución de hidroclorofluorocarbonos (HCFC), que agotan la capa de ozono, por HFC en el sector de la refrigeración, el aire acondicionado y las bombas de calor, así como al crecimiento general del sector. A partir de 2014 se ha conseguido reducir un 33% la cuota, pero todavía se emiten más de 50 millones de toneladas de CO2 equivalente con estos gases. Uno de los sectores en los que están presentes los HFC es el sanitario.
INHALADORES PRESURIZADOS Y HFC
Como señala el Reglamento, “la fabricación de inhaladores dosificadores para la administración de ingredientes farmacéuticos usa una proporción no desdeñable de todos los HFC que se consumen actualmente en la Unión”. La nueva regulación establece un marco más estricto que limita la cantidad de estos gases que pueden ser puestos en el mercado europeo, afectando directamente la producción y disponibilidad de inhaladores presurizados o de dosis medidas (pMDI).
España ha de reducir para 2027 un 15 % el uso de pMDI, que ahora suponen el 52 % del total de todos los inhaladores usados
Los inhaladores de rescate presurizados son tratamiento esenciales reconocidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS), especialmente para los niños. Estos dispositivos supusieron una “revolución del abordaje del asma infantil”, como señaló a ConSalud.es Antoni Sisó-Almirall, director de Investigación del CAPSBE, jefe del Grupo de Investigación Transversal en Atención Primaria del IDIBAPS, presidente de la Sociedad Catalana de Medicina Familiar y Comunitaria y participante en el estudio publicado en la revista de SEPAR. Gracias a ellos se ha mejorado el control de la enfermedad y reducido la medicación.
La nueva normativa europea garantiza una cuota completa de los inhaladores para el periodo de 2025 a 2026, y alcanzará la tasa de reducción completa de los demás sectores comprendidos en el sistema de cuotas únicamente en 2030. Si nos concentramos en España, nuestro país ha de reducir para 2027 un 15 % el uso de pMDI, que ahora suponen el 52 % del total de todos los inhaladores usados; para 2030 el 79% y para 2050 haber reducido de forma completa este tipo de inhaladores, siempre y cuando se salvaguarde la disponibilidad de los inhaladores presurizados al ser medicamentos esenciales para niños y población avanzada.
De esta forma, los inhaladores pMDI se mantendrán para la población pediátrica y la que clínicamente no pueda cambiar de tratamiento, pero para el resto de pacientes los reguladores europeos alientan a la innovación para que la industria siga avanzando hacia alternativas más limpias que no comprometan la eficacia del tratamiento.
ERS: “Es necesario adecuarnos a la investigación clínica e implementar las alternativas a los inhaladores presurizados disponibles”
Estas alternativas son actualmente los inhaladores de polvo seco y niebla fina, dos tipos de dispositivos que no utilizan los propulsores de los presurizados. Así, producen hasta un 90% menos de emisiones. Diferentes estudios han reflejado que si el 80% de los pMDI que utilizan los pacientes se cambiaran a DPI en el Reino Unido, Italia, Francia, Alemania y España supondría una disminución del 68% de la contaminación. Y en el caso concreto de España, la Alianza Por el Clima recoge que si cada semana cambiamos un inhalador de presurizado por uno de polvo seco, en 10 años habríamos ahorrado casi 4 millones de toneladas de CO2.
La reducción de las emisiones supone un freno en la contaminación que tiene un efecto directo sobre la salud respiratoria. De esta manera, como recoge el reglamento europeo, siempre que sea clínicamente posible, es recomendable cambiar los dispositivos a otros menos contaminantes e igualmente efectivos en la clínica. Como defienden también los profesionales sanitarios en palabras de la Sociedad Europea de Neumología (ERS por sus siglas en inglés), “es necesario adecuarnos a la investigación clínica e implementar las alternativas a los inhaladores presurizados disponibles”.
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