Reparar el tejido dañado, un revolucionario tratamiento para las arritmias ventriculares

Una investigación ha estudiado cómo las vesículas segregadas por las células del corazón pueden reparar el tejido dañado tras una arritmia ventricular

Proteína p38 clave en el desarrollo de la hipertrofía (Foto: Freepik)
Proteína p38 clave en el desarrollo de la hipertrofía (Foto: Freepik)
13 abril 2022 | 14:45 h

"La ablación es un método contrario a la intuición, porque se destruye el músculo cardíaco en un corazón ya debilitado. Nos preguntamos: '¿Y si en lugar de destruir el tejido dañado, intentamos repararlo?'". Con esta cuestión se comenzó un estudio del Instituto del Corazón Smidt del Cedars-Sinai liderado por el Dr. Eugenio Cingolani, director del Programa de Cardiogenética y Arritmias Familiares del Instituto, en el que se descubrió que las vesículas segregadas por las células del corazón humano pueden reparar el tejido dañado y prevenir los trastornos letales del ritmo cardíaco.

Las arritmias ventriculares pueden producirse después de que un infarto dañe el tejido, provocando patrones eléctricos caóticos en las cámaras inferiores del corazón. El corazón acaba latiendo tan rápido que no puede soportar la circulación, lo que provoca una falta de flujo sanguíneo y, si no se trata, la muerte.

Hasta ahora, las opciones de tratamiento de las arritmias ventriculares causadas por los infartos consiste en medicamentos con importantes efectos secundarios, dispositivos implantados para proporcionar una descarga interna y un procedimiento denominado ablación por radiofrecuencia en el que se destruyen a propósito partes del corazón para interrumpir las señales eléctricas perturbadoras. 

Entre cuatro y seis semanas después de la inyección, los cerdos de laboratorio que habían recibido la terapia con exosomas mostraban una notable mejora del ritmo cardíaco y menos cicatrices en sus corazones

La investigación, publicada en la revista científicaEuropean Heart Journal, podría conducir a una nueva forma de tratar la arritmia ventricular, una de las principales causas de muerte súbita cardíaca. En un editorial adjunto, los expertos describen la investigación como "preparada para dar un giro a todo este campo".

El nuevo enfoque de reparar el tejido se probó en cerdos de laboratorio que experimentaron un ataque al corazón. Inyectaron a algunos de los cerdos de laboratorio unas diminutas vesículas en forma de globo, llamadas exosomas, producidas por células derivadas de la cardiosfera (CDC), que son células progenitoras derivadas del tejido cardíaco humano. Los exosomas son partículas resistentes que contienen moléculas y las instrucciones moleculares para fabricar diversas proteínas, por lo que son más fáciles de manipular y transferir que las células progenitoras o CDC.

Un grupo de cerdos recibió una inyección de exosomas derivados de los CDC en sus corazones y el otro un placebo. "Los exosomas redujeron la cantidad de tejido cicatricial formado en las regiones lesionadas del corazón, normalizando el ritmo sin debilitar el corazón", detalla Marbán, que es coautor del estudio. Los animales fueron evaluados mediante resonancia magnética y pruebas para valorar la estabilidad eléctrica del corazón. Entre cuatro y seis semanas después de la inyección, los cerdos de laboratorio que habían recibido la terapia con exosomas mostraban una notable mejora del ritmo cardíaco y menos cicatrices en sus corazones.

Según el editorial de Marine Cacheux y Fadi G. Akar, ambos de la Universidad de Yale (Estados Unidos),los investigadores del Cedars-Sinai "parecen haber combinado con éxito las mejores características de las terapias celulares y génicas para abordar una importante necesidad clínica no cubierta". Los autores señalan que el enfoque utilizado por el Cedars-Sinai es novedoso en cuanto a la forma de reparar las cicatrices en el corazón, y describen el estudio como "un trabajo que cambia el paradigma".

"Estos resultados preliminares sugieren la posibilidad de una alternativa no destructiva para tratar las arritmias ventriculares", apunta James F. Dawkins, primer autor del estudio.

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