Mujeres: de víctimas de sesgo en las consultas médicas a defensoras de los derechos de los pacientes

Las mujeres son sanitarias, investigadoras y políticas, pero también son pacientes, cuidadoras y presidentas de asociaciones que trabajan por un sistema sanitario equitativo y sostenible

Mujeres de una asociación reunidas (Foto. Freepik)
Mujeres de una asociación reunidas (Foto. Freepik)

Los sesgos de género siguen siendo un común de la asistencia sanitaria. Una situación que supone una diferencia en el tratamiento de un paciente según su sexo y que puede tener consecuencias “positivas, negativas o neutras para la salud”, define la Sociedad Americana de Mujeres Médicas. Durante los últimos años, se ha demostrado que las mujeres acceden más tarde a un diagnóstico, al tratamiento y muchas veces son derivadas erróneamente a consultas de salud mental.

No en todas las enfermedades la brecha de género afecta negativamente a las mujeres. El sesgo puede ser a la inversa, siendo más negativo para los hombres, como ocurre con el cáncer de mama. Las mujeres tienen los diagnósticos más precoces, gracias los cribados y a la visbilización social sobre la autodetección. Así lo siente Mónica Muelas, paciente perteneciente al Grupo Español de Pacintes con Cáncer (GEPAC) y que ha sufridos dos veces cáncer de mama, la segunda tras una mastectomía. En el mismo pecho pero distintos, el segundo cáncer de mama triple negativo. Ella ha tenido buena atención. Sin embargo, como señalábamos, no siempre ocurre así.

Hay mujeres invisibles para la medicina, como señala el libro homónimo de Carme Valls, doctora especializada en endocrinología y medicina con perspectiva de género. A día de hoy, bajo una misma realidad de dolor torácico, al hombre le realizan un electrocardiograma y a la mujer le dan un ansiolítico. Según recoge el estudio ‘Mujer, Discapacidad y Enfermedad Crónica’ realizado por la Plataforma de Organización de Pacientes (POP) en 2020, mientras los hombres esperan 3,2 años para el diagnóstico, las mujeres, seis años. Una investigación publicada en ‘The Lancet’ señala que se “subestimó el riesgo de mortalidad hospitalaria” en mujeres con enfermedad cardiovascular. Y si nos vamos a tratamientos, en los ensayos clínicos hay infrarrepresentación de las mujeres pacientes, lo que hace que en patologías como diferentes tumores sufran más efectos secundarios.

Leonor Pérez: “Tras un tiempo piensas que si hubieras sido un hombre no te hubieran dicho que era tu forma de ser, que tenías que adaptarte”

“Con patologías como la fibromialgia o la endometriosis, como no sale nada en las resonancias, te dicen que es un trastorno psicológico, te derivan a salud mental y se retrasa el diagnóstico y el tratamiento”, denuncia Isabel López, miembro de la plataforma Pan y Pepinillo, que busca visibilizar el dolor crónico. “Al principio no notas el sesgo, lo ves a la larga”, explica Leonor Pérez, paciente de neuralgia del trigémino. “Tras un tiempo piensas que si hubieras sido un hombre no te hubieran dicho que era tu forma de ser, que tenías que adaptarte”, añade.

Algunas mujeres, principalmente las que sufren patologías que no son visibles, han sido tachadas en consultas como “dramáticas”, han escuchado frases como “te lo estás inventando”, consejos como “aprende a convivir con ello”, “no sabes llevarlo bien”, “tus problemas son porque tienes un problema emocional”, “eres mujeres, eres más sensible y somatizas”. “Lo que tengo es real y solo queremos ser escuchadas”, reivindica Leonor Pérez.

“Ellas se han vuelto más activas y están más preocupadas por el autocuidado”, señala Isabel López. Así se presentan ante los médicos para pedir información, participar en su cuidado y decidir en los pasos a seguir. Una realidad para la que, de momento, no todos los médicos están preparados. Luchar sola en estas situaciones es, cuanto menos, frustrante. Pero, “si no luchas no consigues nada, no eres visible. Si peleas y reclamas consigues muchas cosas, principalmente si vas desde asociaciones”, explica Beatriz Alegre, presidenta de la Asociación Leonesa de Enfermedades Raras (ALER). Es por ello que las mujeres también están presentes en las agrupaciones de pacientes, como presidentas, vicepresidentas, secretarias, tesoreras, portavoces o miembros.

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Desde las asociaciones se trabaja por dar a conocer la enfermedad a la sociedad, reivindicar las necesidades de los pacientes a nivel sanitario, laboral y social, animar y apoyar la investigación, encontrar tratamientos, ofrecer información y ayuda a los pacientes. “Creo que el hecho de ser mujer facilita el asociacionismo. La mujer, y está demostrado a través de numerosos estudios, tiene un sentido de la cooperación y la empatía mucho más desarrollado que el hombre, y es capaz de generar redes de apoyo y solidaridad con el entorno de manera satisfactoria y eficaz”, explica Ana Torredemer, presidenta de Esclerosis Múltiple España.

Ana Torredemer: “Las mujeres, tradicionalmente, han llevado a cabo las tareas de ayuda y cuidado a las personas"

Actualmente en las asociaciones de pacientes hay más mujeres que hombres, como señalaba hace un año Carina Escobar en una entrevista.El 57% de la junta directiva está formada por mujeres, un paso que se ha dado en los últimos años. “Las mujeres, tradicionalmente, han llevado a cabo las tareas de ayuda y cuidado a las personas. La presencia de las mujeres a la cabeza de las asociaciones no es más que un reflejo del incremento de la incorporación de la mujer en todos los ámbitos”, indica Torredemer.

Aunque las mujeres están más presentes en las asociaciones y encabezan las peticiones de los pacientes, para conseguir que las necesidades de los pacientes lleguen a las administraciones. “La única forma de avanzar es hacerte escuchar, ser activos, trabajar y colaborar entre todos para visibilizar la enfermedad y aportar para la investigación”, manifiesta Pilar Fernández, presidenta de la Asociación Española de Cáncer de Mama Metastásico.

Las mujeres están presentes en los ámbitos sociales y sanitarios como profesionales sanitarios especializados, como cuidadoras, en puestos de decisión para políticas sanitarias y al frente de asociaciones como pacientes. “Ellas aportan un plus importante de empatía y visión global de los problemas”, concluye Ana Torredemer.

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