"Se ha hecho con la mejor de las intenciones, para ofrecer soluciones al problema de salud pública de obesidad"
Becas y diferentes ayudas han sido las formas de pago a todas estas personas, cuyas conclusiones no afectaban a la marca, especialmente tras las últimas cifras sobre obesidad y obesidad infantil en la población mundial.De este modo, pese a superar el consumo diario de azúcar, recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), con una sola de sus latas de refrescos, Coca Cola nunca se veía perjudicada por estudios, pues como bien han asegurado, ya tenían un buen grupo de responsables y especialistas ‘a sueldo' que se dedicaban a lavar la cara de la compañía.
Según ha publicado The New York Times, la lista contiene todo tipo de asociaciones de lo más diverso, hasta importantes organismos públicos, como los Institutos Nacionales de Salud, el Colegio Americano de Cardiología, la Academia de Pediatría o la Asociación de Médicos de Familia; así como personas a título individual como la blogera Ramona Braganza, la escritora Rene Simms o los chefs Ronnie Woo y Virginia Willis.
Según Muthar Kent, director ejecutivo de Coca Cola, este “apoyo financiero a estos reputados expertos, instituciones y organizaciones se ha hecho con la mejor de las intenciones, para apoyar a las comunidades locales y ofrecer soluciones al problema de salud pública de obesidad que afronta Estados Unidos y todo el mundo”.
"Estas organizaciones reciben dinero de una compañía cuyos productos son clave en la obesidad"
La pregunta es, ¿seguiría la población consumiendo tantas bebidas de cola de saber sus verdaderos efectos o compuestos? ¿Qué pasaría con la gama de bebidas de esta compañía si los expertos analizaran e informaran de los altos niveles de azúcar que tienen 33cl?.En esta línea, varias asociaciones, a las que Coca Cola no ha pagado un solo dólar, han expresado su malestar indicando que “Estas organizaciones reciben dinero de una compañía cuyos productos son clave en la obesidad y en la expansión de enfermedades no comunicables como la diabetes. ¿Por qué crearía una organización pública ni siquiera la posibilidad de que una influencia afectase a su capacidad de promover y defender la salud pública?”, ha preguntado Yoni Freedhoff, de la Universidad de Ottawa (Canadá).
La respuesta al señor Freedhoff está clara, por dinero.
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