Brecha de género en el MIR: las mujeres dejan más preguntas en blanco y les afecta la competitividad

Un estudio ha analizado la razón por la que hay menos presencia femenina entre los mejores resultados de la prueba de Médico Interno Residente

Médicos opositores minutos antes de que comenzara el examen MIR 2023, en el aula de la Facultad de Geografía e Historia de la UCM.  (Foto. Agustina Uhrig. ConSalud.es)
Médicos opositores minutos antes de que comenzara el examen MIR 2023, en el aula de la Facultad de Geografía e Historia de la UCM. (Foto. Agustina Uhrig. ConSalud.es)
Ana P. Echavarría, redactora ConSalud.es
7 marzo 2023 | 00:05 h

Un estudio del Centro de Políticas Económicas EsadeEcPol ha decidido analizar la razón por la que la proporción de mujeres entre las mejores notas del MIR disminuye tanto, ya que ellas son las que mejor resultado obtienen tanto entre las peores notas como en la zona intermedia, además de tener mejor expediente en la carrera. Sin embargo, llegado a la parte más alta, y aunque las mujeres representaron el 65% de los candidatos que se presentaron al MIR durante el periodo 2018-2022, su proporción entre las notas más altas fue inferior a lo esperable

De hecho, diversos análisis muestran que en la convocatoria de 2022 las mujeres con las notas más altas obtuvieron hasta 3 puntos menos que los hombres con igual expediente. Esta diferencia equivale a entre 500 y 600 puntos en el ranking final, lo que significa que las mujeres obtuvieron especialidades menos demandadas que los hombres ya que esa diferencia equivale a la que hay entre Cardiología (la 3ª especialidad en agotarse) y Oftamología (la 6ª).

Esta diferencia, según el autor de la investigación, no puede explicarse por un único motivo, sino que es multifactorial. En primer lugar, las mujeres han demostrado ser más propensas a dejar las respuestas en blanco. Es decir, ante la duda, prefieren no responder a arriesgarse y elegir una opción al azar.

La tendencia femenina a no arriesgarse en la respuesta termina por perjudicarlas estadísticamente

Teóricamente estos exámenes están hecho de tal manera que no elegir o seleccionar de manera aleatoria tenga las mismas probabilidades de penalizar. Sin embargo, en el momento en el que el candidato desecha una de las posibilidades y tiene que decidirse entre menos opciones las probabilidades de acertar aumentan y, por tanto, las posibilidades de obtener mayor nota. Esto hace que la tendencia femenina a no arriesgarse termine por perjudicarlas.

A pesar de ello, esta razón no valdría por si misma, sobre todo porque las personas con mejores notas también son aquellas que dejan menos preguntas sin responder. En este punto entra en juego el grado de competitividad de la prueba. Y es que, con datos del MIR desde 1983 a 2019, se descubrió que, cuanto más alto es el grado de competitividad de la prueba, menor es el rendimiento relativo de las mujeres respecto a los hombres, especialmente entre las notas más altas. Es decir, la competitividad es un factor clave en la brecha de género porque hace que las mujeres sean más propensas a dejar respuestas en blanco, así como a cometer más errores.

En el momento en el que se analiza la competitividad relacionada con el nivel académico de los candidatos se muestra que cuanto más alto sea este, más sensible se es a cambios en la competitividad. Es decir, la competitividad es determinante tanto para el tamaño como para el signo de la brecha de género. Por tanto, en contextos de competitividad baja, las mujeres con mejores notas obtienen un rendimiento superior al de los hombres con mejores notas, y viceversa, cuando la competitividad es alta.

Dos acciones que podrían ayudar a reducir esta brecha de género son: reducir el peso del MIR en la nota final e igualar el número de graduados con el de plazas

Finalmente, estudiando a las personas que repiten el MIR, mientras que ambos sexos reducen en proporciones parecidas el número de respuestas incorrectas, las mujeres repetidoras pasan a dejar más respuestas sin responder. Esta diferencia en el número de respuestas en blanco tiene como consecuencia que las mujeres repetidoras incrementen su nota menos que los hombres repetidores y concuerda con las observaciones anteriores.

Dados los resultados de este estudio el autor realiza una sugerencia de solución que permita seguir midiendo las diferencias entre los candidatos de más nota y es un sistema de pérdida de puntos donde preguntas en blanco o incorrectas penalizan, y los candidatos empiezan con la máxima puntuación posible. Además, defiende dos medidas adicionales que acompañasen a este objetivo que sería, por un lado, reducir el peso de este tipo de exámenes en la nota final de selección y por otro, y con el fin de reducir el sesgo originado por la competitividad, habría que incrementar la coordinación entre el número de graduados en Medicina y el número de médicos que el Sistema Nacional de Salud es capaz de absorber, para tratar de llegar a una proporción 1:1.

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