El miedo a las relaciones sexuales tiene nombre: genofobia

Las personas que padecen genofobia sí pueden sin problemas dar besos y abrazos y tener caricias y otras formas de intimidad sexual, pero temen pasar a un contacto genital.

Genofobia (Foto. Freepik)
Genofobia (Foto. Freepik)
12 octubre 2021 | 10:00 h
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Seguramente has oído hablar poco (o nada) de la genofobia, el término para referirse al miedo irracional a las relaciones sexuales con penetración. Las personas que padecen genofobia sí pueden sin problemas dar besos y abrazos y tener caricias y otras formas de intimidad sexual, pero temen pasar a un contacto genital. La persona empieza a darse cuenta de que algo no va bien cuando tiene mucho miedo (no excitación o emoción ante el encuentro) o una ansiedad llegando incluso al pánico. Es una fobia porque incluso solo con pensar en un encuentro con penetración ya hay miedo irracional.

''Para ser genofobia el malestar debe ser, no solo físico (sensación de dolor en genitales) sino, también, emocional y psicológico. Con todo, es fundamental dejar sentado que no hay un rechazo ni a la pareja ni al sexo, ni tampoco una falta de deseo o excitación. Se trata de un trastorno de ansiedad, de una fobia específica al coito (penetración vaginal) en sí mismo. Es una de las fobias sexuales que existen'', señala Irene Aterido, sexóloga y experta en ciclo menstrual de Intimina.

Pero, ¿cuáles son las causas que lo provocan? ''No hay causas específicas de este temor, ya que pueden ser variadas y hay que averiguar en cada caso los condicionantes individuales. Normalmente tienen que ver con experiencias pasadas o creencias de la persona: desde haber sufrido agresión sexual, relaciones sexuales habiendo sido manipulada/o, tener miedo al embarazo, estar padeciendo otros problemas en la actualidad (físicos o emocionales)'', añade la sexóloga.

Las personas que padecen genofobia sí pueden sin problemas dar besos y abrazos y tener caricias y otras formas de intimidad sexual, pero temen pasar a un contacto genital

Una de las principales causas es el padecer dolor con la penetración por temas médicos que lógicamente lleva a rechazarla psicológicamente, o directamente la imposibilidad de mantener la penetración por impotencia o eyaculación precoz (varones) o vaginismo (mujeres). También a nivel emocional está la tensión por quedar bien (rendimiento) en varones, la vergüenza corporal (miedo a mostrarse desnudo/a), el miedo a ser tocado/a, el miedo a la intimidad (vulnerabilidad), miedo a las infecciones y contagios, y creencias religiosas (miedo a ser pervertida, al ''vicio'')...

¿SE PUEDE TRATAR DE ALGUNA FORMA?

Sí, tiene solución con psicoterapia cognitivo conductual y terapia de pareja (sexología), además de tratar las posibles causas médicas u orgánicas. ''Si se originó en un trauma emocional en la infancia, adolescencia o edad adulta, se debe acudir a un o una profesional de la psicología especializado/a en abusos sexuales. Si tenemos dolor en los genitales y el periné con la penetración, debemos resolverlo con las técnicas de que dispone la fisioterapia de suelo pélvico'', detalla Irena Aterido.

Una vez solucionadas o descartadas por completo esas causas, sería ideal acudir a una sexóloga para informarse adecuadamente sobre sexualidad (otra de las causas posibles es un deficiente concepto de lo que son las relaciones sexuales). La terapia de pareja deshace el malestar que pueda haber causado la genofobia en el/la partenaire sexual y que las relaciones sexuales sean sin resquemores por la situación que venían atravesando.

¿AFECTA A HOMBRES Y MUJERES POR IGUAL?

''Aunque no hay estadísticas, desde la sexología se insiste en que el modelo de sexualidad centrado en el coito es uno de los grandes precursores de esta fobia en las mujeres. La presión que se ejerce sobre la primera relación penetrativa en la adolescencia, cuando a veces no están preparadas o no desean realmente tener esa práctica sexual con sus compañeros sexuales, podría estar en la base. Muchas mujeres heterosexuales han sido manipuladas sutilmente en muchos encuentros sexuales'', explica la sexóloga.

Además, las relaciones desiguales entre mujeres y hombres en la esfera afectiva y relacional también las colocan en una situación de vulnerabilidad y relaciones sin consentimiento real. El suelo pélvico de las mujeres tiene muchos factores mecánicos y anatómicos que las hacen más proclives a padecer alguna disfunción que provoque dolor. Por esos factores y los papeles sociales de hombres y mujeres para la religión y la cultura tradicional podría haber más mujeres que hombres, pero también existen hombres de todas las orientaciones sexuales que lo padecen.

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