Hoy somos más conscientes de esto que nunca: vivimos una vida acelerada, en un mundo cada vez más desafiante, que podríamos llamar incluso hostil. Día a día, nos exponemos a multitud de factores dañinos externos: la contaminación, los rayos UVA/UVB, el humo de los cigarrillos, partículas finas, estrés, etc. Estas sustancias, que terminan en nuestro cuerpo y nuestra piel, son lo que llamamos xenobióticos: enzimas no producidas naturalmente por el cuerpo humano, como los difenilos policlorados o dioxina, que pueden causar reacciones inflamatorias.
Nuestra piel, que es el órgano más grande y también uno de los más complejos, tiene el papel principal de protegernos. Sin embargo, como resultado de estar sobreexpuesto y estresado, termina debilitándose. Su capacidad de ser tan permeable como impermeable se ve alterada, generando signos externos visibles.
Así, la contaminación y las sustancias xenobióticas generan mecanismos pro-sensibilizantes que conducen a la aparición de síntomas y signos en la piel. Los síntomas físicos son los primeros en aparecer: sensación de incomodidad, tirantez, hormigueo o ardor ligero a diario. Luego, aparecen los signos visibles: tez desvitalizada y no uniforme, piel áspera, pequeñas rojeces e imperfecciones y líneas finas. Con esos signos, la piel refleja estar debilitada y reclama nuestra atención.
En este sentido, el microbioma cutáneo, o flora cutánea, tiene la importante función de ejercer como barrera para protegerse de la colonización de bacterias patógenas, o ''bacterias malas'', y de estimular el sistema inmunológico. Su diversidad es esencial y única en cada individuo.
Nuestra piel, que es el órgano más grande y también uno de los más complejos, tiene el papel principal de protegernos
Pero, cuando se desequilibra a causa de una dieta pobre, una mala higiene o daños externos, como la contaminación, el uso regular de mascarillas o variaciones climáticas, termina por deteriorarse. Su función barrera disminuye drásticamente, volviéndose más vulnerable y disminuyendo su capacidad de protección. Los síntomas varían desde una tez desvitalizada e irregular, hasta la aparición de pequeñas rojeces, sensación de malestar y aparición de líneas finas.
Identificar nuestro tipo de piel puede ser a veces muy complicado, porque incluso una piel mixta puede mostrar signos de deshidratación. Pero, cuando se trata de xenobióticos, todos los tipos de piel pueden debilitarse. La piel debilitada, con su microbioma alterado y su barrera dañada, es el problema cutáneo más común de nuestro tiempo, y también el más universal. La contaminación, el sol, los cambios repentinos de temperatura, el aire acondicionado, las mascarillas, el afeitado y los productos cosméticos inadecuados son los principales factores agravantes.
Por otro lado, más recientemente, debido a la pandemia mundial, ha surgido un nuevo factor externo que daña nuestra piel y que es aún más perjudicial para la epidermis. La piel se encuentra ahora adaptándose a un ambiente nuevo y desconocido, y está sujeta regularmente a fricciones debido al uso prolongado de mascarillas. Al estar constantemente cubierta, la piel sufre de humedad y transpiración. Este nuevo hecho, acaba por modificar el estado de nuestra piel y su microbioma, además de acentuar los trastornos de esta. Su oclusión y fricción pueden inducir a una dermatitis irritativa. También puede agravar condiciones existentes como la dermatitis atópica, cuperosis, rosácea o acné. Por ello, debemos atender a nuestra piel según el problema específico que ésta tenga, para repararla y protegerla adecuadamente.
La experiencia de Uriage en la reparación de la piel ha dado lugar a dos innovaciones: un sérum y un gel-crema que pueden utilizarse solos o en combinación; como un tratamiento para estimular la reparación de la piel y sus mecanismos, o como un cuidado preventivo a largo plazo para fortalecer la epidermis y hacerla más resistente a los daños externos
En cuanto al gel-crema, también está formulado un 10,5% de complejo termal-biótico, compuesto por agua termal de Uriage y prebióticos, para el buen funcionamiento de las barreras cutáneas y microbianas. El trío compuesto por centella asiática, ácido hialurónico de alto y bajo peso molecular y panthenol, se añade para potenciar sus cualidades naturales reparadoras.