Un año más, abril se tiñe de conciencia para visibilizar la rosácea, una enfermedad inflamatoria crónica que afecta a rostro, ojos y cuero cabelludo. Si bien sus manifestaciones cutáneas son evidentes, los últimos estudios científicos han revelado un protagonista inesperado en su desarrollo y tratamiento: la flora intestinal.
En el Instituto Médico Ricart (IMR), centro dermatológico de vanguardia, son expertos en el abordaje integral de esta patología. Su fundador y director médico, el Dr. José María Ricart, quien también padece rosácea desde la treintena, ha desarrollado el innovador “Protocolo IMR Rosácea” fruto de su experiencia personal y exhaustiva investigación.
"Numerosos estudios demuestran que la flora intestinal tiene una relación directa con todas las enfermedades inflamatorias que padecemos"
Este protocolo 360º pone el foco en la conexión intestino-piel, recomendando a los pacientes un estudio exhaustivo del microbioma. “Numerosos estudios demuestran que la flora intestinal tiene una relación directa con todas las enfermedades inflamatorias que padecemos, entre ellas la psoriasis o la rosácea”, explica el Dr. Ricart. Este enfoque novedoso se basa en un ajuste alimentario personalizado y la suplementación con probióticos para mejorar sustancialmente la calidad de vida de los pacientes con rosácea.
LA PUNTA DEL ICEBERG DE LA CONEXIÓN INTESTINO-PIEL
La relación entre el intestino y la piel no se limita a la rosácea. Otras patologías como la dermatitis seborreica o el acné también se ven influenciadas por el equilibrio de nuestra microbiota. El Dr. Ricart profundiza en esta conexión: “más de la mitad de las células que forman parte de nuestro cuerpo no son células con nuestra propia carga genética, sino que son células de seres que conviven con nosotros: bacterias, hongos, virus y algunos parásitos”.
Las características de esta microbiota, sus propiedades inflamatorias o no inflamatorias, y su interacción con nuestro sistema inmunológico tienen un impacto significativo en el desarrollo de diversas enfermedades autoinmunes. “Los estudios científicos han demostrado que aquellos pacientes que padecen este tipo de enfermedades asociadas, reducen el número de brotes anuales al modificar las características de su flora bacteriana”, afirma el Dr. Ricart.
En el caso específico de la rosácea, su aparición se vincula a la presencia en la piel del parásito Demodex. La dermatitis seborreica, por su parte, tiene una fuerte relación con el hongo Malassezia, mientras que el acné está provocado por la bacteria P. acnés. El crecimiento descontrolado de estos microorganismos empeora estas patologías, subrayando la importancia de estudiar la flora intestinal para su tratamiento y control.
PICOS GLUCÉMICOS, UN NUEVO ENEMIGO
Tradicionalmente, grasas, lácteos y alimentos picantes han sido señalados como desencadenantes de la rosácea. Sin embargo, el Dr. Ricart aclara que la reacción a ciertos alimentos depende del perfil bacteriano individual. “No va a servir de nada eliminar alimentos como el gluten, ya que puede que para ti no sea nocivo. Sin embargo, es muy importante que aquellas personas que tengan enfermedades autoinmunes se sometan a un estudio de las características de su microbiota intestinal para pautar una alimentación específica”, explica.
EL PROTOCOLO IMR ROSÁCEA
En IMR, la rosácea se aborda desde su origen, considerando factores como la predisposición genética, la mala microvascularización, el exceso de sebo, la alteración de la función barrera cutánea o la proliferación del Demodex. El “Protocolo IMR Rosácea” se articula en tres pilares fundamentales:
- Eliminación del Demodex. Se utilizan fármacos específicos para tratar la causa principal de la rosácea.
- Tratamiento de la inflamación. Se emplea terapia biofotónica (Kleresca) para reducir la inflamación, y terapia láser (IPL) para eliminar venas y rojeces.
- Tratamiento cosmético y fotoprotección específica. Se pautan productos y fotoprotección adaptados a las necesidades de la piel con rosácea.
El tratamiento con terapia biofotónica Kleresca destaca por su capacidad para mejorar el acné, sus cicatrices, la rosácea y los signos del envejecimiento. Un gel aplicado en el rostro se activa con una luz multiLED, penetrando en la dermis para eliminar bacterias, reparar tejidos y estimular el colágeno. Reduce la inflamación, las pápulas y el escozor, mejorando la microvascularización con sesiones rápidas y no invasivas.
El tratamiento con terapia biofotónica Kleresca destaca por su capacidad para mejorar el acné, sus cicatrices, la rosácea y los signos del envejecimiento
El láser de luz pulsada intensa (IPL) es otra herramienta versátil en IMR para tratar la rosácea. Permite abordar rojeces, acné y telangiectasias, además de actuar sobre manchas y arrugas al estimular la producción de colágeno. Un análisis previo del paciente permite personalizar el tratamiento y el número de sesiones.
Por último, la fotoprotección es crucial en el manejo de la rosácea, ya que la evidencia científica demuestra que el sol empeora sus síntomas. En IMR, se pauta fotoprotección oral y tópica personalizada, teniendo en cuenta el fototipo, tipo de piel, edad, estilo de vida y factores ambientales del paciente. Se priorizan filtros orgánicos e inorgánicos de alta protección, complementados con filtros biológicos y moléculas con aval científico para ofrecer una protección integral contra el daño solar.
*Los contenidos de ConSalud están elaborados por periodistas especializados en salud y avalados por un comité de expertos de primer nivel. No obstante, recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.