¿Cómo puedo garantizar el buen descanso de mi bebé?

La pscióloga infantojuvenil Laura Pazos nos explica qué son las ventanas de sueño de los bebés y cómo podemos reconocer las señales de cansancio

Bebé durmiendo (Foto. Freepik)
Bebé durmiendo (Foto. Freepik)
9 julio 2023 | 22:00 h
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El buen descanso de los más pequeños de la casa es fundamental para ellos y para nosotros, pero no siempre es tarea fácil. De hecho, se vuelve complicado porque a medida que crecen, van cambiando sus horarios de sueño y hay factores externos que pueden complicar ese plan. Por ejemplo, uno de los cambios más significativos son las regresiones.

Las regresiones son todos esos cambios que tienen que ver con los hitos del desarrollo evolutivo en el sueño de los niños y que hacen que el dormir sea algo más complejo de forma repentina. Las etapas a las que se dan las regresiones son los 4 meses, de los 8 a los 10 meses, a los 18 meses (el bebé desarrolla el habla) y a los 24 meses (desarrollo del yo). Pero estas regresiones también pueden estar motivadas por causas ajenas, como la retirada del chupete o del pañal, la separación de los padres, la vuelta al trabajo de la figura de referencia…

¿CÓMO MEJORAR EL SUEÑO DE MI BEBÉ?

Así que, aunque pensemos que el trabajo del descanso en los bebés es un proceso lineal, como podemos comprobar, no podemos esperar que vaya a ser así. La doctora Laura Pazos, psicóloga infantojuvenil, especializada en apego y sueño infantil y directora de Sleepykids, nos explica que aun así, podemos seguir unos pasos para mejorar el sueño de los bebés.

El primero de todos es controlar las ventanas de sueño, es decir, “el tiempo máximo que un bebé puede pasar despierto por edad sin llegar al sobrecansancio”. Si esto ocurre, los niños segregan cortisol, que es la hormona del estrés, y estarán más irritables y les costará mucho más coger el sueño.

Los rituales aportan “calma y seguridad al bebé gracias a la previsibilidad”

Establecer una rutina nos va a ayudar mucho a regular los horarios, ya que los pequeños pueden anticiparse a lo que va a venir después. A partir de los 6 meses, se trata de relacionar una hora concreta con la forma en la que estructuramos un día con comidas, sueño o tiempo de juego.

Además, debemos combinar estas rutinas con los rituales, que “son aquellas actividades que hacemos justo antes de dormir y que solemos repetir antes de ir a la cama”. Los rituales aportan “calma y seguridad al bebé gracias a la previsibilidad” y permiten pasar de la actividad al sueño de un modo placentero, explica la psicóloga. Unos claros ejemplos de rituales puede ser pasar tiempo en familia o leer un cuento.

RECONOCER LAS SEÑALES DE CANSANCIO

Para garantizar un buen descanso en los bebés, también es importante reconocer las señales de cansancio, ya que son un aviso para que puedan alcanzar un descanso profundo:

- El niño empieza a estar cansado: si cierra los ojos, cejas rojas, voltea la cabeza, está más lento o flojo, tiene la mirada perdida.

- Necesita dormir ya: bosteza, se tira de las orejas, se frota los ojos, empieza a ponerse irritable.

- Está sobre cansado: arquea la espalda, se pone rígido, llora y grita histéricamente, cuesta consolarlo.

Estas señales de cansancio preceden a las ventanas de sueño y nos harán estar alerta para que podamos llevarles a dormir lo antes posible. Y para facilitar un buen ambiente de sueño, también debemos cumplir otras reglas, como son la ausencia de pantallas dos horas antes de dormir, cambiar la iluminación bajando las persianas, la existencia de ruido orgánico de fondo, un ambiente fresco entre 19 - 21ºC, ponerle ropa de algodón, realizar juegos tranquilos o hablar con el bebé para generar un ambiente de tranquilidad.

Adicionalmente, hay que disminuir los apoyos de sueño, esto es “las asociaciones o muletillas que necesitan los más pequeños y que emplearon antes de ir a dormir”, señala la doctora. Es recomendable reducirlos porque de lo contrario, también los necesitarán en los micro-despertares nocturnos. Ejemplos de estos apoyos del sueño son el pecho de la madre, el biberón, ser mecido en brazos y el contacto o presencia de una figura paterna en la cuna.

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