La gestión de residuos en laboratorios clínicos: falta de claridad, obligatoriedad y concienciación

La Dra. Inma Caballé, especialista en Análisis Clínicos, explica a Consalud.es que la falta de una normativa clara tiene como consecuencia vertidos de residuos sanitarios en las aguas residuales

Residuos hospitalarios (Foto. Freepik)
Residuos hospitalarios (Foto. Freepik)
Paola de Francisco
2 noviembre 2022 | 17:45 h

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), solo en 2020, en el contexto de la pandemia Covid-19, se enviaron más de 140 millones de kits de pruebas, que podrían generar 2.600 toneladas de desechos no infecciosos (principalmente plástico) y 731.000 litros de desechos químicos. También se administraron más de 8.000 millones de dosis de vacunas a nivel mundial, lo que generó 144.000 toneladas de desechos adicionales en forma de jeringas, agujas y contenedores de seguridad.

En nuestro país no hay un registro sobre la cantidad de residuos generados. Solo el laboratorio CATlab produce al año 36.500 kg de residuos sanitarios sin riesgo, 5.500 kg de papel confidencial, 15.000 kg de papel y cartón, y la misma cifra de envases de plástico, 1.000 kg de envases impregnados con residuos químicos peligrosos, 360.000 litros de residuos infecciosos, y 6.000 litros de citotóxicos, según datos facilitados a Consalud.es por la Dra. Inma Caballé, especialista en Análisis Clínicos y ponente del simposio ‘Laboratorio Clínico y Medioambiente’ en el XVI Congreso Nacional del Laboratorio Clínico LABCLIN 2022.

En España, tal y como explica la Dra. Caballé, se aprobó recientemente la ley 7/2022 del 8 de abril, que obliga a la segregación de los residuos peligrosos

Papel, cartón, envases de plástico o vidrio, residuos infecciosos, fármacos citotóxicos, envases impregnados con residuos químicos peligrosos o pilas son algunos de los materiales de los que hospitales y laboratorios clínicos tienen que deshacerse a diario. Unos deshechos tienen un importante impacto en la salud y en el medioambiente. Según recoge la OMS, los materiales que contienen microorganismos dañinos pueden infectar a pacientes del hospital, personal sanitario y a la población general, un hecho especialmente peligroso si se produce la propagación de microorganismos farmacorresistentes. También se pueden producir intoxicaciones y contaminación por la liberación al medio de productos como antibióticos o fármacos citotóxicos, o por el vertido de mercurio en aguas residuales.

Si hablamos de su impacto a nivel ambiental son varias las acciones a tener en cuenta. Y es que si los vertederos no están bien construidos pueden contaminar el agua que después bebe la población; la incineración de materiales que no se prestan a esta acción por su toxicidad puede llevar a la liberación en la atmósfera de agentes contaminantes y metales pesados como el plomo o el cadmio, si hablamos de incinerar sustancias que contienen cloro esto aumenta el riesgo de cáncer en humanos. Como explicaba a Consalud TV Manuela García Romero, licenciada en Medicina y vicepresidenta 2ª del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos, el sector salud es responsable del 4,4% de la contaminación. Es por ello que la gestión de los residuos ha de ser adecuada, con incineradoras que operen a temperaturas de entre 850 y 1100 °C y contenedores bien sellados.

UN GRAN MARGEN DE MEJORA

En España, tal y como explica la Dra. Caballé, se aprobó recientemente una ley, la 7/2022 del 8 de abril, que obliga a la segregación de los residuos peligrosos a través de su identificación, separación, almacenamiento y entrega a un gestor autorizado para tratar o eliminar el material. Esta norma “pone mayor énfasis en la definición de conceptos como economía circular, residuo peligroso, productor y gestor de residuos, y en la clasificación de tipos de residuos. Además, añade conceptos más actuales en la gestión de los residuos y afecta tanto a productores y gestores de residuos, como a las administraciones públicas y a los propios consumidores”, señala la experta.

Según el tipo de residuo este se depositará en uno u otro contenedor, que se trasladará a un almacén provisional donde el gestor de residuos específicos los recoge y traslada al lugar que corresponda para ser tratado. “Los residuos no peligrosos de tipo I (papel, cartón, papel confidencial, vidrio, resto y residuo sanitario sin riesgo) y tipo II (resto y residuo de la actividad analítica sin riesgo) se gestionan como los residuos municipales y son derivados a plantas de reciclaje donde se analizan, valoran y clasifican según su naturaleza para su posterior reutilización o reciclado”. Los materiales peligrosos son más complejos de tratar y a veces más confusos.

Como explica la Dra. Caballé, los residuos peligrosos grupo III (infecciosos) se envían a plantas de esterilización para eliminar organismos vivos y esporas. Una vez esterilizados, son gestionados como los residuos municipales en plantas de reciclaje; los residuos peligrosos grupo IV (citotóxicos y envases contaminados con residuo químico peligroso) son transportados a plantas de incineración como residuos especiales; la empresa ENRESA se encarga del tratamiento de residuos radiactivos, y tras ser tratados de manera físico-química, los residuos químicos son gestionados por el residuo municipal.

"Sería más adecuado disponer de normativas unificadas en todo el estado donde indicara claramente los pasos a seguir para homogeneizar la gestión entre los diferentes centros sanitarios”

El principal problema es que no existe una homogeneización normativa y de obligación para la gestión en cada centro. “Debido a la falta de claridad y obligatoriedad de las normativas, en los últimos años no se ha actuado a este nivel en muchos de los hospitales y laboratorios clínicos y como consecuencia podemos encontrar que muchos de ellos vierten directamente los residuos líquidos de sus analizadores y pacientes directamente a las aguas residuales produciendo una contaminación que afecta a la salud global de las personas y los organismos acuáticos”, indica la Dra. Caballé.

Para poder mejorar la gestión, la experta destaca la necesidad de que cada laboratorio cuente con un protocolo propio de aguas residuales. “Esta medida sería muy beneficiosa para el medio ambiente dada la gran cantidad de sustancias perjudiciales para el medio ambiente y los organismos vivos que se vierte desde los hospitales y otras instalaciones sanitarias como los laboratorios clínicos. No obstante, sería más adecuado disponer de normativas unificadas en todo el estado donde indicara claramente los pasos a seguir para homogeneizar la gestión entre los diferentes centros sanitarios”. En este sentido, la Ley de Residuos establece la obligación de que en el plazo máximo de tres años desde que entre en vigor se lleve a cabo “un estudio comparado de la normativa autonómica reguladora de los residuos sanitarios, el cual se presentará en la Comisión de coordinación en materia de residuos, para la evaluación de la necesidad de desarrollo reglamentario de ámbito nacional”.

“La homogeneización entre normativas y la obligación de su aplicación mejoraría la gestión en cada centro y disminuiría el impacto ambiental actual”, destaca la Dra. Caballé, quien también señala la necesidad de que se aumente “la implantación de sistemas de gestión medioambiental siguiendo la ISO 14001 y se haga mayor difusión entre el personal sanitario, concienciación y sensibilización, para que comprendan que es necesario un cambio mental para incluir la gestión ambiental en cada una de nuestras profesiones”.

Los contenidos de ConSalud están elaborados por periodistas especializados en salud y avalados por un comité de expertos de primer nivel. No obstante, recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.
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