Un recluso de la cárcel de Teruel ha sido ingresado en el hospital Obispo Polanco por una urgencia poco habitual. Al parecer, el hombre llegó al centro hospitalario expresando su preocupación por no haber expulsado un elemento que se había tragado “hacía unos días”.
Se trataba de un teléfono móvil de pequeñas dimensiones, pero funcional, que permaneció en su estómago durante ocho días sin poder ser evacuado. Tras confesar al personal de la prisión que había ingerido este terminal, y expresarles su imposibilidad de expulsarlo, los trabajadores de la cárcel trasladaron al preso al centro hospitalario, donde fue intervenido quirúrgicamente para extraer el aparato.
El preso tuvo el teléfono alojado en su estómago durante ocho días sin poder ser evacuado
Aunque, al parecer, el aparato alojado en el interior de su cuerpo no provocaba dolor al preso, la inquietud por la prolongada permanencia del teléfono en su aparato digestivo hizo que el interno confesara este lunes la violación de las reglas de comunicación de la carcel a los funcionarios para su lo trasladaran al Hospital Obispo Polanco.
Aunque los motivos detrás de este insólito incidente aún son desconocidos, no es el primer caso en el mundo. Hace tres años, otro hombre en Kosovo también se tragó un dispositivo similar, que fue extraído mediante una endoscopia por el equipo médico cuatro días después de ser ingerido. En ese caso, los médicos indicaron que la parte más peligrosa de retirar del cuerpo del paciente fue la batería por el riesgo de que pudiera explotar y liberar sustancias químicas en el intestino del paciente.