Caras

Alfonso Vidal
Jefe de las Unidades del Dolor de los Hospitales Sur, La Luz y Valle del Henares de Quirónsalud

Son tantas las caras y perfiles de pacientes que se agolpan en mi memoria pidiendo audiencia, compitiendo por aflorar desde el recuerdo acumulado de años de ejercicio profesional, que resulta difícil establecer un criterio ordenador por fechas, síndromes, lugares comunes, pero lo cierto es que es el rostro humano el elemento más entrañable. En el año del emoticono parece merecida esta reseña en mi cuaderno.

Caras de alivio, muecas de dolor, párpados caídos, cejas alzadas, miradas cómplices o mandíbulas prietas… Un auténtico alfabeto que ayuda a construir y comprender las relaciones interpersonales. También nuestros cuerpos comunican ruidos, silbidos y rubores. Y es que la comunicación no verbal y paraverbal es una pericia que, quienes tratamos con personas, hemos de considerar a fin de empatizar mejor, descifrando sus mensajes intencionados e involuntarios.

Esas caras nos pueden decir y ocultar mucho de quienes sufren. Nos describen su patología, bien con evidencias físicas o bien solo tras el estudio y análisis del gesto. La cuestión es saber interpretarlos en el contexto en el que se producen. Brazos cruzados, puños crispados, palmas abiertas o incluso cortes de mangas y peinetas, pueden llegar a ser muy elocuentes.

Recuerdo al maestro de la televisión Chicho Ibáñez Serrador, recientemente fallecido y cuyo vacío será difícil cubrir, dejar peripuesta a una presentadora al descifrar para los espectadores la diferencia que había entre la sonrisa real y la fingida. Le bastó sacar un pañuelo y ocultar los ojos de la entrevistadora, mostrando a cámara sólo la boca y los dientes de ésta que, en apariencia, sonreían forzadamente. Con posterioridad descubrió los primeros y ocultó los segundos, mostrando sin fingimiento alguno el verdadero estado de su inquiridora.

"La comunicación no verbal y paraverbal es una pericia que, quienes tratamos con personas, hemos de considerar a fin de empatizar mejor"

Puede que alguien interpretase este gesto como una traición, como el desvelo de los secretos de un mago, pero para la colectividad debe servir para interpretar los estados de ánimo de quien tenemos delante, y les aseguro que para los profesionales sanitarios los ojos son como dos grandes espejos, y no lo digo como metáfora calzándome los mocasines de un poeta, sino como evidencia del auténtico estado de salud.

No me olvido de los oídos y los sonidos, voces y susurros, gritos y lamentos. Es la percepción del conjunto la que orienta el sentido emocional de lo no hablado.

La entrevista clínica es una relación asimétrica salpimentada de formalidades y convenciones y la búsqueda de información no puede desvirtuar la relación profesional de confianza. En ese acto miramos a la cara al tiempo que al ordenador y ambos actores trasmitimos con la mirada y el gesto acompañando a la palabra.

Emoticonos

La cara de quien sufre está marcada como los surcos en la tierra que deja el arado y, en algunos casos es provisional y pasajero, pero en otros, por desgracia, queda grabado a fuego, porque no existe aún terapia y su rostro te anticipa, si es primera consulta, que algo no funciona.

Hay caras constreñidas, afligidas, consternadas, descompuestas, descreídas, desilusionadas… y por más que intentes arrancarles una sonrisa no esbozan sino la mueca del dolor, un rictus congestionado al andar, al sentarse, al subir o bajar, al correr, al girarse, al comer… o simplemente al existir, sin origen ni causa conocida y lo peor, sin respuesta, porque la ciencia aún no la ha desentrañado.

También hay caras de alivio, de satisfacción, de confianza, de esperanza… que en algunos casos vinieron como las de arriba y se van como las ahora descritas, o simplemente encontraron la solución a su problema y se van contentos porque alguien los ha escuchado, les ha comprendido y les ha resuelto su conflicto.

"Las personas que requieren de nuestros servicios profesionales también perciben nuestra cara amable, rigideces, ademanes e incomodidades mal disimuladas"

Nuestra cara muestra el ánimo, la disposición, el acuerdo, la anuencia… en cada momento y nos deja inermes ante quien sabe interpretarlo. Franqueza y seriedad no embozan la sonrisa de cordialidad. Les recomiendo que se fijen la próxima vez que tomen un transporte colectivo, vayan de compras, acudan a una consulta y escudriñen con discreción a sus semejantes, se llevarán grandes sorpresas.

Y digo con discreción porque a muchas personas les ruboriza mirar fijamente o que los miren, sentirse observados, porque con frecuencia se malinterpretan muchos gestos. Pero quizá así comprendan cómo se encuentra las personas que tienen en frente y cuando reciban su respuesta verán cómo se corresponde con lo que han leído e interpretado en sus caras.

Las personas que requieren de nuestros servicios profesionales también perciben nuestra cara amable, rigideces, ademanes e incomodidades mal disimuladas.

Las distancias, las posturas, tonos y timbres de voz, silencios, modos de vestir también comunican. El síntoma como mensaje envía avisos que han de ser escuchados, porque girar el rostro al destino no lo evita.

Hay quien tiene pavor a su propio reflejo por sentirse un impostor. Pero cuando el espejo son nuestros semejantes la emoción se disfraza en la palabra y no puede evitar la sinceridad involuntaria del gesto.

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