Comisionistas

Alfonso Vidal
Jefe de las Unidades del Dolor de los Hospitales Sur, La Luz y Valle del Henares de Quirónsalud

Ronda ya desde hace unas semanas el gracejo de que “los niños ya no quieren ser futbolistas ni las niñas princesas”, no, ahora lo que quieren ser es comisionistas. Con más retranca, otros preguntaban, “¿qué hacía falta estudiar para licenciarse en esa coyuntura?” Ya les digo por anticipado que no sé si esto responde a un oportunismo ocasional o es reflejo de la picaresca medieval del Lazarillo y otros trapisondistas posteriores.

Reza el Diccionario de la Real Academia en su quinta acepción que “comisión es el porcentaje que percibe un agente sobre el producto de una venta o negocio”, y por tanto el comisionista sería dicho interventor. Aparentemente no se aprecia hasta el momento nada que induzca a confusión: es el pago por intermediar.

No conviene olvidar que la palabra comisión, en su etimología, habla también del permiso para realizar una acción o el hecho mismo de realizarla, como por ejemplo, la comisión de un delito. Pero tranquilos que ya habrá tiempo de regresar sobre esto.

Podemos entrar a valorar de manera gratuita la moralidad de lo percibido considerando el objeto o finalidad y el momento oportuno, e incluso hasta la cantidad, pero si las dos partes están de acuerdo poco se puede resolver, eso sí, siempre y cuando ambas sean personas físicas o jurídicas particulares. Si al menos una es pública, entonces ya es harina de otro costal.

"Las situaciones de extrema necesidad de insumos sanitarios específicos por las que pasaron todos los países y las urgencias para luchar contra la pandemia mundial de covid 19, al parecer abrieron las posibilidades para ciertos mercenarios"

Del erario no puede salir ni un céntimo sin las pertinentes explicaciones a los contribuyentes y debe manifestarse con claridad y rigor, negro sobre blanco, los aspectos antes citados y cuantos circunden todo concurso público.

Cualquier desvarío o despropósito encontrado que pueda contravenir la ley vigente, por una o ambas partes, podrá ser interpretado por la autoridad judicial como concurrente de irregularidad. Y seguro que aparecerán múltiples situaciones similares en las que ha existido un enriquecimiento, tal vez lícito en la coyuntura, pero de dudosa estética.

Las situaciones de extrema necesidad de insumos sanitarios específicos por las que pasaron todos los países y las urgencias para luchar contra la pandemia mundial de covid 19, al parecer abrieron las posibilidades para ciertos mercenarios, más o menos cercanos a ciertos partidos con responsabilidades gubernamentales

Ello ha despertado la vieja truhanería que parecía dormida en la noche de los tiempos desde la época del tocomocho en la Guerra Civil, la estampita en la posguerra del hambre o el trile en la Gran Vía madrileña durante la Transición.

"Más allá de unas razones u otras, lo verdaderamente preocupante es el ejemplo o modelo social que trasciende entre la juventud: el del dinero fácil y rápido, frente al esfuerzo y el sacrificio de ganarse el pan con el sudor de la frente, y no con el dinero del de enfrente"

Resulta difícil y cuestionable entender que si todo nuestro entorno “Occidental” estaba igualmente afectado por la misma crisis sanitaria no hubiera habido reflejos por parte de los gobiernos para consentir de manera extraordinaria la confección de estos materiales por parte de empresas españolas sobradamente capacitadas

Sin embargo, se recurrió al mercadeo internacional, al trapicheo, como si de un zoco oriental se tratara, donde no hay normas y todo vale, incluido el vandalismo, el pillaje, la sustracción, los descuideros y los comisionistas.

No importan los nombres, ni los partidos, sólo espero que, si en verdad ha habido materia sancionable, haya castigo y restitución por cuanto se haya podido jugar con las necesidades perentorias del colectivo en un momento de extrema vulnerabilidad.

"Odia el delito y compadece al delincuente" decía la pensadora gallega Concepción Arenal, pero no creo que lo aplicase como tabla rasa a todo tipo de delitos, porque no es lo mismo el pillo que roba para comer o dar de comer a su familia que quien roba al necesitado para lucro propio con escarnio de las personas o instituciones engañadas. Hay una clara y neta responsabilidad “in vigilando” de los cargos públicos y lamento decir que no pueden escurrir el bulto.

Mas recientemente hemos asistido a otro caso desvelado por las escuchas aparentemente ilegales a un responsable deportivo y a un operador particular directamente imbricado en la misma operación, lo que podría generar un conflicto de intereses.

Expertos judiciales deberán determinar si hubo o no delito o solo relaciones comerciales que bordean la moralidad, por cuanto se justificaron en aras a otros fines antropológicos más dignos, cuando en verdad solo primaba el vil metal. Ambos han quedado bastante marcados, pero al menos no se ha jugado con la salud de nadie.

Más allá de unas razones u otras, lo verdaderamente preocupante es el ejemplo o modelo social que trasciende entre la juventud: el del dinero fácil y rápido, frente al esfuerzo y el sacrificio de ganarse el pan con el sudor de la frente, y no con el dinero del de enfrente.

Es complejo educar al colectivo juvenil que demanda rectitud cuando salen a la palestra estos vestigios del engaño y la golfería. Pero no hay que rendirse sino perseverar en lo correcto.

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