Construcción del relato

Alfonso Vidal
Jefe de las Unidades del Dolor de los Hospitales Sur, La Luz y Valle del Henares de Quirónsalud

Cada vez que se abre la puerta de un consultorio médico comienza un relato que tiene su inicio, nudo y desenlace, donde se presentan los protagonistas, donde queda fijado el contexto, así como la trama de éste. Tanto médico como paciente desearían un final feliz y amable.

El médico se convierte entonces en autor de una obra, de un cuento, de una narración que seguirá paso a paso desentrañando todos y cada uno de los senderos de la obra y donde la descripción ha de ser lo más precisa posible para que el desenlace sea óptimo.

A menudo los relatos comienzan y acaban en unas pocas escenas y concluyen con una recomendación que busca orientar a quien protagoniza el relato, que marchará por donde ha venido con una razonable satisfacción.

En otras ocasiones, no es más que el preámbulo de un desarrollo mayor que ha de desplazarse a otros escenarios e involucra a otro montón de personajes que le aportan intriga. Si todo transcurre con normalidad, la obra acabará pasado un tiempo prudencial, el que requiere toda recuperación.

Por desgracia pasamos de la comedia al drama, y de éste a la tragedia cuando el final supone la pérdida del protagonista de la obra, lo cual es dramático tanto para el afectado, como para su familia, amistades, compañeros y por supuesto equipo médico. La muerte supondrá el final de la tragedia y tal vez el inicio de nuevas tramas.

"Cada paciente representa una casuística particular, un propósito vital que demanda un trato singular e intransferible"

Pero los relatos han de seguir escribiéndose y, pese a que pueda parecer cierta rutina cada paciente representa una casuística particular, un propósito vital que demanda un trato singular e intransferible. No en vano somos protagonistas de nuestra propia vida, aunque en otros relatos no pasemos de meros comparsas.

Todo empieza desde que atravesamos esa puerta que decíamos al principio. Lo ideal sería que la química y la empatía fluyeran, pero no siempre es posible conciliar caracteres, ni todos los días son nuestros mejores días, ni siempre nos levantamos con el pie correcto, ni del mismo humor, pero eso no ha de impedir una relación comunicativa adecuada.

Relación médico paciente

Desde el otro lado de la mesa, desearíamos que las piezas del relato se ordenasen como un hilo argumental sencillo y las atenciones fueran las menores posibles, pero todo va a depender del estado en que llegue el protagonista de la obra, para quien, por supuesto, su vida es lo único importante, mientras que para el médico es uno más de una lista indeterminada de relatos.

Los médicos somos meros componedores, transcribimos la historia, pasamos por ella, pero no la narramos en primera persona, sólo le damos forma (nuestra historia, que también la tenemos, la escriben otros en tercera persona). Con una serie de síntomas y signos ordenados buscamos un sentidoy lo compartimos a lo largo del encuentro asistencial.

"Los médicos somos meros componedores, transcribimos la historia, pasamos por ella, pero no la narramos en primera persona, sólo le damos forma"

Desearíamos escribir páginas estupendas, desenmarañar las causas y las consecuencias, secuenciando finales aceptables y, si es posible, felices, pero también se escriben muchos epílogos ingratos por no obtener el final soñado.Sin embargo, nuestro esfuerzo continuo ha de perseguir la resolución más equilibrada y satisfactoria dentro de lo posible, lo que ocasionalmente no se consigue, generando cierta tristeza y frustración.

No siempre es fácil construir ese relato, porque la vida está llena de trabas y tratar de destrabarlo es nuestra labor, con mejores o peores recursos, con mayores o menores habilidades/conocimientos, pero caminando por los vericuetos de las historias personales sin implicarse, para no llevárselo a casa en la mochila, pues no es trago dulce y a menudo supone una sobrecarga emocional considerable.

Quienes protagonizan los relatos esperan que el espejo asistencial les devuelva organizado un caos de datos, vivencias y percepciones inconexas para cobrar sentido. Si con la ayuda asistencial se comprende el mensaje de la enfermedad es posible iniciar el cambio hacia la vida saludable. De hecho, los mismos cuentos en diferentes culturas parecen diversos, lo mismo que un cuadro de síntomas constituye un síndrome al margen de quien lo viva.

En resumen, todos los relatos tienen un fondo de verdad que los hace auténticos, y es que el protagonista se llama igual que nosotros, tiene las mismas medidas, responde a los mismos síntomas y, si no me equivoco, recibirá un mismo diagnóstico. De nuestro quehacer dependerá el final de la obra, porque como decía Apio Claudio, celebrado censor romano, “cada uno es artífice de su propio destino”.

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