Creatividad

Alfonso Vidal
Jefe de las Unidades del Dolor de los Hospitales Sur, La Luz y Valle del Henares de Quirónsalud

Podríamos decir que el propio mundo que habitamos es un derroche de creatividad desde sus comienzos, porque sin ella no evolucionaríamos, porque para crecer hay que crear medios que faciliten nuestra expansión.

Sin creatividad este mundo sería bastante plano, nada original, previsible, aburrido… No tendríamos estímulos para hacerlo más interesante, seríamos acomodados, conformistas, vagos, siempre y cuando estuviéramos vivos, que de puro hastío igual ni naceríamos, nos quedaríamos tan a gustito en el lecho materno hasta nueva orden…

La creatividad, como tantas virtudes, en unos seres es innata y en otros se desarrolla (ignoremos los cerebros rapados y hueros), obviamente con desiguales proporciones, porque si todos lo fuéramos en grado superlativo habría millones de sinfonías, novelas, cuadros, canciones et al., y todas maravillosas… Pero es la mezcla de creatividad y originalidad lo que le aporta singularidad a las cosas, a las obras, a las acciones. Hay quienes se manejan en un espacio de confort decorado de rutinas y tareas repetitivas y hay quienes con o sin musa curiosean.

Desde que nacemos convivimos con la creatividad, primero de nuestros predecesores, luego conforme crecemos de nosotros mismos y al tiempo que nos hacemos adultos de nuestros sucesores. En ese viaje que es la vida contemplamos la del resto de la humanidad y en unos casos nos subyuga y en otros nos causa una honda indiferencia.

"El intercambio entre campos del saber, el flujo fronterizo evita que todo tienda a la quietud"

La ciencia y el progreso no existirían sin creatividad. Cuentan que en 1880 Thomas Alva Edison, antes de su hallazgo, la bombilla, realizó más de un millar de intentos, aunque sin éxito, pero no se rindió. Tras dar por fin con la solución afirmó conocer mil formas de cómo no hacer una bombilla.

También Alexander Fleming investigando cultivos de bacterias en el sótano del laboratorio del Hospital St. Mary, en Londres, observó que caducaban y hasta aparecía una incómoda capa de moho. Observándola al microscopio descubrió una sustancia que dio origen a la penicilina en 1928. Y todo por tener presente ese moho, no ignorarlo. Los errores marcan pues un punto deinflexión en la curva de aprendizaje.

La creatividad tiene muchas dosis de ingenio, pero también de audacia, de sagacidad, de perspicacia, de astucia… No todos los científicos fueron “cráneos privilegiados” desde la más tierna infancia, por más que luego muchos indagaran de forma retrospectiva en su pasado tratando de justificar su genio maduro, porque nuestras facultades también crecen con nosotros. El intercambio entre campos del saber, el flujo fronterizo evita que todo tienda a la quietud. Las aplicaciones de la física a la medicina, por citar un ejemplo, o de la inteligencia artificial y el Big Data a la epidemiología, están a la orden del día.

Creatividad

Ignoro si Velázquez ya pintaba a sus vecinos sevillanos o si Shakespeare escribía dramas a las niñas de su entorno en Stratford on Avon, en Warwickshire, Inglaterra, porque en muchos casos su infancia es un completo misterio y solo desde la imaginería y la teórica se ha fabulado para reconstruir sus años más jóvenes. Sí sabemos que Mozart, caso paradigmático de niño prodigio, ya componía y tocaba a los 5 años.

En mi disciplina, la creatividad y curiosidad han acompañado a la investigación, juntas de la mano “…se las ve por el jardín” que diría Víctor Manuel, han avanzado y progresado al mismo tiempo, pero domesticadas por el trabajo, sacrificio, paciencia, que no son virtudes teologales, sino mundanas, como las de cualquier profesional que se precie de serlo, pero con especial rigor por cuanto hablamos de la salud del paciente.

Lo habitual en muchos descubrimientos en el mundo de la investigación no es la serendipia, sino el resultado del trabajo y la observación tenaz. Buscamos soluciones nuevas a problemas viejos, pero también buscamos problemas nuevos en los que encajar viejas soluciones, en un juego continuo solitario o compartido.

"Cuando se investiga un fármaco o una técnica quirúrgica no se hace al buen tuntún, sino contrastando esa creatividad con su aplicación a la vida real"

Cuando se investiga un fármaco o una técnica quirúrgica no se hace al buen tuntún, sino contrastando esa creatividad con su aplicación a la vida real. No basta con echar unos polvos en un matraz hasta que salga el genio de la lámpara envuelto en fuego, humo y luego nada. La cirugía y otras artes médicas son escrupulosas acciones intencionadas que pretenden la sanación o el diagnóstico menos invasivo.

Pero también es cierto que la creatividad lleva al éxito a sus autores y quienes indagan son pioneros en unas técnicas, y se “llevan el gato al agua”, porque “quien da primero, da dos veces”. Pero ¡ojo a quienes se pasan de frenada y de imaginativos, porque también pagan peaje! Algunas acciones sobrepasan lo fantástico hasta rozar lo fantasmagórico y llegar a lo dantesco, cuando no peligroso.

Los congresos suelen ser ámbitos donde mostrar lo que se sabe y lo que se hace, y unas veces sirven de lucimiento propio y otras ajeno, lugares donde contrastar pareceres, comparar protocolos, cotejar procedimientos y en ciertos casos aprender y en otros, sin arrogancia y con modestia, confirmar lo bueno que es uno mismo al ver lo que hacen y cómo lo hacen los colegas.

Sin creatividad no se escribirían estos artículos, porque darle al magín y exprimirlo para escribir una tribuna requiere de un nutrido fondo de armario intelectual, pero también de un ingenio para aportar ideas nuevas, sugerir propuestas, lanzar proposiciones y lograr la lealtad lectora para que ustedes regresen a vuelta de capítulo, como sé que ya hacen quincenalmente.

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