Derecho a la intimidad, el olvidado con el MIR Pablo Escribano

María Velasco Montealegre - Directora General Grupo Mediforum
Directora de Publicaciones del Grupo Mediforum

Puede que el nombre de Pablo Escribano Taioli no te suene de nada, pero si hablamos del 'MIR hallado muerto', entonces sabrás al momento de quién habla este artículo. Hasta hace unos días Pablo era una persona anónima, un residente MIR del Hospital Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares, quien con 29 años tenía toda una vida y una trayectoria profesional, larga y prometedora, por delante.

Hasta hace unos días, la población solo difundía una imagen del joven, cedida por sus familiares y amigos para hacerse eco de su desparición en Madrid, con el ánimo y la esperanza puesta en que Pablo apareciera de un momento a otro en su casa o en el hospital.

Hasta hace unos días, nadie cuestionaba la labor profesional, intachable por lo que se sabe, de Pablo, a quien de la noche a la mañana, miles de personas critican e insultan sin razones ni motivos.

Comentarios Facebook Pablo EscribanoY es que, desde que su cuerpo apareciera sin vida, numerosos medios se han hecho eco de infinidad de conjeturas sobre las causas de su muerte. "Sobredosis", se aventuraron desde un primer momento a señalar; a continuación los visionarios anunciaban "muerte por consumo de Popper", y, por último, la reseña innecesaria de que "apareció junto a otro hombre". Todo esto sin una autopsia por delante, sin que Pablo, ni sus familiares, hayan hecho nada para merecer tal aluvión de (innecesaria, de nuevo) información sobre su muerte.

El punto aquí no es saber cómo murió Pablo Escribano, algo que solo concierne a su familia y amigos; sino hasta qué punto el morbo y la necesidad de 'clicks' los medios han aprovechado una desgracia para hacer sangría de un joven que, hasta ahora, vivía y trabajaba en el anonimato.

El derecho a la información existe, pero también el derecho a la intimidad; discernir la línea entre lo informativo y el morbo, la verdad y las hipótesis y, sobre todo, la línea de lo humano. 

Todavía no ha salido una autopsia y los medios vaticinan una muerte rodeada de sexo y drogas, todo ello acompañado de crueles comentarios en las Redes Sociales cuestionando, ahora, la profesionalidad y vida de Pablo: "cómo es posible que un médico que sabe las maldades de la droga, las consuma", "qué pena de persona y de padres", "estamos tan aburridos que no sabemos divertirnos sin un chute", "ya no se puede confiar en nadie", "y encima médico, ¿en qué manos estamos?", esto son solo algunas de las "condolencias" que han dejado los usuarios a los familiares y amigos del joven.

Por suerte, todavía queda gente con integridad (o, más bien, moralidad) que entiende que "lo que importa ahora es el respeto a los padres y familiares que han perdido a un ser amado", "que pena que lo que vende es la carnaza", "¿sabéis lo que es el respeto a su intimidad?". 

Pues eso, intimidad. Y también, veracidad y ética, dos valores que deberían estar en la mente de todos los que desde un medio de comunicación, tenemos la capacidad de difundir información a millones de personas.

DEP Pablo Escribano

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