Enjambre

Alfonso Vidal
Jefe de las Unidades del Dolor de los Hospitales Sur, La Luz y Valle del Henares de Quirónsalud

Resulta harto complicado sustraerse del comportamiento compulsivo que lleva al consumo irrefrenable en estas fiestas navideñas. Es tal la conducta gregaria de decenas de miles de personas, que uno no puede evitar acordarse de los paneles de abeja, de los enjambres de cientos de miles de abejas que se mueven sin parar, aparentemente sin razón alguna, pero, en el fondo, perfectamente sincronizadas y coordinadas.

Sin pretender adentrarme en los terrenos de la psicología o de la etología, que no son mi ámbito de estudio, sino solo como mero espectador, uno puede colegir que esa forma de actuar de ninguna de las maneras puede ser buena, ni por razones de salud, ante las evidentes aglomeraciones y la tensión que en ellas se genera, ni por razones económicas, por el gasto desmedido, que repercuten directamente en el bolsillo del consumidor, aunque por otro lado favorezca al gremio minorista y a algún que otro gran almacén.

"A veces los médicos tratamos de razonar por qué hay días de tanto y otros de nada, y la verdad es que no acertamos a concluir una sola respuesta lógica"

A veces observamos la misma forma de proceder en las consultas o en las urgencias de los hospitales, especialmente en invierno, cuando la saturación es manifiesta. Por supuesto que todo el mundo tiene sus necesidades y sus prioridades, pero a veces los médicos tratamos de razonar por qué hay días de tanto y otros de nada, y la verdad es que no acertamos a concluir una sola respuesta lógica.

Uno, que en su otra vida hizo muchas guardias, recuerda ahora sin nostalgia esas jornadas maratonianas en que decenas de pacientes colmaban las urgencias, algunos con verdaderos procesos graves, que requerían atención inmediata; otros venían a rendir sus últimos alientos y por los que solamente cabía el alivio; y otras personas, cuya principal dolencia era la soledad, venían en busca de afecto.

Interior artículo Alfonso Vidal

Pero allí estaba todo el personal sanitario entregado en cuerpo y alma, vinieran en solitario o en enjambre, lo hicieran en verano o en invierno, con sol o lloviendo, a primera o a última hora, todos eran y aún lo son recibidos con la misma cordialidad, afabilidad y buen trato que se dispensa en la sanidad española, sea pública o privada.

Cuando uno ve la Gran Vía madrileña atestada de gente en pleno horario comercial durante las fiestas navideñas, no puede evitar el recordar aquellas entradas masivas en las urgencias y cómo poco a poco iban siendo todos diligenciados a sus respectivas áreas hasta diluirse las concentraciones. Lo mismo sucede en las vías urbanas conforme cierran los comercios y se hace la noche.

En el fondo, me pregunto si respondemos todos a un comportamiento gregario, estratégicamente dirigido para que sucumbamos impersonalmente al consumo masivo, también durante este periodo anual, donde son frecuentes  las cenas de empresa (por cierto, muchas también generaban no pocos pacientes a las urgencias); las adquisiciones compulsivas de alimentos, que luego dormirán el sueño de los justos en los frigoríficos hasta languidecer en el cubo de la basura; compras descontroladas de regalos que nadie usará; y visitas multitudinarias a la almendra central de las ciudades, hasta su colapso.

"Eviten las aglomeraciones y, por el bien de mis colegas, eviten los excesos que terminan en las urgencias"

Miren que valoro la miel, por su increíble aporte nutritivo y sus cualidades curativas, pero el mero hecho de pensar que una colmena es igual o peor que el metro en hora punta, con enjambres de seres deambulandocomo pollos sin cabeza de un lado para otro, me subyuga sobremanera, igual que ocurría en las urgencias cuando uno empezaba en esto ¡Pero qué demonios, para eso también estudiamos Medicina!

Estas jornadas festivas son una oportunidad inmejorable para el reencuentro y la reconciliación, que también son sanadoras. Eviten las aglomeraciones y, por el bien de mis colegas, eviten los excesos que terminan en las urgencias. Hay mejores sitios para compartir el tiempo que en dichas áreas críticas o en las redes sociales, por ejemplo, visitando a sus amistades. Recuerdeneste proverbio chino "en el camino a la casa del amigo… no debe crecer la hierba" ¡Feliz Navidad!

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