La farmacia española, abierta

Eduardo Pastor
Presidente de Cofares

El sistema sanitario español es objeto recurrente de elogios por su calidad y el compromiso de su red de profesionales. Sin embargo, la joya de la corona del Estado de Bienestar -como coinciden en nombrarlo dirigentes de todo signo político- muestra síntomas de fatiga. El gasto sanitario global (tanto público como privado) alcanza el 9,2% del PIB lo que sitúa a España en la posición undécima de la Unión Europea, por detrás de Alemania (11,2%) o Francia (11,1%), según datos de 2019 facilitados por Eurostat

En concreto, la aportación pública en España supera tímidamente el 6% del PIB, tras haber superado el bache de 2017 en el que llegó a caer por debajo de esa línea simbólica. Desde entonces, el gasto público ha comenzado a remontar bajo la promesa de un aumento paulatino que alcanzará el 7% del PIB en 2023. Una noticia positiva que no debe enmascarar las deficiencias arrastradas hasta el momento y cuya reparación, a mi juicio, nos compete a todos. El reto es mantener el liderazgo de un Sistema Nacional de Salud acorralado por varios frentes. Dos de los más visibles para el ciudadano son las listas de espera -el tiempo medio para pasar por quirófano supera los 120 días de media en cuatro comunidades autónomas, según datos del Ministerio-, y la escasez de ciertos medicamentos achacable a los desabastecimientos que sufre Europa por la deslocalización de la producción y la política de precios.

"Es el momento para reconsiderar el modelo sanitario en su totalidad"

Estos problemas conviven, además, con dos tendencias de fondo de sobra conocidas: el envejecimiento de la población y el impacto de las enfermedades de larga duración (cronicidad). A ello hay que sumar la aparición de nuevas dolencias, algunas aún por detectar, que contribuirán a presionar los recursos del Sistema.

Es el momento para reconsiderar el modelo sanitario en su totalidad: desde las relaciones entre los diferentes profesionales sanitarios, las nuevas fórmulas de relación con el paciente, la incorporación de tecnologías digitales en la atención sanitaria, hasta los modelos de pago y financiación. Todo ello con el único propósito de seguir situando la sanidad como una de las palancas y activos más importantes que tenemos como sociedad.

Aprovechar todos los recursos que ofrece el sistema es clave. La farmacia, como establecimiento sanitario, está llamada a aumentar su eficiencia lo que redundará en beneficio de todo el sistema. Y para muestra un botón: Francia ha autorizado la vacunación contra la gripe a través de las oficinas de farmacia como complemento a los centros de salud. Además de una decisión aplaudida entre la población, por la comodidad que supone vacunarse a escasos metros de casa y en un horario ampliado, la iniciativa ha aumentado las inmunizaciones.

"La farmacia, como establecimiento sanitario, está llamada a aumentar su eficiencia lo que redundará en beneficio de todo el sistema"

El caso de éxito abre la puerta a futuras colaboraciones como recoge la Estrategia Nacional de Salud 2018-2022 del país galo. En España, contamos con una red farmacéutica envidiable, con más de 22.000 oficinas repartidas por todo el territorio y con una capilaridad comparativamente alta, unido a una excelente distribución farmacéutica que llega a municipios de toda España con una eficiencia y calidad envidiable. Ese binomio es extraordinario para dar un mejor servicio a la sociedad. La labor de los farmacéuticos comunitarios va más allá de la dispensación de medicamentos. Son agentes de salud de primer orden en contacto directo con los pacientes.

El farmacéutico está plenamente consolidado como un profesional sanitario cercano y de confianza, cuyo consejo es fundamental y decisivo para llevar a término un tratamiento. Entonces, ¿por qué no ampliar sus funciones más allá de la dispensación de medicamentos?

El asunto, no menor, merece una reflexión analítica y pausada acerca de cuáles son las competencias de estos profesionales y cuáles podrían ser. La farmacia española y su distribución están muy abierta a colaborar con la Administración en todas aquellas iniciativas que ayuden a prevenir enfermedades, aumentar inmunizaciones o llevar un estilo de vida saludable. Es una página en blanco que está aún por escribir.

"Las nuevas tecnologías se han implementado en la farmacia para allanar la relación con el paciente y facilitar su acceso a la salud"

Ejemplos como el mencionado de Francia o el de Reino Unido, donde la Administración apuesta desde hace años por la figura del farmacéutico prescriptor al percatarse de que la intervención más frecuente en atención primaria es precisamente pautar un fármaco, pueden ser un buen punto de partida. Y el momento de hacerlo es ahora. Porque los ciudadanos no entenderían que dejásemos pasar de largo esta oportunidad, disponiendo de los recursos y los profesionales sanitarios capaces de aportar soluciones pragmáticas para combatir parcialmente la saturación de los centros de atención primaria, facilitar la realización de determinadas pruebas básicas de seguimiento de la salud, mejorar la adherencia al tratamiento o potenciar la alimentación saludable. 

No hay que olvidar que más de tres millones de personas tienen reconocida una situación de discapacidad en España, de las que 1,4 millones son mayores de 65 años y más de 500.000 son mayores de 80 años. Una situación de fragilidad en la que el farmacéutico puede tener un papel activo detectando errores en la medicación o carencias de salud que han pasado desapercibidas.

ADAPTARSE AL ACTUAL ESCENARIO

En este sentido, las nuevas tecnologías se han implementado en la farmacia para allanar la relación con el paciente y facilitar su acceso a la salud. La cuadratura del círculo tiene que llegar de la mano de la prestación de nuevos servicios manteniendo la viabilidad de las oficinas de farmacia, que se han revelado como el agente imprescindible de este nuevo ecosistema.

La farmacia es agente de cohesión social que garantiza una primera atención sanitaria con indiferencia de la ubicación o estado del paciente. Cabe recordar que es precisamente la equidad asistencial uno de los valores sobre los que se sustenta el modelo de farmacia comunitaria, y en esa línea debemos seguir trabajando.

España será en 2040 uno de los países más envejecidos del mundo, un escenario que pone a prueba la viabilidad del modelo actual sanitario y que nos obliga a explorar vías de relación entre los diferentes agentes y, por qué no, nuevas funciones asistenciales. En definitiva, tenemos que ofrecer soluciones que deberán basarse en modelos colaborativos, siempre en pro del paciente. Porque al margen de cualquier circunstancia, la principal razón de ser de la farmacia ha sido, es y seguirá siendo el paciente, con independencia de cuál sea su posición social o poder adquisitivo. La farmacia, siempre, muy abierta. 

Los contenidos de ConSalud están elaborados por periodistas especializados en salud y avalados por un comité de expertos de primer nivel. No obstante, recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.
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