Mal pronóstico en la violencia de género

CS
La radiografía de la violencia de género muestra un pronóstico nada alentador de una lacra que se ha convertido en un auténtico problema de salud pública. Las cifras fuera y dentro de nuestro entorno se visten de luto con la muerte de una mujer cada 10 minutos en el mundo a manos de su pareja o expareja. En nuestro país, ayer conocíamos una nueva víctima, una joven de 26 años, que moría asesinada por su verdugo y que sitúa en 40 las mujeres muertas por esta causa.

Como dice la campaña del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, “Hay salida”, pero quizá debe ser un esfuerzo de todos buscar más puertas y ventanas que nos lleven a derrumbar los muros de la violencia machista.La violencia mata y enferma, no sólo a las víctimas, sino también a la sociedad, cuyos modelos parecen, en ocasiones, no haber avanzado hacia la civilización, la libertad y el respeto.

Antes de matar, la violencia también convierte a sus víctimas en pacientes. Es entonces cuando el médico puede convertirse en un gran aliado en la lucha contra la violencia de género
De hecho, antes de matar, la violencia también convierte a sus víctimas en pacientes. Es entonces cuando el médico puede convertirse en un gran aliado en la lucha contra la violencia de género. Su mejor herramienta: la sospecha. Hace poco más de un año, una facultativa de Primaria, especializada en la atención a la mujer, me explicaba que, en la mayoría de los casos, la mujer no reconoce en consulta ser agredida por su pareja y son pocas las veces que acude con un algún tipo de señal física que pueda hacer sospechar el maltrato de manera directa. Ante este hecho, la principal estrategia es practicar la tan defendida humanización en salud, que pasa por mirar al paciente a los ojos y estar atento a su perfil y síntomas. “Mujeres tristes, ansiosas, que consumen medicamentos para dormir o para los nervios, y que presentan una baja autoestima” son algunos de los rasgos que destacaba esta profesional.

Y es que la violencia de género es un factor esencial en el deterioro de la salud. Repercute tanto física como emocional, sexual, reproductiva y socialmente. Según la Organización Mundial de la Salud, que en 1996 la convirtió en prioridad de salud pública en todo el mundo, sus consecuencias, además de fatales, es el caso de la muerte por homicidio o el suicidio, también son físicas (lesiones diversas, deterioro funcional, cefaleas, dolor crónico, síndrome del intestino irritable, trastornos del sueño y discapacidades) y psíquicas (depresión, ansiedad, trastornos de conducta alimentaria, intentos de suicidio, autolesiones, abuso de sustancias, dependencia psicológica del agresor…).

Ahora bien, si el mapa de actuación de médicos y enfermeros se rige en la sospecha, atención y denuncia, es hora de que nos paremos a pensar cuál es nuestra estrategia en la lucha contra la violencia de género. Porque aunque HAY SALIDA, queda mucho por hacer.


Marta Gómez
Redactora jefe


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