"Meteoropatías"

Alfonso Vidal
Jefe de las Unidades del Dolor de los Hospitales Sur, La Luz y Valle del Henares de Quirónsalud

Quién más, quien menos, ha sentido algún síntoma atribuible al cambio de las estaciones del año sea por exceso o por defecto de temperatura, humedad, presión atmosférica y lo que ello conlleva en resfriados, cefaleas, neuralgias, rinorrea, algias osteoarticulares, etcétera.

Las consultas se llenan a partir de estas fechas, como antiguamente los bares de los cines (¡ambigú, sorprendente palabra!) en aquellas interminables sesiones dobles. Y es que uno ya ha visto mucho…

Parece que todo puede deberse a la inadaptación del ser humano a los cambios, materia más propia de la antropología, pero que en la medicina ya alguien bautizó tirando del griego aprendido en el bachillerato como “meteoropatía”, que señala toda patología que se produce o agrava ante una situación meteorológica determinada.

Quien peor lo pasa es quien recibe a decenas, centenares, miles de pacientes con toda clase de patologías

Y en verdad parece que nunca acabamos de adaptarnos a las variaciones que experimenta el clima, pues cuando ya hemos asimilado el frío del invierno, hasta el punto de tenerlo interiorizado en nuestros huesos (¡con lo que eso duele!), de pronto brota la primavera de un día para otro y hemos de empezar a mudar tanto nuestras ropas como nuestras costumbres. Y qué decir cuando irrumpe el verano y nos rompe los esquemas recortando nuestras ropas e incrementando nuestra hidratación…

En general suele ser, o esta es mi percepción, peor el tránsito de los solsticios a los equinoccios que a la inversa, quizá porque el cambio sea más drástico y fruto de ese desajuste padezco como humano y paciente que soy. Sí, porque muchos pacientes siguen pensando que los médicos no sufrimos ni sentimos enfermedad alguna, porque nuestro conocimiento, cual coraza, nos protege contra el mal.

Perdonen que me sonroje, pero quien peor lo pasa es quien recibe a decenas, centenares, miles de pacientes con toda clase de patologías, algunas contagiosas por vía aérea, y termina germinando en su propio ser una amalgama de virus prestados, aunque no deseados, y otros males no contagiosos pero que conmueven y hacen compadecer, pero bueno, ¡nobleza obliga!

Volviendo al tema que nos ocupa, las alteraciones ambientales  son cada vez más drásticas y es inevitable introducir aquí el concepto de cambio climático para el que las viejas facultades no nos prepararon especialmente, por ser un fenómeno de nueva factura, pero al que igualmente hemos de dar respuesta satisfactoria con actualizaciones y nuevos estudios a fin de solventar los retos que nos presenta la mutación de temperaturas suaves en ascensos y descensos drásticos, sequías prolongadas, lluvias intensas, etc., como nunca antes se había experimentado.

Muchos de sus antiguos consejos para afrontar estas transformaciones ambientales han quedado trasnochados

Quien no haya tenido abuela/o no recordará esos viejos consejos relacionados con el tiempo, la humedad, todos basados en la experiencia de nuestros ancestros, pero incluso los que nos sobreviven muestran su extrañeza ante los fenómenos que ahora vivimos y son ellos precisamente quienes más lo padecen por ser los menos preparados ya para los cambios.

Muchos de sus antiguos consejos para afrontar estas transformaciones ambientales han quedado trasnochados y más que superados, pues ya no resuelven el conflicto, aunque no hay que negarles ni su raigambre ni su terciada validez para aliviar, porque curar, lo que se dice curar, ya no curan, salvo para los que crean en el efecto placebo. Es por eso por lo que la medicina tiene que adaptarse rápidamente a las nuevas necesidades y optar por la ciencia frente a la tradición.

Estas modificaciones ambientales aún están por concretar sus verdaderos efectos, pues necesitaríamos ciclos mucho más largos de tiempo para describir con detalle las consecuencias, pero desde su identificación ya vamos notando sus estragos, aunque muchos sigan negándolos.

Yo recomiendo observar, como esos ornitólogos que miran desde sus atalayas ad hoc a las aves, fijarse mucho en los cambios de tiempo…pero si me lo permiten, más todavía en los pronósticos meteorológicos que difunden los medios de comunicación, o incluso la propia AEMET por internet, para estar al corriente de las variaciones atmosféricas.

Ah, y un último consejito: asómense a la ventana antes de salir a la calle en manga corta, sandalias y bermudas por primera vez en el día… ¡nunca está de más para una comprobación personal de cara a no pasarlas canutas!

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