Randomización

Alfonso Vidal
Jefe de las Unidades del Dolor de los Hospitales Sur, La Luz y Valle del Henares de Quirónsalud

La randomización es un proceso de asignación aleatoria de participantes en un ensayo a dos o más grupos de control, soslayando los posibles sesgos en la selección y facilitando las comparaciones de los diferentes grupos.

Calma, no les hablaré de distribuciones normales, ni binomiales, ni de campanas de Gauss, ni de medias, ni de varianzas, ni de cálculo de probabilidades, ni de variabilidad. A mi juicio es todo mucho más sencillo de lo que parece: randomizar es como barajar las cartas para evitar que todos los triunfos vayan a una única mano.

En cierta medida es un ensayo a ciegas que pretende sustraerse de los riesgos derivados de la participación directa de quién manda el estudio. De esa manera, ni los participantes, ni los investigadores, saben quién pertenece a qué grupo de interés.

En los procesos productivos actuales se incardinan la innovación con la productividad, y la Medicina y los ensayos clínicos no iban a ser menos porque, en muchos casos, los mismos estudios producen los mismos resultados, en muchos casos insatisfactorios, debiendo introducir nuevas variables que alteren los resultados en pos del beneficio general. 

Ciertamente en las empresas es muy importante la productividad, pero la Medicina no produce pacientes, pero sí se le reclaman resultados óptimos en lo que a innovación y sus consecuencias se refieren. A menudo, lo más complejo, es medir los resultados.

En publicidad se habla de públicos objetivos, pero deja fuera a otros potenciales interesados que no son impactados y quedan fuera del mensaje

La randomización busca la transversalidad en los ensayos clínicos, tratando de indagar y encontrar nuevas vías de abordaje terapéutico, sin miedo, ni riesgo, a la influencia directa del investigador que pudiera sesgar los resultados. 

En publicidad se habla de públicos objetivos hacia los cuales dirigir ciertas campañas, minimizando los posibles derroches y evitando un gasto innecesario. Pero a menudo esto también deja fuera a otros potenciales interesados que no son impactados y quedan fuera del mensaje.

La randomización, también conocida como aleatorización, precisamente trata de obtener resultados con un análisis que podríamos llamar oblicuo o transversal.

Como en toda nueva teoría esta postura tiene sus defensores y sus detractores: puristas de un método de trabajo que denostan estas nuevas corrientes, frente a nuevas formas de pensamiento dispuestas a arriesgar en pos de la resolución de conflictos hasta ahora irresolubles, como son ciertas patologías, algunas de las cuales han requerido no solo investigación sino mucha imaginación.

Cuentan que Alexander Fleming, mientras investigaba los cultivos de gripe con los que trabajaba, vio que al caducar producían moho. Al observar este a través del microscopio descubrió una sustancia que daría lugar a la penicilina. Su éxito fue tomar en consideración ese moho que otros hubieran rechazado. Por eso, la solución a muchos conflictos radica en los detalles y no tanto la materia gruesa que lo compone.

La productividad está muy bien, pero la Medicina no debería olvidar la Investigación nila Innovación, aunque por desgracia son muchos los empeñados en meter la tijera. Quizá la implementación de procedimientos como la randomización podría dar lugar a resultados que inviten a la reflexión.

Es más, sería bueno randomizar no solo a los pacientes, sino también a los profesionales y quizá a los gestores, y de esa manera se podría analizar con objetividad los resultados de cada uno. En el análisis de las causas y de las consecuencias, minimizar la casualidad como sesgo derivado del azar, nos permitirá avanzar en la causalidad.

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