En Salud Pública, no hay atajos

Jaime del Barrio
Presidente Asociación Salud Digital

Durante estas semanas de expansión de la pandemia COVID-19  estamos asistiendo a una sobreexcitación de nuestro espíritu solidario e hiperproducción  de materiales y soluciones, salvo aquellas que son dignas de exclusión por fraudulentas y a las que no me voy a referir, querría dedicar unas líneas a aquellos movimientos que aun persiguiendo un fin superior y encomiable, en situaciones de crisis como la que vivimos no hacen sino generar ruido, dar sensación de que hacen y en muchos casos distraer la atención y los recursos de lo que es realmente importante.

En cualquier crisis sanitaria se espera que los sistemas sanitarios y las sociedades en que se asientan estén a la altura y eso significa que previamente los unos y las otras hayan previsto tal situación y tengan recursos materiales y humanos, así como la formación adecuada para hacer frente en las mejores condiciones a tal situación, estando todo lo anterior reflejado en planes específicos, contando con que las crisis no son sino aquellos momentos en los que las organizaciones ponen a prueba su capacidad de respuesta, no siendo nunca el momento de improvisaciones, y en el caso que nos ocupa mucho menos, por cuanto una decisión u otra se puede traducir en un impacto sanitario y social inasumible.

Dicho todo lo anterior asistimos a una carrera desenfrenada en búsqueda del tratamiento antiviral y la vacuna, contando en varios cientos los ensayos clínicos en marcha, así como decenas de miles los artículos publicados en el mundo, ¿pero realmente es posible que todo esto tenga la calidad y excelencia científica deseable?, no, rotundamente no

Las nuevas tecnologías, tan utilizadas y buscadas en este momento por todos sin excepción, incluso por los que hasta antes de la crisis eran detractores

Y no puedo terminar esta aproximación sin dedicar unas líneas al mundo de la digitalización y las nuevas tecnologías, tan utilizadas y buscadas en este momento por todos sin excepción, pero es más llamativa la adopción desde el primer momento de la crisis por quienes hasta entonces eran detractores y ellos y no otros han hecho que saltaran por los aires barreras que hasta entonces se afanaban en demostrar como infranqueables.

En fin, espero que esta sobrecarga de adrenalina, como respuesta a esta situación de estrés, deje un poso aprovechable y algunas lecciones aprendidas para siempre.

En cuanto a la primera de las cuestiones abordadas, la prestigiosa revista Science​ habla de que las crisis no son excusa para bajar los estándares científicos, como parece que está ocurriendo en este momento, en que el brote global de la enfermedad por coronavirus SARS-CoV-2 conocida como COVID-19 está siendo testigo de una avalancha de estudios clínicos. Pero un sentido de urgencia palpable y una preocupación persistente de que en situaciones críticas, los ensayos controlados aleatorios grandes no siempre son factibles o éticos perpetúan la percepción de que, cuando se trata de los rigores de la ciencia, las situaciones de crisis exigen excepciones a altas normas de calidad.

Si bien las crisis presentan importantes desafíos logísticos y prácticos, la misión moral de la investigación sigue siendo la misma: reducir la incertidumbre y permitir que los profesionales sanitarios, los sistemas sanitarios y los encargados de formular políticas tengan datos que les permitan abordar en las mejores condiciones la salud individual y pública. En lugar de generar permiso para llevar a cabo investigaciones de baja calidad.

El problema es que los desafíos que abordan los métodos rigurosos no pueden desaparecer ante la necesidad urgente. Pequeños estudios que se basan en la ciencia básica y la investigación preclínica en las primeras fases del desarrollo de fármacos generan rutinariamente señales prometedoras que no se confirman en ensayos posteriores. Incluso cuando se establece que los nuevos medicamentos son seguros y efectivos, rara vez sus beneficios son tan masivos que se pueden detectar en ensayos pequeños, abiertos y no aleatorios. La proliferación de pequeños estudios que no forman parte de una trayectoria de desarrollo orquestada es una receta para generar pistas falsas que amenazan con desviar recursos ya escasos a prácticas ineficaces, retrasar la adopción de intervenciones efectivas debido a la incapacidad de detectar de manera confiable pequeñas pero clínicamente significativas beneficios, y engendrar preferencias de tratamiento que hacen que los pacientes y los médicos sean reacios a participar en ensayos aleatorios. Estos problemas se amplifican mediante informes publicados de uso compasivo, que se diseñaron como una vía alternativa para acceder a intervenciones fuera de la investigación, no para apoyar la evaluación sistemática y no digamos si saltan a los medios de comunicación social generando falsas expectativas.

La Salud Digital sale reforzada como estratégica en el contexto actual

Para aquellos interesados en los avances en ensayos clínicos existentes para combatir la  COVID-19, este tablero dinámico​ recoge los ensayos clínicos que actualmente investigan tratamientos y vacunas (así como aquellos de prognosis, e incluso basados en la medicina tradicional china), siendo actualmente una cifra superior a  los seiscientos: Este tablero se actualiza semanalmente, y permite filtrar por país y ver los sponsors y el estado de cada ensayo, también puede descargarse una presentación que describe cada ensayo clínico o un excel que permite filtrar y estudiar uno a uno. Es loable esta transparencia y actividad investigadora, pero realmente el porcentaje que pueda cumplir los estándares de calidad y ética exigidos será tan inferior que no pueda justificar esta profusión desmedida.

Una segunda cuestión llamativa en estas circunstancias es la relativa al papel que están jugando las infraestructuras de telecomunicaciones, la digitalización y las nuevas tecnologías y en mi caso no lo es por lo que hayan supuesto una sorpresa, si no por el cambio tan importante ocurrido en días, a muchos temas que en los últimos años estaban suponiendo un tránsito por el desierto más árido y duro, mi grata sorpresa ha sido ver como saltaban por los aires barreras hasta entonces insoslayables.

La Salud Digital sale reforzada como estratégica en el contexto actual, superada la fase más crítica de la crisis y su incuestionable puesta en valor, pero habrá de consolidarse, potenciarse y a buen seguro rediseñarse, pero lo que esperamos es que profesionales sanitarios, pacientes y sobre todo autoridades sanitarias y políticas hayan encontrado por la vía de los hechos respuestas a los interrogantes que de su utilidad se nos planteaban dudas hasta hace bien poco.

La COVID-19 ha cambiado profundamente la configuración de la atención médica (pública y privada) y sus efectos durarán meses, dibujando escenarios totalmente diferentes en cada caso. Ha venido a demostrar que tenemos un sistema sanitario resistente y flexible, que también funciona bien en entornos desafiantes y hemos de continuar apoyándole, esta vez en serio, para que siga así. Le hemos sometido a un test de stress y ha obtenido una nota alta, eso sí a costa de la salud de los profesionales sanitarios por no haber tenido materiales de protección, cuando había señales que indicaban su urgente provisionamiento. A largo plazo, necesitamos pasar absolutamente a un sistema basado más en la atención preventiva y la verdadera Salud Pública desde el modelo asistencial de agudos que traíamos desde hacía demasiados años.

La combinación de big data e inteligencia artificial es esencial en este tipo de situaciones para la propuesta de soluciones

Hemos tenido al mismo tiempo una pandemia y una infodemia. La epidemia de una información demasiado falta de calidad y con muchos bulos a través de todos los formatos, se ha puesto de manifiesto la necesidad de menos información y de mayor calidad, y por supuesto siempre basada en fuente fidedignas.

Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) se han consolidados como básicas en la contención, asignación de recursos y las posteriores propuestas de resoluciones. También en este campo hemos vivido una verdadera avalancha de plataformas, soluciones, apps,… difíciles de digerir y ser capaces de distinguir entre aquellas que realmente aportaban valor, el tiempo será un implacable juez.

Y como no, día tras día hemos echado en falta unos datos creíbles, gran profusión de cifras, pero necesitadas del rigor y la robustez necesarias, teniendo en cuenta que son base de la toma de decisiones, la combinación de big data e inteligencia artificial es esencial en este tipo de situaciones para la propuesta de soluciones, asignación de recursos materiales y humanos y predicciones futuras de Salud Pública con gran impacto social y económico.

Nuestros Sistemas de Información han demostrado que tienen infraestructura y capacidad y las resistencias tradicionales se han superado y se han puesto desde el primer momento a contribuir en el reto de ajustar una demanda exponencial frente a unos recursos limitados y además en un tiempo récord.

Si hace tres meses me dicen (y a ellos) que iban a resolver esta situación como lo han hecho habría dicho que era imposible, todavía recuerdo hasta no hace mucho la lucha por la pendiente transformación digital en Salud o la resistencia de los clínicos a la telemedicina, en unos días esto ha pasado a formar parte de la historia y espero y deseo siga así.

Al mismo tiempo que se ha aumentado en tiempo récord la capacidad de respuesta de los hospitales, de los centros de atención primaria y de todos los recursos sanitarios, se ha puesto al paciente por delante dela burocracia, esta vez sí,  y se ha promovido la telemedicina principalmente entre el domicilio del paciente y el profesional de atención primaria, y también entre el paciente ingresado y aislado y su familia; y el paciente ha dejado de estar incomunicado incluso dentro del hospital.

En los momentos de crisis se ponen a prueba el conocimiento, experiencia y capacidades que hemos sido capaces de proveernos en tiempos de bonanza

Y todo el mundo dentro del ecosistema sanitario, ha dejado al lado el “soy” por el “qué puedo hacer” compartiendo experiencia y conocimientos, y hemos visto equipos multidisciplinares resolver problemas en horas que en otro contexto hubiesen llevado años.

Cuando tengamos controlado este virus será cuestión de poco tiempo el que aparezca otro nuevo o reemerja con nuevos atributos uno anterior. Hay miles de ellos esperando su oportunidad

Pero no hemos de preocuparnos más allá de lo necesario, sino simplemente ocuparnos, como hemos ahora con prisas, pero haciéndolo de la manera adecuada y con tiempo y no como ahora que no habíamos hecho antes los deberes.

En los momentos de crisis se ponen a prueba el conocimiento, la experiencia y las capacidades de que hemos sido capaces de proveernos en tiempos de bonanza, pero cuando está en juego la salud de las personas a nivel individual y colectivo, no hay atajos, ni en investigación, ni en tecnología, ni en materiales, ni en soluciones, ni en comunicación, ..… ¡¡¡ Ojala esta vez sí, aprendamos y nos preparemos mejor para la siguiente!!!

Tenemos el reto de mantener y potenciar todo lo bueno que estamos aprendiendo, pero ¿serán capaces los responsables políticos de aprender de esta experiencia y cambiar sus prioridades? ¿y la sociedad en general?

Es una reflexión que hemos de hacernos todos, antes de que tengamos que comprobarlo por la vía de los hechos.

Los contenidos de ConSalud están elaborados por periodistas especializados en salud y avalados por un comité de expertos de primer nivel. No obstante, recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.
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