Si opera, non tangere

Alfonso Vidal
Jefe de las Unidades del Dolor de los Hospitales Sur, La Luz y Valle del Henares de Quirónsalud

En una reciente visita de placer a Italia, a vuela pluma y desde el taxi, leí en un muro callejero, la expresión "si opera, non tangere". Lo primero que pensé es que era una expresión italiana, pero no tardé en comprobar que se trataba de una sentencia latina, cuya traducción literal sería “si funciona, no lo toques”.

Ignoro la traslación local o la intención personal de quien lo escribiera, pero rápidamente me vinieron muchas referencias particulares a la cabeza y algunas de las cuales son perfectamente compartibles en esta amable tribuna.

Todos estamos rodeados de personas, familiares, compañeros, desconocidos; de instituciones públicas o privadas para las que trabajamos o que trabajan para nosotros... Y tanto nuestras obras como las ajenas son susceptibles de analizar, evaluar, tasar y en unos casos aprobar y en otros reprobar.

Vaya por delante mi ánimo reparador, restaurador, innovador, todo lo que contribuya a mejorar nuestro trabajo, nuestra vida y la de los demás. Pero a veces uno detecta cierta inquina, cierto prurito por mejorar lo que funciona y es aquí cuando uno recuerda el aserto latino que se cruzó en mi camino en esa visita a la península itálica: “Si opera, non tangere”.

Habrá quien piense que esta forma de pensar es contradictoria con lo dicho anteriormente y considere que es más un pensamiento involucionista que revolucionista, pero soy de la opinión de que el progreso debe seguir su propia evolución y si funciona dejarlo que avance per se porque a veces manipular las cosas, las situaciones, va en perjuicio del resultado final y altera su resultado lógico.

"Al balancear los beneficios terapéuticos con los efectos secundarios en el marco de la seguridad para el paciente, es fácil que desechemos las novedades milagrosas"

Si algo no aporta nada nuevo en ninguna fase de un proceso creativo o productivo, lo mejor es mantenerlo como está. Este razonamiento es habitual ante las denominadas innovaciones terapéuticas en la farmacopea.

Al balancear los beneficios terapéuticos con los efectos secundarios en el marco de la seguridad para el paciente, es fácil que desechemos las novedades milagrosas

Siempre hay quien piensa que al incorporarse a una nueva función con repercusiones hacia terceros debe dejar su impronta y, por tanto, tomar medidas que no siempre mejoran, sino que simplemente pretenden anular, borrar o postergar lo que han hecho sus predecesores, como si éstos últimos fueran muy torpes y los primeros las únicas lumbreras sobre la faz de la tierra.

Entiendo que la toma de decisiones siempre resulta compleja y nunca llueve a gusto de todos y, lo que a unos convence, a otros les trastorna, cuando no directamente les causa un perjuicio.

Recuerdo una mítica sentencia “salus populi suprema les est” la salvación del pueblo es ley suprema, primer principio del derecho público romano, muy relacionada con el celebérrimo aserto de «Star Trek»: “El bienestar de la mayoría siempre ha de estar por encima del bienestar de la minoría"

"Conciliar progreso, consumo y sostenibilidad nos invita a la cultura del reciclaje"

A esta forma anteriormente descrita la solemos definir como democracia, aunque a veces no siempre es perfecta: imponer criterios por “la razón de la fuerza” en vez de “la fuerza de la razón” sólo conduce a designios erróneos, acciones equivocadas y decisiones desacertadas que, en ocasiones, hasta vienen acompañadas de sanciones.

Conciliar progreso, consumo y sostenibilidad nos invita a la cultura del reciclaje. Dar otros usos supone prolongar la vida útil y productiva. Trasformar viejos zapatos en maceteros puede resultar original y algo transgresor. Reflexionar sobre la utilidad de lo inútil o la inutilidad de lo útil puede amenizar alguna que otra sobremesa.

Intentar prolongar lo inevitable, como intentar afeitarse con una maquinilla eléctrica que no funciona o trabajar con un ordenador cuando su procesador se ha roto puede conducirnos al ridículo. Seguir labrando con bueyes cuando las cosechadoras tienen aire acondicionado y amortiguadores singulares tiene clara fecha de caducidad.

Ahora bien, cuando algo funciona no veo demasiado sentido a adquirir nuevos elementos solo por el hecho de gastar y especialmente me refiero cuando se emplean los caudales públicos, escasos por definición, con los que se debería ser especialmente mesurado.

Trasladen estos comentarios y opiniones a cualquier momento de sus vidas y verán cómo se reproduce esta forma de obrar, en algunos casos, de forma paradigmática y cuestionable. Sirvan de ejemplo los libros de educación infantil: Veo lógica una reforma cada equis tiempo, por eso de adaptarse a nuevas realidades, pero cambiarlo anualmente por hacer caja…

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