El pasado 17 de octubre se celebró el Día Mundial del Dolor, y como dicen los franceses noblesseoblige, léase “quien se clame a sí mismo como noble, debe conducirse como un/una noble”. No tiene uno hábitos ni posesiones ni títulos nobiliarios, pero sí la dignidad para dejar constancia de ello por aquello de ser especialista en la materia.
Don Miguel de Unamuno, miembro activo de la Generación del 98, mostró entonces, en su época y en su obra, un hondo pesar por “la crisis de finales del siglo XIX que se vivió en España", llegando a dejar escrita su célebre frase “me duele España”.
Don Miguel de Unamuno, miembro activo de la Generación del 98, mostró entonces, en su época y en su obra, un hondo pesar por “la crisis de finales del siglo XIX que se vivió en España", llegando a dejar escrita su célebre frase “me duele España”
Releyendo al maestro bilbaíno he recordado un recurso literario denominada “sinestesia” que es una figura retórica consistente en la atribución de una sensación a un sentido que no le corresponde, como cuando decimos “música dulce” o el “calor de tu mirada”.
Pero hete aquí que he descubierto su acepción fisiológica, que no es sino la “sensación secundaria o asociada que se produce en una parte del cuerpo a consecuencia de un estímulo aplicado en otra”, que hila con el dolor conmemorado esta semana, con el adagio unamuniano y con los múltiples frentes abiertos por estos páramos.
Dicen que nuestros sentidos nos engañan, que nada es lo que parece, que nunca dos personas escucharán un concierto de música rock o clásica igual porque cada uno lo hará con una disposición diferente; que tampoco verán un bodegón de la misma forma porque cada uno lo verá desde una óptica diversa; y qué decir de los sabores, pues ambos captarán matices dispares en el mismo guiso.
'El duelo a garrotazos', de Francisco de Goya.
No necesariamente es un trastorno físico, ni siquiera de la personalidad, como pueden sugerir algunos terapeutas. Algunos poetas apelan a la sinestesia para crear hermosas imágenes líricas, como Juan Ramón Jiménez, cuando decía “es de oro el silencio. La tarde es de cristales”, y “en el cénit azul, una caricia rosa” o también “por el verdor teñido de melodiosos oros” y nadie sostendría que el Nobel de Moguer sufría alucinación alguna. Licencia poética simplemente.
Toda exaltación de los sentidos tiene su reverso tenebroso y como todo exceso termina por pagarse. Cada cosa en su justa medida produce una sensación placentera, pero llevada al cénit puede ser contraproducente. Hay quien habla de tiempos de cólera, de furia contenida, de ira irreversible…Bueno sería bajar la tensión, calmar las tornas, crear puentes de comunicación, y por qué no, abrazarnos, porque parece que muchos no se dan cuenta de sus acciones y las reacciones que provocan alrededor.
Es cierto que un país es un organismo vivo, es un cuerpo en toda su mismidad, pero un cuerpo humano, íntegro, completo y complejo …no una estrella de mar, cuerpo simple y sencillo, capaz de desprenderse de uno de sus brazos para crear un organismo igual de simple y sencillo, por eso ahora que se aplican ciertos estímulos en una parte de dicho ente…flaquea y se duele el resto.
Como recientemente declaraba el director del Museo del Prado, Miguel Falomir, “el cuadro que hoy retrata a España es 'El duelo a garrotazos', de Goya”, una imagen sinestésica, llena de ardor, de pasión, de tragedia
En esta semana que hemos recordado el Día Mundial del Dolor se resienten las costuras que a duras penas mantienen cerradas las viejas heridas, tanto tiempo ignoradas y reabiertas por insensatos a los que parece no dolerles en prendas sesgar y rasgar.
Como recientemente declaraba el director del Museo del Prado, Miguel Falomir, “el cuadro que hoy retrata a España es El duelo a garrotazos, de Goya”, una imagen sinestésica, llena de ardor, de pasión, de tragedia. Ojalá nunca más nos duela este cuerpo que habitamos, ojalá #parlem para aliviar los dolores que tan difícil nos están haciendo estos momentos. Ojalá el cuadro de Juan Genovés El abrazo sirva de puente anestésico.