VAC...aciones

Alfonso Vidal
Jefe de las Unidades del Dolor de los Hospitales Sur, La Luz y Valle del Henares de Quirónsalud

Uyyy, casi vuelvo sobre el monotema... Personas cercanas ya me estaban inquiriendo para hablar de otros asuntos más polivalentes y mirar hacia delante, pero, qué queréis que os diga, resulta casi inevitable volver y no precisamente con la frente marchita... sino con más contagios a cuenta de la variante Delta.

Cada día que avanza se hace más compleja esta pandemia, a la par que las explicaciones de los expertos, que ya no aciertan a “tapar un agujero” cuando sale otra fuga por otro lado de este arca global. Hace aguas por mil sitios aunque nos empeñemos en mirar para otro lado e ignoremos sus víctimas, a pesar de los recursos para combatir al temido bicho.

Estas vacaciones han de ser un tiempo para desconectar, olvidar por unos días todos los malos momentos vividos a lo largo de este último año y medio, en lo profesional y en lo humano, pero el disco duro está sobrecargado y parece necesario, casi inevitable, borrar “terabites” de malos recuerdos.

Ni siquiera con la inmunización parecemos tener garantías al 100% de no correr riesgos

Quizá haya algún “giga” o al menos algún “mega” de buenos momentos, para mantener como memoria viva, pero en el fondo son los menos... Cuánto desearía que las vacaciones fueran el bálsamo para que todos repusiéramos fuerzas, pero ni siquiera con la inmunización parecemos tener garantías al 100% de no correr riesgos... y sobre todo que la temeridad de algunas personas no nos los haga correr a quienes cumplimos a rajatabla.

Cuando se lleva muchos años conduciendo, por muy buen coche que se tenga, hay que seguir respetando las normas de circulación, evitando el consumo de sustancias que puedan trastocar la atención… Por otro lado, conviene conducir sin cansancio, habiendo pasado una revisión del vehículo, amén de las condiciones climatológicas y del estado de la pista, y aun así nada ni nadie nos garantiza que no podamos tener un percance mayor o peor, o mejor ninguno.

Pues con las vacunas pasa exactamente lo mismo, que algunas personas, las menos, siguen creyendo que están a salvo por no inocularse estas preparaciones, que a la carrera laboratorios de prestigio han sacado adelante con el trabajo de miles de científicos y expertos, y los millones de los estados para garantizar la protección de su ciudadanía.

No entiendo por qué se celebran los Juegos Olímpicos de Tokio estando como estamos

Se podrá apostillar que las personas vacunadas nos creemos completamente a salvo por inocularnos dichas “pócimas”, pero volviendo al ejemplo circulatorio, quien lleva un auto más “duro” tendrá más posibilidades de sobrevivir que quien va sin defensas, sin cinturón y encima con unas copitas de más en el cuerpo. La seguridad 100% no existe, pero hay que ayudarla.

Es verdad que tenemos fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado que garantizan nuestra protección y aun así un compañero enfermero fue salvajemente agredido en el metro madrileño por intentar advertir de una cordura solidaria a un desalmado, que no desarmado, que incumplía las normas y que le golpeó, haciéndole perder la visión de un ojo, al tiempo que le insultaba en su cobarde huida. Esperemos que recapacite y que la Justicia le ponga en su sitio.

Desearía irme de vacaciones, lo prometo, volviendo con nuevas ilusiones y nuevos temas que comentar, pero la actualidad me obliga aún a girar sobre un tema que no parece querer dejarnos por ahora.

Vimos la final de la Eurocopa con un Wembley atiborrado; el mismo día y en la misma ciudad, la final de tenis de Wimbledon hasta arriba; la final de la NBA en el Fiserv Forum de Milwaukee hasta la bandera… No sé, no acierto a explicármelo, como no entiendo por qué se celebran los Juegos Olímpicos de Tokio estando como estamos. Llevarlos a cabo puede ser una ruleta rusa.

Cabría esperar el máximo rigor y disciplina de toda la ciudadanía, pero igual es mucho esperar

Tampoco han ayudado demasiado ciertas decisiones políticas, bien nacionales, bien regionales, sobre las medidas precautorias, léase mascarillas, reuniones grupales, horario de apertura de ciertos establecimientos de ocio, ya de por sí controvertidas. Pero no lo ha sido menos la libre interpretación de quienes pensaban que ya estábamos fuera de peligro y se pusieron las normas por montera o directamente se las pasaron por el arco del triunfo de sus caprichos.

Cabría esperar el máximo rigor y disciplina de toda la ciudadanía, pero igual es mucho esperar. Les recomiendo que no bajen la guardia, porque aún no hemos salido de ésta. Solo me resta desearles unas merecidas y reparadoras vacaciones, en paz y en armonía. Nos veremos a la vuelta ¡Que la fuerza… y sobre todo la salud… les acompañe!

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