Vacunas vendo

Alfonso Vidal
Jefe de las Unidades del Dolor de los Hospitales Sur, La Luz y Valle del Henares de Quirónsalud

Cuán lejanos parecen quedar los tiempos en que la palabra compromiso tenía un carácter prácticamente contractual. Dice nuestro Código Civil en su artículo 1º que “las fuentes del ordenamiento jurídico español son la ley, la costumbre y los principios generales del derecho”, aplicándose estas dos últimas solo en caso de ausencia de la primera.

También quedan muy lejanos los días de los mercados persas, de los mercadillos o zocos medievales, dónde reinaban trueque y regateo, donde los pactos se cerraban con un apretón de manos o con intercambio de bienes materiales, semovientes y/o humanos. Repito, por fortuna perdidos ya en el marasmo de los tiempos.

A fecha del corriente las reglas del mercado están perfectamente reguladas y sujetas a una estricta normativa local, regional, nacional y/o internacional. Y compete a las autoridades la interpretación y aplicación de la ley en caso de duda o conflicto. Todo abuso o perjuicio debe tener su corrección y la severidad será acordé a la dimensión del entuerto.

Tras 12 largos meses de calamidad esperábamos que la efectividad de las vacunas empezara a poner el punto y final a incertidumbres

No podía imaginarse uno que a estas alturas del nuevo siglo tuviésemos que volver a arcaísmos de épocas pretéritas donde la traición, el abuso y la picaresca, camparan de nuevo a sus anchas. Esperaba ir progresivamente abandonando el monotema por aquello de no cansar a los lectores.

Pero veo que no hay manera de abandonar esta suerte de arrabal dónde nos han parapetado desde hace un año. Los confinamientos perimetrales están creando colmenas urbanas con celdillas temporales en las que brillan solidaridad y soledades.

Tras 12 largos meses de calamidad esperábamos que la efectividad de las vacunas empezara a poner el punto final a incertidumbres y a una tragedia que ha ido progresivamente deshumanizándonos hasta asumir con total normalidad cifras de víctimas que, en otras épocas, hubieran paralizado a un país por un atentado, un accidente o simplemente una intoxicación.

Desde hace más de 365 días, parecemos inmunizados sí, pero ante el drama constante de centenares de muertes diarias. Abstraídos como quien ve un resultado deportivo, una oscilación bursátil o la caída de las hojas de una acacia.

Pero sinceramente nunca llegue a creer que vería el mercadeo de ciertas firmas de enorme prestigio mundial porfiando, regateando o trapicheando con un bien supremo como una vacuna, máxime después de haber adquirido compromisos firmados con entidades supranacionales, a la espera de un mejor postor que suba la puja, como si de un bazar de almoneda se tratara, subastándose viales como en una feria de ganado o lonja de pescado.

Tal vez las reglas de compromiso que vinculan a las partes solo pudieran dirimirse al alba y en duelo público, para regocijo de la masa enfervorecida. Y es que esta pandemia no solamente está trastocando el ánimo de los profesionales sanitarios y por extensión del resto de humanos del planeta.

Debemos poner en valor la extrema celeridad con que han aparecido estos hallazgos inmunizadores

Parece que también se están tirando por tierra lealtades, promesas, obediencias, cumplimientos, etc., Y como consecuencia de lo anterior, nos lanzasen a todos al barro para hozar como cochinos en pos de un trozo de carne sucia mientras suena el tango cambalache.

Negociar con las vidas, instrumentalizar el dolor ajeno con el único fin del máximo beneficio, suena a oficio de canallas, oportunistas, trapisondistas y traficantes de almas blancas y negras, esclavas todas de una oportunidad para seguir existiendo en forma de inyección vital cargada de futuro, con permiso de las nuevas cepas, ahora que el mito del murciélago se precipita al vacío por su propio peso.

Y eso que debemos poner en valor la extrema celeridad con que han aparecido estos hallazgos inmunizadores, la competencia feroz entre los contrincantes, la guerra por incrementar el porcentaje de efectividad y la seguridad en su conservación, los misteriosos frenazos en la producción, la desviación de partidas ya acordadas, etc.

Echo en falta en esta compleja ecuación de intereses cruzados el liderazgo e iniciativa de los gobiernos e instituciones públicas que una vez más se han visto sobrepasados por las empresas privadas ¿para cuándo una vacuna pública europea, sobre todo cuando tantos ciudadanos europeos se han visto afectados?

Todas las evidencias indican que los acuerdos alcanzados por Europa en global y por sus miembros en particular son papel mojado

La empresa privada ha arriesgado un ingente capital en investigación y eso también hay que reconocerlo, pero no hasta el punto de abrir la mano a la especulación salvaje.

De cada gran crisis surge una gran trasformación. Esta, tal vez afecte a las reglas del mercado. Todas las evidencias indican que los acuerdos alcanzados por Europa en global y por sus miembros en particular con ciertos laboratorios son papel mojado y, al grito de "muy buenas ¿qué hay de lo nuestro?", solo obtienen por respuesta "¡vacunas vendo!"

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