El próximo lunes 10 de febrero se conmemora el Día Internacional de la Epilepsia, una de las enfermedades neurológicas más frecuentes en el mundo. Caracterizada por la predisposición del cerebro a generar crisis epilépticas, la epilepsia afecta a casi 500.000 personas en España, según la Sociedad Española de Neurología (SEN), y a más de 50 millones de personas a nivel global, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El impacto de la epilepsia va más allá de las crisis epilépticas. Según el ‘Informe Impacto sociosanitario de las enfermedades neurológicas en España’ de la SEN, las personas con epilepsia tienen un riesgo de sufrir accidentes fatales entre 2 y 4 veces mayor que la población general. Además, aproximadamente un 50% de los pacientes padecen comorbilidades, como ansiedad, depresión, trastornos cognitivos, migrañas, enfermedades cardiovasculares o endocrino-metabólicas.
El riesgo de muerte también es mayor entre quienes sufren epilepsia. De acuerdo con el informe del Global Burden Disease study (GBD), las principales causas de morbimortalidad incluyen la muerte súbita asociada a la epilepsia (SUDEP), el estatus epiléptico, el riesgo de suicidio y los accidentes provocados por las crisis. Este mismo estudio señala que la epilepsia no sintomática es responsable del 5% de los años de vida perdidos por discapacidad o muerte prematura dentro de las enfermedades neurológicas.
“Todavía hoy en día, el diagnóstico de epilepsia puede suponer un estigma, y se asocia a dificultades para desarrollar una vida social plena, así como para recibir una formación adecuada y encontrar empleo”
“La epilepsia es una enfermedad crónica con un alto impacto sobre la calidad de vida, tanto para quien lo sufre como para sus familiares y afecta también a los sistemas sanitarios. Y, además de las crisis, la epilepsia puede ser una causa importante de discapacidad. En todo el mundo, es una de las enfermedades neurológicas que más años de vida perdidos por discapacidad produce, aunque su impacto depende de muchos factores, como las enfermedades subyacentes o el grado de respuesta al tratamiento”, comenta el Dr. Manuel Toledo, Coordinador del Grupo de Estudio de Epilepsia de la Sociedad Española de Neurología (SEN). “Todavía hoy en día, el diagnóstico de epilepsia puede suponer un estigma, y se asocia a dificultades para desarrollar una vida social plena, así como para recibir una formación adecuada y encontrar empleo”.
Cada año se diagnostican más de 2,4 millones de nuevos casos en el mundo, pero el diagnóstico puede retrasarse hasta 10 años incluso en países desarrollados. Se estima que un 10% de la población sufrirá al menos una crisis epiléptica en su vida, por lo que es fundamental la detección precoz, especialmente en niños y adultos mayores, los grupos con mayor incidencia.
Hasta un 30% de los casos de epilepsia podrían prevenirse, ya que algunas de sus causas incluyen traumatismos craneoencefálicos, infecciones, enfermedades genéticas y problemas vasculares. Entre las medidas de prevención destacan el control de factores de riesgo vascular, la vacunación, la higiene, el seguimiento del embarazo y el parto, y la protección contra golpes en la cabeza.
“Como sociedad científica, en el Día Internacional de la epilepsia nos gustaría poner el foco en la investigación. Aunque en las últimas décadas haya aumentado considerablemente los tratamientos, aún existe un alto porcentaje de pacientes farmacorresistentes que no responden adecuadamente a los tratamientos. Es decir, siguen presentando crisis epilépticas a pesar de los tratamientos farmacológicos, lo que es preocupante para las personas con epilepsia y toda la sociedad”, comenta el Dr. Manuel Toledo. ”Es necesario, por lo tanto, seguir investigando en tratamientos efectivos que ayuden a controlar las crisis y modificar la evolución de la misma”.