El 50% de las muertes por contaminación atmosférica se deben a las enfermedades cardiovasculares

En el caso de los adultos, la cardiopatía isquémica y los accidentes cerebrovasculares son las causas más comunes de muerte prematura atribuibles a la contaminación del aire exterior.

Paciente con problemas de corazón (Foto: Freepik)
Paciente con problemas de corazón (Foto: Freepik)

La evidencia científica que demuestra el perjuicio que la contaminación tiene para nuestra salud es cada vez mayor. Durante muchos años se ha pensado erróneamente que esta únicamente podía afectar de forma grave a nuestra salud respiratoria, pero lo cierto es que nos encontramos ante uno de los factores de riesgo más importante de muerte y discapacidad.

Dos recientes informes publicados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) concluyen que la contaminación del aire es ya la cuarta causa de muerte y reduce nuestra esperanza de vida en tres años de media. Un problema global de salud pública que se ha relacionado ya con la salud mental o las enfermedades cardiovasculares. En estas últimas, vamos a poner el foco a lo largo de las siguientes líneas.

La Federación Mundial del Corazón (WHF, por sus siglas en inglés), la Sociedad Europea de Cardiología (ESC, por sus siglas en inglés), la Asociación Americana del Corazón (AHA, por sus siglas en inglés) y el Colegio Americano de Cardiología (ACC, por sus siglas en inglés), publicaron de forma conjunta el pasado mes de febrero un documento a través del que instaban tanto a los profesionales sanitarios como a las autoridades a mitigar de forma urgente el impacto que la contaminación del aire tiene en las personas. El análisis realizado por estas organizaciones sobre la relación entre la contaminación y el desarrollo de enfermedades cardiovasculares se resume en una conclusión clara y contundente: hasta un 50% de las muertes por contaminación atmosférica se deben a enfermedades cardiovasculares.

El referido informe expone que nueve de cada 10 personas vive en lugares en los que la calidad del aire excede los límites de contaminación recomendados. En octubre del pasado año la OMS actualizada sus directrices sobre la calidad del aire (no se revisaban desde 2005), como respuesta a la ingente evidencia científica que demuestra que la contaminación del aire es ya uno de los principales factores de riesgo para nuestra salud que causa más de siete millones de muertes prematuras cada año en el mundo.

De acuerdo con la revisión realizada por la OMS la contaminación del aire afecta de múltiples formas a nuestra salud. En el caso de los niños, aquellos que viven en zonas en las que los índices de contaminación del aire exceden los límites recomendados, pueden ver reducido su crecimiento y su función pulmonar, y presentan más riesgos a la hora de desarrollar infecciones respiratorias o agravamiento de las ya existentes como puede ser el asma.

Dos recientes informes publicados por la OMS concluyen que la contaminación del aire es ya la cuarta causa de muerte y reduce nuestra esperanza de vida en tres años de media

En el caso de los adultos, la cardiopatía isquémica y los accidentes cerebrovasculares son las causas más comunes de muerte prematura atribuibles a la contaminación del aire exterior. En base a esto la OMS asegura que la morbilidad para la salud a nivel global de la contaminación del aire es equiparable a las dietas malsanas o el tabaquismo.

Si analizamos los datos más recientes relativos al impacto de la contaminación del aire en la salud cardiovascular de los europeos, 417.000 personas fallecieron de forma prematura en 2018 (análisis de 41 países europeos), de acuerdo con el informe publicado por la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA). En el caso de España la cifra ascendió a 23.000 muertes prematuras debido a las partículas de materia en suspensión PM 2.5 (partículas en suspensión de menos de 2,5 micras que incluyen sustancias químicas y orgánicas, polvo, hollín o metales entre otras), dióxido de nitrógeno y ozono.

“Estas pequeñas partículas contaminantes viajan por el torrente sanguíneo dañando el interior de las paredes de los vasos, que se estrechan y se vuelven más rígidos, favoreciendo así la posibilidad de que aumente la presión arterial, la coagulación de la sangre y la aparición de ritmos cardiacos anormales”, expone a través de un comunicado el doctor Jordi Bañeras, portavoz de la Federación Española del Corazón (FEC).

Se ha hecho referencia a la contaminación exterior, pero también juega un importante papel la contaminación doméstica. Las estimaciones apuntan a que 3,8 millones de personas mueren cada año por enfermedades atribuibles a la contaminación en los hogares. De estas muertes, el 45% se producen como consecuencia de enfermedades cardíacas o ictus.

Las estimaciones apuntan a que 3,8 millones de personas mueren cada año por enfermedades atribuibles a la contaminación en los hogares. De estas muertes, el 45% se producen como consecuencia de enfermedades cardíacas o ictus

La OMS ha estimado recientemente que el 31% de las enfermedades cardiovasculares podrían evitarse si se eliminasen los contaminantes ambientales. “La enfermedad cardiovascular es extraordinariamente prevalente en las sociedades desarrolladas como la nuestra, causando más de 330 fallecimientos al día en nuestro país. Después de la dramática situación sufrida por la pandemia, debemos poner en contexto que la elevada mortalidad por las enfermedades cardiovasculares se sigue produciendo y debemos seguir luchando por intentar concienciar en todas las medidas de su prevención”, advierte el doctor Ángel Cequier, expresidente de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), a través de un comunicado.

El documento conjunto con el que abríamos estas líneas propone una serie de acciones estructurales que pueden reducir la contaminación. Entre estas, destacan:

  • Mitigar la contaminación como medida de salud, llevar a cabo más investigaciones sobre la calidad del aire y su impacto en las enfermedades cardiovasculares, así como intervenciones para reducir la contaminación del aire y su efecto sobre las enfermedades no transmisibles (ENT).
  • Proporcionar a los pacientes medidas de protección personal que reduzcan la exposición a la contaminación, como sistemas de filtración de aire.
  • Incluir la contaminación del aire en los planes de gestión de las distintas enfermedades mediante el uso, por ejemplo, de indicadores de la calidad del aire.
  • Participar en el desarrollo de directrices sobre contaminación atmosférica y enfermedades cardiovasculares.
  • Apoyar a los ministerios de Medio Ambiente, Energía y Transporte en sus esfuerzos por mitigar la contaminación.
  • Trabajar para educar y crear conciencia sobre los beneficios para la salud cardiovascular de un aire limpio.
Los contenidos de ConSalud están elaborados por periodistas especializados en salud y avalados por un comité de expertos de primer nivel. No obstante, recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.
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