Deporte amateur vs profesional: ¿Cuándo hay más riesgo de sufrir una muerte súbita cardiaca?

Según el cardiólogo y coordinador del proyecto Cardioprevent (programa de detección de cardiopatías en jóvenes), Jordi Trías de Bes, la mayor parte de las patologías detrás de la muerte súbita son detectables mediante pruebas como el electrocardiograma

Hombre realizando deporte al aire libre (Foto. Freepik)
Hombre realizando deporte al aire libre (Foto. Freepik)
Joaquín Soto
19 agosto 2021 | 00:00 h

Una muerte súbita cardiaca es un paro cardiaco no recuperado, es decir, con desenlace fatal. No es nada fácil escapar de la muerte cuando te falla el corazón. Para empezar, la enfermedad no avisa: en la mayoría de los casos el primer síntoma es la propia muerte súbita. Tampoco es generosa con los tiempos de reacción. Por cada minuto en parada cardiorrespiratoria se reduce un 10% las posibilidades de sobrevivir. Una actividad deportiva intensa puede ser el desencadenante, que no la causa, de sufrir un muerte súbita cardiaca. Sin embargo, no afecta de igual manera al deporte amateur del profesional. De esta forma, los jóvenes deportistas no profesionales tienen tres veces más riesgo de sufrir un paro cardiaco no recuperado en comparación con los profesionales.

Pero el público general desconoce esta realidad. Así lo indica el cardiólogo del Hospital-Clínica Corachan de Barcelona y coordinador del proyecto Cardioprevent (programa de detección de cardiopatías en jóvenes), Jordi Trías de Bes. Quien asegura que las muertes súbitas en deportistas de élite, pese a causar una gran conmoción en los medios de comunicación, representan la minoría. Como el reciente caso del futbolista danés Christian Eriken durante la pasada Eurocopa, que pudo ser salvado gracias a la rápida actuación de los profesionales sanitarios. 

La rapidez de respuesta es crucial cuando hablamos de muerte súbita cardiaca. “Las posibilidades de recuperación dependen intensamente del poco tiempo que se tarde en empezar maniobras de recuperación, de masaje cardiaco…”, detalla el especialista. De forma que la persona fallecerá en 10 minutos si no se han realizado las medidas oportunas. Tal y como explica el clínico, si presenciamos un posible caso de muerte súbita, lo primero que debemos hacer comprobar que no respira, palpando las arterias carótidas y empezar el masaje cardiaco en el tórax y hacer uso del desfibrilador lo antes posible.

Los deportistas jóvenes no profesionales tienen tres veces más riesgo de sufrir una muerte súbita cardiaca

Pese a disponer de un margen de tiempo tan reducido, en el 80% de los casos la primera señal de alarma que manda el cuerpo es la propia muerte súbita. Una afección que se desarrolla principalmente por dos tipos de enfermedades cardiacas, ambas genéticas, y afecta tanto a profesionales como amateurs. Estas son, enfermedades hereditarias del músculo cardiaco (miocardiopatías) y las arritmias. Según explica el cardiólogo, en estas últimas “lo que está en jaque es la corriente eléctrica que generan las células cardiacas. Estas afecciones son mutaciones genéticas que pueden causar, en cualquier momento de la actividad deportiva o en la misma cama arritmias letales y causar una muerte súbita”.

Así, estos problemas cardiacos rara vez son detectados antes de que se manifieste la muerte súbita. “A veces hay suerte y se detecta en vida porque esa arritmia les provoca simplemente un síncope. Una pérdida de conocimiento de la que se recuperan rápidamente y entonces se hace un estudio y se descubre”, detalla el clínico.

ELECTROCARDIOGRAMA EN JÓVENES

Por todo esto, Jordi Trías de Bes aboga por realizar chequeos cardiacos a los jóvenes: “No deberíamos tener a ningún joven, haga deporte de competición o no, sin al menos tener un electrocardiograma en su vida, preferentemente a los 15 años. Dado que ya han entrado en la pubertad y ya no tienen el electrocardiograma inmaduro de los niños que puede dar lugar a confusiones con otras patologías”.

Según informa, en otros países de nuestro entorno ya se llevan a cabo revisiones de este tipo. “En Inglaterra hacen revisiones sistemáticas a los jóvenes que lo desean. Lo hacen asociaciones caritativas y cada año revisan a unos 50.000 jóvenes de entre 15 y 30 años y en 1 de cada 300, sin síntomas previos, se descubre una anomalía potencialmente mortal”.

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