Dos de cada tres personas con VIH reconocen algún trastorno nervioso

Factores relacionados con las enfermedades mentales, como situaciones de estrés, baja autoestima, ansiedad o depresión, que hacen que esa calidad de vida sea inferior a la del resto de la población.

Mujer con ansiedad (Foto. Freepik)
Mujer con ansiedad (Foto. Freepik)
CS
12 mayo 2022 | 19:05 h

Las personas con VIH presentan habitualmente más problemas relacionados con la salud mental que el resto de la población. De hecho, dos de cada tres afectados dicen sentir nervios y ansiedad, tristeza y depresión y fatiga, y más de la mitad afirma sufrir insomnio.

Así lo ha afirmado el Dr. Ignacio Pérez-Valero, consultor del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario Reina Sofía (Córdoba) e investigador clínico en el grupo de virología del Instituto Maimónides de Investigación Biomédica (IMIBIC), durante el Webinar ‘Salud mental en las personas con VIH: dificultades emocionales, problemas de sueño y deterioro cognitivo’ celebrado en el marco del programa de formación on-line “VIH es 2.0: Ir más allá de la indetectabilidad”, impulsado por la Sociedad Española Interdisciplinaria del Sida (SEISIDA) y Gilead

Dra. González Baeza: "La depresión afecta a entre un 21-35% de las personas con VIH, cifra bastante superior al casi 7% de entre la población general"

En este acto, la Dra. Alicia González Baeza, profesora de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónomade Madrid, ha subrayado que hay factores relacionados con las enfermedades mentales, como situaciones de estrés, baja autoestima, ansiedad o depresión, que hace que la calidad de vida sea inferior a la del resto de la población.

”La depresión afecta a entre un 21-35% de las personas con VIH, cifra bastante superior al casi 7% de entre la población general. En cuanto a otros trastornos, como la ansiedad o el estrés postraumático, también se aprecia esta diferencia” ha expresado. 

De igual modo, González Baeza se ha referido a los estresores asociados al proceso de vivir con VIH, es decir, a los efectos que tiene el propio VIH en el sistema nervioso central o de los tratamientos. Hay que contemplar, dijo, ”factores tan relevantes como el impacto del diagnóstico, la discriminación y el estigma, las expectativas de rechazo, el propio estigma internalizado que interfiere en el día a día y relaciones sociales, las preocupaciones por no tener cura, por posible transmisión sexual, por adherencia, complicaciones médicas, cambios imagen corporal”. 

TRATAMIENTOS INADECUADOS

 Por otro lado, el Dr.Pérez-Valero resaltó que debido a que los trastornos mentales que sufren las personas con VIH suelen pasar desapercibidos en la mayoría de los casos, no reciben el tratamiento adecuado. “Esto supone, muy a menudo, la persistencia del sufrimiento de la persona con VIH y puede afectar la evolución de su enfermedad y de la respuesta al tratamiento antirretroviral”, ha sostenido.

Según el Dr. Pérez-Valero, "entre el 30% y el 40% de los pacientes con VIH van a experimentar la depresión y problemas cognitivos y un 70% tendrá trastornos de sueño"

Este experto comentó, asimismo, que entre el 30% y el 40% de los pacientes con VIH van a experimentar la depresión y problemas cognitivos y un 70% tendrá trastornos de sueño. Según ha expuesto, “estas alteraciones están infradiagnosticadas, por falta de medios, de formación de los médicos o de proactividad y seis de cada diez especialistas no les hace seguimiento”.

El investigador clínico del IMIBIC señaló que la calidad del sueño tiene alto impacto a nivel funcional y cognitivo, no solo en las personas con VIH, pero que como la mayoría de las personas con VIH presentan mala calidad del sueño, “la valoración del sueño debería ser obligada en todas las personas con VIH”. Por ello, reclamó que el manejo de los trastornos del sueño debe ser compartido entre el paciente y el profesional.

En cuanto a las intervenciones para abordar este problema, la Dra. González Baeza, señaló que debían de ser de diferentes tipos: preventivas, para “reducir barreras y estresores, y acompañar y fomentar estrategias adaptativas”; para la detección de problemas de salud mental, “con el fin de intervenir lo antes posible”; psicológicas individualizadas, “centradas en acontecimientos vitales estresantes, regulación emocional y estrategias de afrontamiento”; y, por último, a través de grupos terapéuticos basados en intervenciones coordinadas, y combinadas, como “grupos por pares, de autoayuda y ocio saludables”. 

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