Con toda esta información, el equipo de investigación ha concluido que el estilo de vida determina más el riesgo de cáncer que la genética. Han calculado que si se cambia un estilo de vida de riesgo (por ejemplo, si se obtiene un peso saludable), esto puede compensar el tener 4 puntos (alelos de riesgo) de predisposición genética. "Esto es importante teniendo en cuenta que el estilo de vida, a diferencia de los rasgos genéticos, es algo modificable, mientras que la susceptibilidad genética la heredamos de nuestros padres", comenta la doctora Gemma Ibáñez, digestóloga y primera autora del estudio; "de hecho, los ítems que hemos identificado como marcadores de riesgo correlacionan con las recomendaciones establecidas por el Código Europeo contra el cáncer, publicado hace un año, para reducir el riesgo de padecer cáncer".
Actualmente, el equipo de investigación que ha participado en el estudio está conduciendo un nuevo estudio llamado COLSCREEN: "Personalización del riesgo de cáncer colorrectal" para, entre otras cosas, determinar cuál es la percepción social sobre el cribado genético. "No hay estudios que determinen qué piensan los pacientes sobre las pruebas genéticas y si querrán ser informados de sus probabilidades de tener ciertas enfermedades, y creemos que es muy relevante", comenta la doctora Ibáñez. Paralelamente, con este mismo nuevo estudio los investigadores quieren ver la utilidad del sistema de puntuación de riesgo de padecer cáncer de colon aplicándolo de forma prospectiva en la población del Baix Llobregat.
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