Los “autoanticuerpos atacantes” podrían estar detrás de los casos más graves de Covid-19

Cada vez aumenta más la evidencia científica que sugiere que los autoanticuerpos autoatacantes podrían ser la clave para comprender algunos de los casos más graves de Covid-19, así como sus secuelas duraderas.

Científico analizando una muestra de sangre en un microscopio (Foto. Freepik)
Científico analizando una muestra de sangre en un microscopio (Foto. Freepik)
CS
28 enero 2021 | 13:00 h
Archivado en:

Más de un año después de la aparición de los primeros casos de Covid-19 son muchas las incógnitas que continúan sin resolverse en relación al nuevo coronavirus SARS-CoV-2. ¿Por qué algunas personas enferman gravemente e incluso fallecen mientras otras cursan la enfermedad de forma leve o asintomática? ¿Cómo es posible que la enfermedad pueda prolongarse durante meses en algunas personas y afecte múltiples órganos? Estas son algunas de las grandes cuestiones a las que la comunidad científica trata de dar respuesta y, parece, que la solución apunta directamente a un fenómeno conocido como autoinmunidad

Diversos estudios sugieren que algunas personas infectadas generar una respuesta inmune hiperactiva. Las proteínas de señalización del sistema inmunológico (citoquinas) aumentan hasta alcanzar niveles peligrosos desencadenando un proceso conocido como “tormenta de citoquinas”, provocando daño en las células del cuerpo. Los ensayos clínicos han demostrado que algunos medicamentos que reducen ampliamente la actividad inmunológica pueden reducir las tasas de fallecimiento entre los pacientes con Covid-19 grave, siempre que se administren en el momento adecuado.

Pero los científicos aluden cada vez más al papel que estaría jugando los autoanticuerpos: anticuerpos desarrollados por el sistema inmunitario que actúan directamente en contra de uno o más antígenos del propio individuo. Estos podrían atacar las defensas inmunitarias o proteínas específicas en órganos como es el corazón. Al contario que la tormenta de citoquinas, que tiende a causar problemas sistémicos de corta duración, se cree que los autoanticuerpos son capaces de provocar daños específicos a largo plazo, tal y como explica en Nature Akiko Iwasaki, inmunóloga de la Universidad de Yale.

Es necesario indicar que incluso las personas sanas producen autoanticuerpos, pero por norma general, no lo hacen en grandes cantidades y las moléculas no sueles atacar al sistema inmunológico. Pero la evidencia científica cada vez cuenta con más datos sobre el papel que los autoanticuerpos desempeñan perjudicialmente en el curso de las enfermedades infecciosas.

Algunas personas pueden estar predispuestas a producir autoanticuerpos que luego pueden causar estragos en el curso de una infección

Existen varias teorías que podrían explicar cómo la autoinmunidad puede surgir en los casos de Covid-19 y ante otras infecciones. Algunas personas pueden estar predispuestas a producir autoanticuerpos que luego pueden causar estragos en el curso de una infección. Incluso podrían ser las propias infecciones las que desencadenen la producción de autoanticuerpos. Si los investigadores establecer el vínculo se sentarían las bases para el desarrollo de posibles tratamientos tanto para las secuelas de la Covid-19 como para las provocadas por otras enfermedades infecciosas.

¿QUÉ DICEN LOS ESTUDIOS?

A finales de septiembre de 2020 un grupo de investigadores dirigido por Jean-Laurent Casanova de la Universidad Rockefeller de Nueva York, reportó que más del 10% de 987 pacientes con Covid-19 grave tenían anticuerpos que atacaban y bloqueaban la acción de las moléculas de interferón tipo 1. Estas, normalmente, ayudan a reforzar la respuesta inmune contra patógenos extraños. Tal y como explican en Nature se trata de una proporción muy elevada porque los repertorios de anticuerpos de las personas son normalmente muy diferentes y nadie en un grupo de control para el estudio tenía esos anticuerpos.

Los investigadores revelan que estos anticuerpos ya estaban presentes en los pacientes antes de la infección por SARS-CoV-2 lo que sugiere que podrían estar genéticamente predispuestas a producirlos. Estos autoanticuerpos fueron más comunes en hombres que en mujeres lo que podría también explica la razón por la que la posibilidad de cursar la Covid-19 de forma grave es más elevada en hombres que en mujeres.

La sospecha de los autoanticuerpos y su papel en el agravamiento de las enfermedades infecciosas se estudia desde que se publicaron las primeras evidencias en 1984. Es ahora cuando la Covid-19 ha puesto de relieve la necesidad de ampliar el conocimiento sobre esta conexión. Actualmente el equipo de Casanova estudia a más de 40.000 pacientes para determinar cuántos cuentan con autoanticuerpos preexistentes y poder determinar su distribución por edad, ascendencia y género para comprobar si coinciden con los casos graves de Covid-19.

Una línea apoyada por Iwasaki que ha realizado un estudio con 194 pacientes y trabajadores sanitarios con diferentes grados de Covid-19. Este fue publicado el pasado mes de diciembre y, aunque todavía no ha sido revisado por pares, ha hallado una mayor prevalencia de autoanticuerpos contra el sistema inmunológico en personas infectadas que en las no infectadas. Estos anticuerpos atacaban tanto a las células B como al interferón. El estudio sugiere además que el SARS-CoV-2 podría hacer que el organismo genere autoanticuerpos que atacan a los propios tejidos y órganos. En algunas de las personas infectadas se han encontrado autoanticuerpos contra proteínas en sus vasos sanguíneos, corazón y cerebro. Hecho particularmente intrigante si tenemos en cuenta que muchos de los síntomas asociados a la Covid-19 guardan relación con esos órganos. Los investigadores afirman que necesitan ampliar la muestra investigada para determinar si estos pacientes comenzaron a producir los autoanticuerpos a raíz de la infección o ya los tenían.

El estudio sugiere además que el SARS-CoV-2 podría hacer que el organismo genere autoanticuerpos que atacan a los propios tejidos y órganos

La teoría de los autoanticuerpos podría explicar el motivo por el que los síntomas graves de la Covid-19 tardan en aparecer. Si son provocados por el daño celular y la inflamación generada como respuesta a la infección, los autoanticuerpos tardarían alrededor de dos semanas en acumularse en el organismo. Motivo por el que los investigadores creen que el daño causado en los pulmones por la Covid-19 aparece tiempo después de que una persona presente los primeros síntomas como la fiebre.

De esta forma la autoinmunidad (algunas personas pueden tener una predisposición genética a desarrollar una reacción autoinmune ante una infección) podría ser la verdadera culpable de los graves daños y secuelas causados por la Covid-19 una vez que el virus ha desaparecido de nuestro cuerpo. Si existe un elemento de autoinmunidad en la predisposición de las personas a cursar la Covid-19 de forma grave o desarrollar secuelas, esto tendría implicaciones en los tratamientos. Casanova afirma que en los casos en los que la autoinmunidad preexistente contra el interferón podría situar a las personas mayores en una zona de mayor riesgo. Motivo por el que un análisis de anticuerpos podría ayudar a identificarlos y recibir complementos tan pronto como sea posible en caso de contagio. Los reemplazos de interferón están destinados a estimular la actividad de un sistema inmunológico debilitado, pero, si los autoanticuerpos.

Los investigadores están muy interesados además en averiguar si la autoinmunidad también está relacionada con los casos en los que los infectados por SARS-CoV-2 cursan la enfermedad y los síntomas de forma prolongada. Unas preguntas para las que hallar respuesta es una tarea complicada porque las personas producen de forma natural muchos anticuerpos, incluidos los autoanticuerpos.

Los contenidos de ConSalud están elaborados por periodistas especializados en salud y avalados por un comité de expertos de primer nivel. No obstante, recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.
Lo más leído