Cierre de centros educativos y transmisión de la COVID-19: ¿Medida realmente efectiva?

La evidencia científica indica que el cierre de centros educativos como medida aislada es poco probable que sea efectiva para controlar la transmisión del SARS-CoV-2.

Aula de un colegio. (Foto. Unsplash)
Aula de un colegio. (Foto. Unsplash)
CS
19 julio 2021 | 13:00 h

El cierre de los centros educativos fue una de las primeras medidas que muchos gobiernos de todo el mundo adoptaron ante el desconocimiento y la falta de evidencia científica relativa al SARS-CoV-2. Muchos son los que, a día de hoy, continúan preguntándose si se trató de una medida acertada. Una pregunta complicada de responder para la que vamos a poner el foco en los documentos recopilados por el Ministerio de Sanidad.

No está demostrado que el cierre de escuelas como medida restrictiva para el control de la epidemia sea más efectiva que otras como el cierre de empresas o el control de otro tipo de interacciones sociales, recoge el documento de Sanidad. La justificación para el cierre de escuelas se basaba en la efectividad de esta medida en el contexto de las epidemias de gripe estacionales o de gripe pandémica; sin embargo, este efecto no se ha producido en el caso del SARS-CoV-2.

Los estudios de modelización indican que el cierre de las escuelas puede ser significativamente efectivo para el control de infecciones solo cuando los brotes se deben a virus con baja transmisibilidad y las tasas de ataque son más altas en la infancia que en la población adulta. Esto se aplica a los virus de la gripe, pero no al SARS-CoV-2, que tienen diferente dinámica de transmisión y afecta principalmente a personas adultas y personas mayores.

El Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés), en su informe del 6 de agosto de 2020, afirmaba que se desconocía en gran medida el impacto que el cierre de los centros educativos estaba teniendo en la transmisión del virus, pero que en cambio sí se conocía muy bien el impacto del cierre de los centros en la salud y bienestar de los niños/as, por otros cierres como los ocurridos en epidemias de gripe o en el verano.

Los estudios de modelización indican que el cierre de las escuelas puede ser significativamente efectivo para el control de infecciones solo cuando los brotes se deben a virus con baja transmisibilidad y las tasas de ataque son más altas en la infancia que en la población adulta

Por otra parte, una revisión sistemática de 2020, mostró que no hay datos sobre la contribución relativa del cierre de escuelas al control de transmisión de SARS-CoV-2. Las decisiones sobre medidas de control en centros educativos deben ser consistentes con las decisiones de distanciamiento físico y otras medidas no farmacológicas de salud pública en la comunidad. La evidencia indica que el cierre de centros educativos como medida aislada es poco probable que sea efectiva para controlar la transmisión.

En el entorno europeo, se ha visto que existieron brotes en centros educativos, pero fueron pequeños en número y tamaño (pocos casos secundarios) y fueron eventos excepcionales. La detección de casos de COVID-19 en el ámbito escolar no siempre indica la presencia de transmisión en la escuela, sino que suele ser consecuencia del aumento de la transmisión comunitaria que se refleja en el aumento de casos en el centro educativo.

Países como Suecia e Islandia, que mantuvieron la educación infantil y educación primaria abiertas durante la primera ola, con medidas de mitigación, no detectaron un mayor número de casos en niños/as. Igual ocurrió en países que reabrieron en la primavera de 2020, y no observaron un aumento de casos ni detectaron un mayor número de casos en niños/as.

La baja relevancia de esta medida restrictiva parece confirmada también por la evidencia de que en Taiwán la propagación de COVID-19 se minimizó sin el cierre generalizado de escuelas. Más allá, un estudio de contactos realizado en Irlanda en niños y niñas que se habían infectado antes del cierre de las escuelas no detectó ningún caso de transmisión secundaria lo cual apoya de nuevo la idea del papel discutible que tienen los niños y niñas en la transmisión de la enfermedad.

En Israel hubo brotes en institutos, pero coincidieron con la relajación de otras medidas tanto en la escuela como fuera de ella, por lo que el papel de las escuelas en dichos brotes se mantiene difícil de evaluar. Se notificaron casos en clases con aforos elevados y relajación de medidas como el uso de mascarillas. Suecia y Finlandia han publicado un estudio comparativo de los dos países en el que se describe una incidencia en los niños/as en edad escolar muy similar pese a haber tenido enfoques distintos durante el curso 2019-2020 dado que Finlandia cerró las escuelas para la mayoría de los niños/as y Suecia no lo hizo. Las investigaciones de los brotes en Finlandia no han encontrado que la población infantil haya contribuido de forma significativa en términos de transmisión y en Suecia, un estudio que comparaba el riesgo de infección en distintas profesiones no mostró aumento del riesgo en el profesorado.

El cierre de las escuelas no ha tenido un impacto directo medible en el número de casos confirmados por laboratorio en edad escolar ni en Finlandia ni en Suecia

El cierre de las escuelas, concluyen, no ha tenido un impacto directo medible en el número de casos confirmados por laboratorio en edad escolar ni en Finlandia ni en Suecia, y deben valorarse los efectos negativos del cierre de las escuelas frente a los efectos positivos indirectos que puede tener en la mitigación de la pandemia.

¿Y EN EL CASO DE ESPAÑA?

En España, durante el curso 2020-2021 el impacto de COVID-19 en la actividad en los centros educativos ha sido bajo. El número de casos y brotes en los centros educativos ha sido pequeño y con pocos casos por brote, en una proporción menor a la de otros entornos, y vinculado a la transmisión comunitaria existente.

Se ha objetivado mayor transmisión en el entorno familiar o comunitario que en los centros educativos, a pesar de ser un entorno con especial vigilancia epidemiológica. Según el informe del ECDC, sobre infancia y el rol de los centros educativos en la transmisión, la vuelta a la escuela desde mitad de agosto de 2020 no ha tenido un impacto significativo en el aumento de casos de los estados miembros de la Unión Europea.

No se ha demostrado que el profesorado y el personal adulto del entorno educativo tengan un riesgo de infección mayor que otras profesiones. Las medidas como mantener la distancia física, la ventilación (permanente) con aire exterior y el uso adecuado de mascarilla, así como como las medidas de higiene, se han confirmado como esenciales para prevenir la transmisión en el entorno educativo.

Existe, por tanto, evidencia de que el cierre de las escuelas de forma aislada no es una medida efectiva para el control de la transmisión. Esto ha obligado a plantear otro tipo de intervenciones de distanciamiento físico en el contexto de las escuelas que sean menos perjudiciales que el cierre completo y que puedan contribuir sustancialmente a mantener el control de la pandemia.

Hay cada vez un consenso más generalizado de que el impacto negativo del cierre de centros educativos supera con creces los posibles beneficios relacionados con la limitación de la transmisión de la infección, y diferentes organismos internacionales recomiendan mantener la apertura de centros educativos, garantizando en la medida de lo posible la presencialidad.

El impacto de la apertura de las escuelas en la transmisión de la enfermedad es muy discutible, sin embargo, sí que hay evidencias de que la transmisión comunitaria se traslada a las escuelas. Esto es muy relevante ya que las escuelas son parte de la comunidad.

Es importante, por tanto, mantener medidas en la comunidad para que las escuelas no se vean afectadas. Si estas medidas en la comunidad existen, y se toman medidas en centros educativos, la posibilidad de transmisión en el centro educativo no será mayor que la comunitaria.

Los contenidos de ConSalud están elaborados por periodistas especializados en salud y avalados por un comité de expertos de primer nivel. No obstante, recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.
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