“COVID prolongado” en niños: los efectos no son tan comunes como se pensaba

La principal conclusión de estudio sugiere que es poco probable que los niños infectados por el SARS-CoV-2 desarrollen efectos a largo plazo. Menos del 2% presentó síntomas con una duración superior a las ocho semanas.

Profesional sanitario realizando una prueba PCR a una niña (Foto. Freepik)
Profesional sanitario realizando una prueba PCR a una niña (Foto. Freepik)
CS
11 agosto 2021 | 00:00 h

La evidencia científica actual revela que el número de personas que consiguen superar la COVID-19 y continúan manifestando secuelas o síntomas a largo plazo durante semanas e incluso meses, es cada vez más elevado. También aquellos que cursaron la infección de forma leve o asintomática.

Diversos estudios sugieren que los niños también se ven afectados en un alto porcentaje por “COVID prolongado” pero una reciente investigación concluye que la evidencia disponible es muy limitada y poco comprendida entre la comunidad científica y los profesionales médicos. Pero una nueva investigación arroja nuevos datos.

Un grupo de investigadores del King’s College de Londres ha desarrollado un estudio centrado en analizar cómo afecta la COVID prolongada a niños y jóvenes con edades comprendidas entre los cinco y los 17 años. Los resultados han sido publicados en la revista Lancet Child and Adolescent Health.

"Nuestra investigación confirma que un pequeño porcentaje tiene una enfermedad de larga duración, aunque se recuperan con el paso del tiempo"

La principal conclusión de estudio sugiere que es poco probable que los niños infectados por el SARS-CoV-2 desarrollen efectos a largo plazo. Menos del 2% presentó síntomas con una duración superior a las ocho semanas. El estudio ha revisado los datos de 1.734 niños con un inicio y final claro de síntomas y un resultado positivo de prueba PCR.

La investigación revela que menos de uno de cada cuatro menores (4,4%) experimentó síntomas durante cuatro semanas o más. En el grupo de niños con edades comprendidas entre los cinco y los 11 años, la infección tuvo una duración media de cinco días. Si atendemos al grupo de menores de entre 12 y 17 años, el curso de la enfermedad aumentó en dos días hasta alcanzar los siete.

En cuanto a los síntomas más comunes reportados por los niños destacan los dolores de cabeza, cansancio, dolor de garganta y pérdida de los sentidos del gusto y/o el olfato. Los responsables de la investigación afirman en la citada cabecera que resulta “tranquilizador” que no se hayan encontrado informes de síntomas neurológicos graves como ataques o convulsiones, problemas de concentración o ansiedad.

La autora principal, Emma Duncan, profesora de Endocrinología Clínica en el King’s College, declara: “Sabemos por otros estudios que muchos niños que contraen el coronavirus no muestran ningún síntoma y, será tranquilizador para las familias saber que si los niños se infectan es poco probable que sufran efectos prolongados”.

“Nuestros datos destacan que otras enfermedades, como los resfriados o la gripe, también pueden tener síntomas prolongados y es importante tener esto en cuenta a la hora de planificar los servicios de atención pediátrica durante la pandemia y en el futuro”

“Sin embargo, nuestra investigación confirma que un pequeño porcentaje tiene una enfermedad de larga duración, aunque se recuperan con el paso del tiempo”, añade Duncan. “Esperamos que nuestros resultados sean útiles para los médicos, padres y escuelas que atienden a estos niños y, por supuesto, a los propios menores afectados”.

Los investigadores también han evaluado a los niños que reportaron resultados negativos en las pruebas diagnósticas de la COVID-19, pero que podrían haber tenido otras dolencias como resfriado o gripe. De esta forma hallaron que los estaban infectados por el SARS-CoV-2 tenían un promedio de duración de la enfermedad de seis días, en comparación con los tres días en el caso de los niños con otras dolencias. Un dato muy llamativo es que, transcurridas cuatro semanas, los niños con gripe o resfriado tendían a tener más síntomas que los menores que habían superado la COVID-19.

“Nuestros datos destacan que otras enfermedades, como los resfriados o la gripe, también pueden tener síntomas prolongados y es importante tener esto en cuenta a la hora de planificar los servicios de atención pediátrica durante la pandemia y en el futuro”, explica el doctor Michael Absoud, autor principal del estudio.

“Esto será particularmente importante dado que es probable que la prevalencia de estas enfermedades aumente a medida que se relajen las restricciones y medidas de salud pública destinadas a la prevenir la propagación de la COVID-19”, concluye Absoud.  

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