Desescalada y personas con enfermedades mentales: la necesidad de protocolos especiales

Durante las semanas de confinamiento las personas con enfermedades mentales han visto alteradas sus rutinas habituales y requieren de procesos adaptados para la paulatina vuelta a la normalidad.

Los programas de adaptación en el ámbito clínico, social y afectivo son vitales para lograr su bienestar físico y mental (Foto. Freepik)
Los programas de adaptación en el ámbito clínico, social y afectivo son vitales para lograr su bienestar físico y mental (Foto. Freepik)
CS
4 mayo 2020 | 17:45 h

La paulatina vuelta a la nueva normalidad requiere un protocolo especial para las personas que padecen algún tipo de enfermedad mental, puesto que durante el tiempo de confinamiento se han alterado sus rutinas. Unos hábitos que, como explica Paula Cuesta, psicóloga sanitaria y forense de la Asociación de Iniciativas Sociales AISS, es la base de su tratamiento.

“El confinamiento social que todavía sufrimos todos es especialmente negativo para nuestros pacientes, puesto que este cambio de hábitos puede provocar un proceso regresivo en su rutina vital que es la estructura de cada tratamiento y que ha costado años lograr”, comienza explicando.

“Por tanto, es fundamental que el regreso a la normalidad se acompañe con medidas que contribuyan a neutralizar cualquier sintomatología relacionada con el delirio. Nuestros pacientes tienen miedo a salir, aunque estemos autorizados para ello porque observan que el mundo exterior ha cambiado para todos”.

Por ello, si el principal objetivo que se ha tratado de lograr durante el confinamiento ha consistido en minimizar el posible cuadro ansioso-depresivo que ha podido producir esta situación en estos pacientes, en palabras de la fundadora y directora de AISS, y trabajadora sanitaria y forense, Ana Villota, “ahora es el momento de poner en práctica nuevas actuaciones ajustadas a un protocolo psicosocial que les ayude a regresar a sus rutinas y a controlar el miedo que puede producirles un nuevo escenario que es incierto para todos nosotros”.

"Este cambio de hábitos puede provocar un proceso regresivo en su rutina vital que es la estructura de cada tratamiento y que ha costado años lograr"

Partiendo de nuestra experiencia con estos pacientes, creemos que las claves están en ayudarles a retomar su vida como era antes de esta crisis, infundiéndoles seguridad y reforzando su capacidad mediante programas de adaptación en el ámbito clínico, social y afectivo para lograr su bienestar físico y mental”, añade Villota.

Así, el equipo multidisciplinar de AISS formado por psicólogos, psiquiatras, trabajadores sociales y cuidadores, ha elaborado un protocolo que recoge los siguientes aspectos:

- Recuperar su autonomía, en la medida de las posibilidades y situación de cada paciente, realizando pequeñas acciones que ya hacían antes y que no han podido mantener, como, por ejemplo, salir a comprar o ir al banco a hacer algunas gestiones. Siempre, en los horarios establecidos y con la supervisión profesional correspondiente.

"Nuestros pacientes tienen miedo a salir, aunque estemos autorizados para ello porque observan que el mundo exterior ha cambiado para todos"

- Recuperar progresivamente hábitos de participación dentro de su red de relaciones, que, en el caso de estas personas, suele ser más reducida, pero muy efectiva. Es básico retomar el soporte afectivo físico con su familia y contactar de nuevo con sus amigos.

- Retomar el soporte social y terapéutico habitual con sus cuidadores, psicólogos y trabajadores sociales, que durante este tiempo se han desarrollado mediante videoconferencia.

- Participar en programas psicoeducativos que les ayuden a manejar las consecuencias del aislamiento. Ello incluye el manejo del miedo, y de la pregunta “¿qué pasará mañana?”

- Integrar al tratamiento farmacológico que se ha mantenido en todo momento, las actividades ocupacionales de ocio y actividad física, con programas de ocupación laboral.

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