Efectos secundarios leves de las vacunas: el preludio necesario de una respuesta inmune

La ausencia de estos efectos tras la administración de los sueros no significa que no se genere una buena respuesta inmunitaria. Se trata de reducir la preocupación ante su aparición tras haber sido vacunado.

Vacunas contra la COVID (Foto. JCCM   Archivo)
Vacunas contra la COVID (Foto. JCCM Archivo)
CS
29 junio 2021 | 17:45 h

El desarrollo de varias vacunas seguras y eficaces contra la Covid-19 en apenas un año supone un hito científico sin precedentes. Los resultados de estos sueros han conseguido superar las expectativas generadas cuando eran candidatos y su papel en la lucha contra la pandemia ha quedado sobradamente demostrado con el avance de las campañas de vacunación masiva. Pero aún quedan importantes desafíos.

El acceso a estas vacunas está todavía lejos de ser equitativo a nivel global y muchos países con ingresos medianos y bajos apenas han podido comenzar a inmunizar a sus poblaciones. Se suma el reto de la vacunación de los jóvenes que, al cursar de forma general la enfermedad de forma leve o asintomática, no son conscientes en muchas ocasiones de los beneficios de las vacunas. Pero uno de los retos más importante se centra en el miedo a los posibles efectos secundarios.

Lo primero que debemos tener en cuenta es que todas y cada una de las vacunas que reciben la autorización de comercialización de emergencia por parte de los organismos reguladores pertinentes, han sido probadas en ensayos clínicos que han contado con la participación de decenas de miles de voluntarios en todo el mundo. Un proceso a través del que se han identificado los posibles efectos adversos derivados de su administración.

Cierto es que algunos graves como los casos raros de trombosis asociados a los sueros de AstraZeneca o Janssen se han detectado una vez se han iniciado las campañas de vacunación masiva. Esto no resta confianza, seguridad ni eficacia a las vacunas ya que se trata de acontecimientos adversos tan extremadamente raros que no han podido ser detectados hasta que las vacunas se han inoculado en millones de personas. Cabe destacar en este sentido el titánico esfuerzo global de farmacovigilancia que se está desarrollando de forma continua.

La mayoría de las fichas técnicas de las vacunas recogen una serie de efectos secundarios leves que pueden aparecer tras la administración del suero y que desaparecen en cuestión de días. La mayoría de estos encuentran su origen precisamente en el desencadenamiento de la respuesta inmune mediada por la vacuna 

Mucho se ha hablado de los efectos secundarios de las vacunas, pero el foco no se ha centrado tanto en sus causas. La mayoría de las fichas técnicas de las vacunas recogen una serie de efectos secundarios leves que pueden aparecer tras la administración del suero y que desaparecen en cuestión de días. La mayoría de estos encuentran su origen precisamente en el desencadenamiento de la respuesta inmune mediada por la vacuna en nuestro organismo. Aquí conviene valorar la producción de una citoquina que desempeña un papel vital en la potenciación de las primeras etapas de la respuesta inmune: el interferón tipo I (IFN-I).

“IFN-I comprende una mezcla de IFN-β, múltiples subtipos de IFN-α y varios otros IFN. El IFN-I junto con el IFN-III estrechamente relacionado (IFN-λ) se producen poco después del contacto con patógenos y tienen poderosos efectos antivirales, actuando en todo el cuerpo para el IFN-I y dentro del sistema respiratorio para el IFN-III”, explican en Science Inmmunology. Estos efectos suprimen la replicación viral local y, por lo tanto, previenen la diseminación del virus.

Los expertos explican en la referida publicación que es muy probable, aunque no se ha probado, que los efectos secundarios de las vacunas contra la Covid-19 sean simplemente un subproducto de una breve ráfaga de generación de IFN-I concomitante con la inducción de una respuesta inmunitaria eficaz. En particular, los efectos secundarios varían considerablemente según la edad y el sexo del receptor, con efectos más graves en las mujeres que en los hombres y en las personas más jóvenes que en los ancianos.

La producción de IFN-I por las vacunas podría ser notablemente más alta que después de la propia infección por SARS-CoV-2. Esto podría explicar por qué los jóvenes tienden a tener efectos secundarios significativos a las vacunas contra la Covid-19, pero pueden ser asintomáticos en el curso de la infección. Los expertos consideran esto un tema de interés sobre el que se requieren más estudios.

“A la luz de lo anterior, la perspectiva de fatiga y dolor de cabeza después de la vacunación contra la Covid-19 debe verse de manera positiva: como un preludio necesario para una respuesta inmune efectiva. Los efectos secundarios de la vacunación casi siempre serán leves y transitorios, e indican simplemente que la vacuna está haciendo su trabajo de estimular la producción de interferón, el estimulador inmunológico incorporado al cuerpo”, concluye el artículo de la citada cabecera.

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