La pandemia impulsa la mayor red global para el estudio de los efectos secundarios de las vacunas

El proyecto, rechazado por la OMS y los NIH en febrero de 2020, logró financiación de los CDC el pasado mes de abril para estudiar los posibles efectos secundarios a nivel global de las vacunas contra la Covid-19.

Científicos analizando muestras en un laboratorio (Foto. Freepik)
Científicos analizando muestras en un laboratorio (Foto. Freepik)
Ángel Luis Jiménez
20 abril 2022 | 00:00 h

Una de las grandes lecciones que nos ha dejado la pandemia provocada por el SARS-CoV-2 es que, cuando se aúnan los esfuerzos científicos, económicos y políticos a nivel global, los resultados son sorprendentes. El rápido desarrollo de las vacunas contra la Covid-19 ha marcado un hito científico. En menos de un año desde la detección de las primeras infecciones en la ciudad China de Wuhan a finales de 2019, el mundo contaba ya con los primeros sueros autorizados o ultimando sus ensayos clínicos.

La fotografía que observamos en la actualidad dista mucho de estos primeros momentos de la pandemia y es hora de afrontar no solo los nuevos retos que se plantean, sino también de construir en base a todo lo aprendido. Este es el punto de partida de proyecto que cuenta con la participación de una veintena de países que han comenzado a gestar la mayor iniciativa sobre la seguridad de las vacunas a nivel global.

Esta iniciativa, denominada “Red Global de Datos de Vacunas” (GVDN, por sus siglas en inglés), comenzó a gestarse hace más de una década, pero su materialización no ha sido posible hasta este momento gracias al impulso que las campañas de vacunación masiva frente a la Covid-19 a nivel global ha proporcionado en términos de farmacovigilancia, seguridad y eficacia de los sueros.

Tal y como recogen en Science, esta red tiene actualmente capacidad para recopilar datos de más de 250 millones de personas. El principal objetivo de su investigación se focaliza en la evaluación de las complicaciones raras que se han identificado tras la inoculación de las vacunas contra la Covid-19 con la esperanza de mejorar el tratamiento y la prevención de los posibles efectos secundarios.

Los organismos reguladores y autoridades sanitarias de cada país continúan realizando una intensiva labor de farmacovigilancia sobre los posibles acontecimientos adversos acaecidos tras la administración de los sueros, así como de los efectos secundarios ya identificados. El problema es que esta investigación supone importantes retos científicos, destacando la rareza de algunos de los problemas más graves entre los identificados.

La pandemia ha cambiado la situación de este proyecto. En abril de 2021 los CDC concedieron al GVDN una financiación de 5,5 millones de dólares durante tres años para estudiar la seguridad de las vacunas

Los ensayos clínicos previos a la autorización condicional de emergencia de las vacunas contra la Covid-19 han contado con decenas de miles de voluntarios en todo el mundo. A pesar de esto, las muestras no sirven para identificar acontecimientos adversos asociados a la vacunación ya que se requeriría un número mayor de personas. Así ha quedó demostrado con vacunas como las desarrolladas por AstraZeneca o Janssen con los casos de trombosis o las miocarditis y pericarditis identificadas en jóvenes tras la vacunación con Pfizer/BioNTech o Moderna. Cabe señalar que se trata de casos muy raros que no han sido detectados hasta que los sueros se han empleado en campañas de vacunación masiva fuera de los ensayos clínicos.

La idea de este proyecto nace de Steven Black, especialista en Enfermedades Infecciosas Pediátricas en 2009. La pandemia provocada por el virus de la gripe H1N1 y la posterior vacunación con el suero “Pandemrix”, provocó un mayor riesgo de narcolepsia entre algunos vacunados. Los datos mostraban una gran variabilidad entre países y entre sistemas de vigilancia nacionales que imposibilitaba el establecimiento de patrones globales. La GVDN no se puso en marcha hasta 2019 gracias a la inversión de la Fundación Bill y Melinda Gates.

El primer proyecto se focalizó en el riesgo potencial del síndrome de Guillain-Barré tras la inoculación de las vacunas contra la gripe. Una iniciativa liderada por científicos de la Universidad Johns Hopkins. En febrero de 2020, justo cuando la Covid-19 se expandía por todo el mundo, presentaron una propuesta de financiación a los Institutos Nacionales de Salud (NIH). Llama la atención que uno de los puntos fuertes con los que defendieron su propuesta era que, en caso de que a humanidad tuviese que hacer frente a una pandemia, su red permitiría el estudio de los posibles efectos secundarios de las vacunas que se desarrollasen a nivel global. Su solicitud, fue rechazada no solo por los NIH sino también por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La pandemia ha cambiado la situación de este proyecto. En abril de 2021 los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) concedieron al GVDN una financiación de 5,5 millones de dólares durante tres años para estudiar la seguridad de las vacunas. U presupuesto reducido, pero suficiente para iniciar algunos proyectos. Los primeros resultados sobre sus análisis relacionados con los efectos secundarios de las vacunas contra la Covid-19 se esperan para finales de verano.

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