Uso de mascarillas y distanciamiento social, las claves para evitar una segunda ola

La responsabilidad individual se erige como uno de los elementos principales en todos los países, independientemente de sus recursos, a la hora de evitar nuevas olas y confinamientos.

La pandemia por Covid-19 ha cambiado radicalmente la vida afectiva y sexual de las parejas (Foto. Freepik)
La pandemia por Covid-19 ha cambiado radicalmente la vida afectiva y sexual de las parejas (Foto. Freepik)
CS
23 junio 2020 | 14:00 h

La “nueva normalidad” ha llegado tras la finalización del Estado de Alarma decretado el pasado 14 de marzo y ahora, el principal temor, reside en la aparición de brotes descontrolados que puedan derivar en transmisión comunitaria y, por tanto, iniciar una segunda ola del virus.

El Gobierno de España y las distintas comunidades autónomas aseguran contar con mecanismos para la rápida y correcta identificación de los brotes que van surgiendo. El Ministerio de Sanidad ha informado en las últimas horas de que, actualmente, en todo el territorio nacional se mantienen activos 11 brotes que se encuentran controlados. Estos han obligado a tres comarcas de Huesca a adoptar medidas contempladas en la Fase 2 del Plan de desescalada.

Ante este escenario un nuevo estudio desarrollado a través del modelo creado por ISGlobal determina que el cumplimiento de medidas como el mantenimiento de la distancia social, la higiene de manos y el uso de mascarillas “podría eliminar la necesidad de futuros confinamientos”.

Las conclusiones del estudio han sido publicadas en la revista Nature Human Behavior. A través de estas se desvela además que los países en los que todavía no se ha alcanzado el pico en términos de casos activos, el confinamiento de la población debe mantenerse, al menos, durante 60 días. La desescalada debe realizarse de forma gradual para poder garantizar el control de los rebrotes inherentes a este proceso.

El modelo ha dividido a la población en siete grupos: susceptibles, en cuarentena, expuestos, infecciosos no detectados, reportados infecciosos y confinados, recuperados y fallecidos

Para llegar a estas conclusiones el modelo ha dividido a la población en siete grupos: susceptibles, en cuarentena, expuestos, infecciosos no detectados, reportados infecciosos y confinados, recuperados y fallecidos. En base a esto es posible calcular el grado de confinamiento necesario, así como las estrategias necesarias en la desescalada.

"Nuestro modelo considera el retorno de las personas confinadas a la población susceptible para estimar el efecto del desconfinamiento, e incluye los comportamientos de las personas y la percepción de riesgo como factores moduladores", explica en 20 MinutosXavier Rodó, jefe del Programa de Clima y Salud del ISGlobal.

Uno de los puntos más destacados de este estudio es la conclusión referente a que la duración del primer confinamiento será el elemento que marcará la magnitud y el momento de las posibles olas siguientes. En este sentido los investigadores recalcan la necesidad de que la desescalada se produzca de forma gradual y controlada para reducir el número de posibles nuevos contagiados y decesos.

"Si conseguimos hacer reducir la tasa de transmisión un 30% mediante el uso de mascarillas, higiene de manos y distanciamiento social, podemos reducir considerablemente la magnitud de la próxima oleada. Reducir la tasa de transmisión en un 50% podría evitarla completamente", añade.

Un escenario en el que la responsabilidad individual es vital. Hasta el punto de que, en los países con menos recursos a la hora de rastrear casos positivos y sus contactos, el uso de mascarillas, la distancia social y la higiene de manos puede reducir significativamente la transmisión comunitaria del virus.

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