El uso de mascarillas se vincula con una reducción del 53% de la incidencia global de la Covid-19

Los resultados obtenidos refuerzan aún más la necesidad de seguir apostando por estas medidas no farmacológicas de forma combinada con las campañas masivas de vacunación para controlar la pandemia.

Miembro de Cruz Roja durante un reparto de mascarillas (Foto. Cruz Roja)
Miembro de Cruz Roja durante un reparto de mascarillas (Foto. Cruz Roja)
Ángel Luis Jiménez
30 noviembre 2021 | 13:00 h

Desde el inicio de la pandemia el uso de mascarillas, junto con otras medidas no farmacológicas como el distanciamiento social, la adecuada ventilación de los espacios y la higiene de manos, se ha erigido como uno de los grandes aliados a la hora de combatir la Covid-19. Este tipo de medidas continúan siendo de vital importancia ya que las vacunas, por sí solas, no pueden frenar la propagación del virus al no ser esterilizantes, es decir, no evitan la infección, pero si han demostrado su eficacia en la prevención de la enfermedad grave y reducción de la mortalidad por el virus.

Ante esta fotografía un grupo de investigadores de las universidades de Monash y Edimburgo ha realizado una revisión sistemática y un meta-análisis sobre la eficacia de las intervenciones no farmacéuticas, hallando que el uso de mascarillas, el distanciamiento social y el lavado frecuente de manos son medidas efectivas para evitar las nuevas infecciones por SARS-CoV-2. Los autores destacan entre estas tres las mascarillas como el mecanismo más importante indicando que su utilización se relaciona con una reducción global de la incidencia de Covid-19 del 53%.

A nivel global, los casos de Covid-19 han superado este mes de noviembre los 250 millones. El virus continúa infectando a una media de 50 millones de personas en todo el mundo cada 90 días, debido a la propagación de la variante Delta (B.1.617.2, detectada originalmente en India), hasta un 60% más transmisible que su predecesora, Alfa (B.1.1.7, detectada originalmente en Reino Unido). Ahora todas las miradas están posadas en la propagación de la nueva variante detectada Ómicron (B.1.529, detectada originalmente en Sudáfrica). Las cifras de fallecidos se cuentan por miles cada día en todo el mundo.

“Esta revisión sugiere que varias medidas sociales y de protección personal como las mascarillas, el lavado de manos y el distanciamiento físico, están asociadas con importantes reducciones en la incidencia de Covid-19”, explican los responsables del estudio en la revista British Medicine Journal. Señalan que los resultados obtenidos refuerzan aún más la necesidad de seguir apostando por estas medidas no farmacológicas de forma combinada con las campañas masivas de vacunación para controlar la pandemia.

La situación epidemiológica que vivimos actualmente en Europa requiere imperiosamente de un reintroducción de estas intervenciones no farmacológicas en combinación con un sustancial aumento de las coberturas vacunales frente a la Covid-19 en el viejo continente

Una reflexión sobre la que conviene poner el foco derivada de este análisis es que otras medidas como los cierres de fronteras, escuelas y centros de trabajo, necesitan ser analizadas con mayor profundidad con el objetivo de determinar con precisión para evaluar sus posibles efectos negativos en las poblaciones.

Para llegar a estas conclusiones los investigadores han revisado y analizado los resultados de más de 30 estudios realizados en distintas partes del mundo. En base a esto se extrae el dato del 53% de eficacia a la hora de reducir la incidencia global del virus. En el caso del distanciamiento físico, esta medida ha conseguido rebajar la incidencia global de la Covid-19 en un 25%. La revisión relativa al lavado de manos apunta a otro 53%, pero los autores afirman que el porcentaje es menor al realizar un ajuste en los estudios analizados ya que no todos los trabajos empleados contemplaban esta medida no farmacológica.

Señalan que no ha sido posible mensurar en datos la eficacia de otras medidas como las cuarentenas o los aislamientos, confinamientos generales de la población o cierres de escuelas, centros de trabajo y fronteras como consecuencia de los distintos diseños y metodologías utilizados como muestra.

Lo cierto es que, el uso de las mascarillas, se generalizó rápidamente al inicio de la pandemia. Casi dos años después, muchos han dejado de utilizarlas y se han relajado muchas medidas relativas a su uso. La situación epidemiológica que vivimos actualmente en Europa requiere imperiosamente de un reintroducción de estas intervenciones no farmacológicas en combinación con un sustancial aumento de las coberturas vacunales frente a la Covid-19 en el viejo continente.

“Motivar a las personas para que sigan estas medidas es aún más importante a medida que avanzamos hacia el invierno y la temporada festiva, cuando más personas viajarán y se reunirán en interiores. Soy consciente de que se requiere un esfuerzo importante por parte de las autoridades de salud pública y de la sociedad en general para lograr este objetivo ahora es el momento de hacer un esfuerzo adicional”, solicitaba recientemente la directora del Centro Europeo para el Control y la Prevención de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés), Andrea Ammon, a través de un comunicado.

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