Pacientes vulnerables y vuelta a la normalidad: los retos sanitarios y sociales

La progresiva eliminación de restricciones y medidas destinadas a controlar la Covid-19 deja un escenario epidemiológico con numerosos retos para los colectivos vulnerables.

Médico con paciente (Foto. Freepik)
Médico con paciente (Foto. Freepik)

La variante Ómicron (B.1.1.259, detectada originalmente en Sudáfrica) ha cambiado por completo el escenario epidemiológico. Tras desplazar en cuestión de semanas a Delta (B.1.617.2, detectada originalmente en India) como dominante a nivel global, Ómicron cuenta con una serie de características que han llevado a cada vez un número mayor de países a cambiar sus estrategias de control de la pandemia.

Esta variante cuenta con una mayor capacidad de transmisión y cierto escape inmunitario que le han valido para reportar cifras récord de contagios en todos los países. Sin embargo, la evidencia científica indica que la gravedad de la enfermedad que provoca es menor que sus predecesoras. En el caso de este último punto las propias características de la variante (centra más la replicación del virus en el tracto respiratorio superior y no en los pulmones) se ven combinadas con altas tasas de cobertura vacunal frente a la Covid-19, que han evitado que las ingentes cantidades de nuevas infecciones no se traduzcan de forma abrupta en el colapso de los sistemas sanitarios.

Países como Dinamarca, Bélgica, Alemania o Francia han eliminado ya la práctica totalidad de las restricciones y medidas establecidas para controlar la expansión del virus, incluido el uso de mascarillas en espacios interiores. En el caso de España, esta puede ser una decisión que se adopte en cuestión de pocas semanas. Tras más de dos años de pandemia la vuelta a esa ansiada normalidad es un anhelo compartido por todos, pero no podemos olvidarnos de que la pandemia no ha acabado, y que debemos aprender a convivir con el SARS-CoV-2 como ya lo hacemos con otras enfermedades. Esto implica que continúan existiendo colectivos de población que son vulnerables al virus y para los que los temores vividos en este tiempo todavía siguen presentes.

En este sentido, la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc) ha hecho público un posicionamiento titulado: “Del cero Covid en la población general al cero Covid en personas especialmente vulnerables”. Este se asienta, fundamentalmente, sobre dos premisas.

La primera de ellas es que la variante Ómicron puede producir una enfermedad grave en personas no vacunadas, que no hayan completado la pauta de vacunación y en pacientes vulnerables. “Es en estos grupos de población donde hay que centrar el esfuerzo preventivo, diagnóstico y terapéutico”, ya que la alta transmisibilidad de la variante Ómicron aumenta el riesgo de contagio en estos colectivos.

Las personas vulnerables como los ancianos o enfermos crónicos, aún habiéndose vacunado completamente, pueden ver complicado el curso de una infección por SARS-CoV-2 ya que sus sistemas inmunológicos están más debilitados

La vacunación no va a evitar que la mayoría de la población se infecte con Ómicron (recordemos que todos los sueros que han recibido la autorización condicional de emergencia no son esterilizantes). Las vacunas actuales contribuyen de forma significativa a conseguir una “protección de grupo” frente a la enfermedad grave. Pero las personas vulnerables como los ancianos o enfermos crónicos, aún habiéndose vacunado completamente, pueden ver complicado el curso de una infección por SARS-CoV-2 ya que sus sistemas inmunológicos están más debilitados.

Desde la Seimc enfatizan en que se deben incrementar los esfuerzos de protección de los pacientes vulnerables para evitar la enfermedad grave, diseñando medidas específicas. Los factores que aumentan el riesgo de enfermedad grave y mortalidad son la edad mayor de 65 años, personas con comorbilidades crónicas, la inmunosupresión, cáncer en tratamiento, síndrome de Down en mayores de 40 años y embarazadas. El riesgo en todos estos grupos es mucho mayor si la persona en cuestión no está vacunada.

LA OPINIÓN DE LOS COLECTIVOS VULNERABLES

La diabetes es la patología crónica con mayor prevalencia en España. Nos encontramos ante una enfermedad mortal si no se trata de forma adecuada como demuestra el hecho de que cada año fallecen 25.000 personas por complicaciones de la diabetes. “Para nosotros la vuelta a la normalidad es una noticia magnífica, recuperar las consultas normales”, expone Mercedes Maderuelo, gerente de la Federación Española de Diabetes. Señala que, aunque la telemedicina es una “buena opción”, hay revisiones que deben realizarse de forma presencial. En este sentido destaca además que la mayoría de los pacientes con diabetes tipo II son adultos mayores.

“A día de hoy hay un gran déficit en cuanto a educación para los pacientes con esta patología. En el momento en el que no pueden tener un seguimiento de la enfermedad, como nos ha pasado en la pandemia, el paciente está perdido. Durante el confinamiento más duro vimos como las personas que no tenían educación diabetológica, la inmensa mayoría, se ha producido un gran número de complicaciones siendo en su mayoría cardiovasculares”, recuerda.

“Estamos recomendando que las personas con diabetes retomen, con total y absoluta normalidad cumpliendo con la normativa sociosanitaria, la vuelta a la rutina. Es muy importante porque mientras no se tenga ese buen control de la enfermedad y educación sobre la misma se necesita el apoyo sanitario”

“Estamos recomendando que las personas con diabetes retomen, con total y absoluta normalidad cumpliendo con la normativa sociosanitaria, la vuelta a la rutina. Es muy importante porque mientras no se tenga ese buen control de la enfermedad y educación sobre la misma se necesita el apoyo sanitario”, concluye.

De acuerdo con un reciente estudio elaborado por la Asociación de Pacientes con EPOC (Apepoc​), El 73,3% de los pacientes señala que su enfermedad había empeorado durante la pandemia. El 80,9% declara que ha empeorado el acceso a los centros sanitarios y solo un 20% desea mantener las consultas no presenciales.

“A pesar de la franca mejoría en la situación epidemiológica, los pacientes con EPOC son y seguirán siendo un colectivo altamente vulnerable ante la Covid-19. En este sentido el miedo ante la posibilidad de contraer la infección no ha desaparecido. Ello en parte es debido a que los propios pacientes son conocedores de que, para ellos, las consecuencias serían especialmente graves, más que para el resto de la población”, explica a este medio Raúl de Simón, asesor médico de Apepoc.

Simón recuerda que durante la primera ola de la pandemia, un 22% de los fallecidos por Covid-19 padecían EPOC y existe hasta seis veces más riesgo de enfermedad grave por Covid-19 respecto a las personas sin EPOC. El riesgo de ingreso en UCI es hasta 17 veces mayor.

"A pesar de la franca mejoría en la situación epidemiológica, los pacientes con EPOC son y seguirán siendo un colectivo altamente vulnerable ante la Covid-19. En este sentido el miedo ante la posibilidad de contraer la infección no ha desaparecido"

“Es probable que en el momento que se recobre la normalidad, entendiendo esta como la eliminación del uso de mascarillas y la ausencia de aforos y de distancia física, el temor será mayor y en consonancia se necesite una mayor protección específica para estos pacientes (…)  Nos preocupa no solo la vuelta a la normalidad, de las supervisiones y de los diagnósticos, sino también el hecho que el contagio también condicionará su manejo ambulatorio y dificultará poder discernir si los síntomas son propios de un síndrome post-Covid o si existe algún otro factor que esté agravando la enfermedad”, concluye Simón.

“La pandemia ha dejado muy patente que nuestros pacientes están muy expuestos”, asevera Sofía Ortego Pérez, nefróloga del departamento médico de Fresenius Medical Care. Los pacientes con enfermedad renal han tenido que continuar con sus tratamientos a pesar de las férreas medidas y restricciones impuestas en los meses más duros de la pandemia. Estos han continuado acudiendo a los centros y hospitales para la realización de pruebas, controles y, en el caso de los dializados, continuar con sus tratamientos de diálisis.

“Tanto los que se dializan en hospitales como en centros médicos se transportan en ambulancias y están en constante contacto con otros pacientes y con los profesionales sanitarios. La pandemia ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de nuestros pacientes”, recuerda Ortego.

“Al igual que en las primeras fases de la pandemia sí había mucho miedo a ir a los centros hospitalarios, se han ido adaptando de una forma forzada ya que por su patología no tenían otra opción. Hemos puesto todas las medidas que estaban en nuestra mano para que su seguridad estuviese garantizada”, señala Ortego.

“Ahora que la normalidad parece ir volviendo, el objetivo está en recuperar todas las citas pendientes ya que nuestros pacientes son muy complejos y presentan comorbilidades y ahora debemos ir poniendo el foco en todos estos problemas. Los pacientes tienen ganas de volver a la normalidad”, concluye.

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