La pandemia golpea duramente los programas de detección y concienciación del cáncer en África

Muchas naciones africanas carecen de programas de detección precoz por lo que solo mediante los programas de concienciación y educación social se pueden dar a conocer la enfermedad y realizar análisis y cribados.

La colaboración internacional permite una mejor respuesta a las emergencias sanitarias (Foto. Project Syndicate)
La colaboración internacional permite una mejor respuesta a las emergencias sanitarias (Foto. Project Syndicate)

La pandemia provocada por el coronavirus SARS-CoV-2 ha tenido un importante impacto en la prevención y el control del cáncer en el continente africano, con consecuencias a corto y largo plazo. La Covid-19 llegó a África en un momento en el que los países estaban combatiendo una incipiente crisis sanitaria ante el aumento de los casos de cáncer con más de un millón de nuevos casos y alrededor de 700.000 muertes anuales.

Los planes de respuesta desarrollados ante el avance de la pandemia han exacerbado los desafíos que se plantean en el campo de la oncología en todos sus niveles incluida la prevención, tratamiento, cuidados paliativos y, sin duda, un aumento de la mortalidad debido a los retrasos en los diagnósticos.

Al inicio de la pandemia muchos gobiernos africanos respondieron rápidamente aplicando el cierre de sus fronteras y del espacio aéreo y limitando los desplazamientos de la población. Los recursos médicos se destinaron al abordaje del virus afectando a los programas de prevención del cáncer. La revista Science ha recopilado algunos datos de la actual situación poniendo el foco en el peligro que supone la reducción de las actividades de prevención, destacando especialmente la concienciación social. Un tema muy importante en África donde la tasa de alfabetización es relativamente baja y esta enfermedad es vista en muchas ocasiones a través de los ojos de las supersticiones y mitos o conceptos erróneos que necesitan ser disipados mediante la divulgación científica y la concienciación social.

Un problema añadido es el hecho de que muchas naciones africanas carecen de programas de detección precoz por lo que solo mediante los programas de concienciación y educación social se pueden dar a conocer la enfermedad y realizar análisis y cribados poblacionales. La gran mayoría de estas actividades han quedado suspendidas por la lucha contra el coronavirus.

Ante este escenario organizaciones sin ánimo de lucro como Breast Care International (BCI) han recurrido a las nuevas tecnologías y redes sociales para continuar con la labor divulgativa. Los medios de comunicación también han comenzado a ser empleados y el objetivo es conseguir que, por ejemplo, las mujeres sean capaces de realizarse autoexámenes rutinarios de mama. Y es que la tasa de supervivencia a cinco años del cáncer de mama en África está por debajo del 40% en comparación con el 86% de Estados Unidos.

Más del 70% de los casos de cáncer en el continente son metastásicos por lo que todos estos retrasos y obstáculos aumentarán las tasas de mortalidad

En muchos países se han detenido además los programas de detección de cáncer de cuello uterino, una de las principales casusas de muerte en África. Los campamentos médicos y hospitales de campaña desplegados en varios países conseguían detectar antes de la pandemia alrededor de 200 casos diarios mientras que ahora la media es de 15. Una situación que se traducirá en un incremento de la mortalidad a largo plazo. En respuesta a este problema, algunos centros han comenzado a ofrecer programas de detección e inmunización rutinaria contra el virus del papiloma humano (causante del cáncer de cuello uterino) a las mujeres que acuden a los centros de salud por otras razones médicas.

Los laboratorios también se han visto afectados y han reorientado la mayor parte de su actividad a las pruebas diagnósticas de la Covid-19. Ahora los tiempos de análisis han aumentado y muchas muestras biológicas se trasladan al extranjero, aunque los confinamientos y cierres de fronteras paralizaron completamente esta opción. El lado positivo es que muchos laboratorios han aprovechado para aumentar los recursos y depender menos de otros países.

En más del 50% de los casos de cáncer detectados en África se requiere un tratamiento basado en radioterapia por lo que algunos centros, con el objetivo de reducir las visitas de los pacientes, han recurrido a radioterapia hipofraccionada (HFRT, por sus siglas en inglés), empleando dosis más altas en menos sesiones. En el caso de la quimioterapia los regímenes han pasado a ser en su mayoría orales o ambulatorios, menos efectivos y con numerosas interrupciones debido a los problemas de suministros y debido a la suspensión de los servicios de transfusión de sangre. Más del 70% de los casos de cáncer en el continente son metastásicos por lo que todos estos retrasos y obstáculos aumentarán las tasas de mortalidad.

Uno de los grandes problemas es la drástica reducción de la investigación en cáncer. La recaudación de fondos para los pacientes con cáncer se ha visto gravemente afectada por la Covid-19.

La pandemia presenta un nuevo escenario en el que se erige como vital aumentar el acceso a los servicios de atención relacionados con el cáncer. Objetivo para el que se necesita más inversión, apoyo político y mayor capacitación de profesionales que deberán continuar apostando por técnicas como la referida HFRT. Un elemento positivo en este sentido es el gran avance que ha experimentado la telemedicina gracias a la expansión de las tecnologías de la información y la comunicación derivada de la pandemia. Cada vez son más los centros africanos que emplean estas para la supervisión remota de la quimioterapia, tratamiento de los síntomas y cuidados paliativos.

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