Política de “Covid cero”: el férreo inmovilismo de China ante una estrategia difícil de mantener

El contexto político y las cifras de nuevos contagios nunca vistas antes en la pandemia hacen que Pekín se aferre a una estrategia de contención y control del virus insostenible en el escenario epidemiológico actual.

206 nuevos positivos en China debido a un brote en Xian  (Foto. Feng Kaihua. Xinhua News. EP)
206 nuevos positivos en China debido a un brote en Xian (Foto. Feng Kaihua. Xinhua News. EP)

En las últimas semanas cada vez son más los países que están experimentando un repunte de los casos de Covid-19. La variante Ómicron (B.1.1.529, detectada originalmente en Sudáfrica), continúa siendo la dominante a nivel global gracias a una mayor capacidad de transmisión y escape inmunitario.

A pesar de esto, las amplias coberturas vacunales que se reportan en la mayoría de las naciones (no así en los países con bajos y medios ingresos como consecuencia de la falta de equidad en el acceso a los sueros), están permitiendo que los gobiernos avancen hacia la ansiada normalidad y continuar eliminando las restricciones y medidas que nos han acompañado durante más de dos años. Una fotografía que se replica en gran parte del mundo salvo en un país: China. El gigante asiático continúa apostando por una férrea política anti-Covid.

El pasado 20 de marzo Pekín anunciaba un endurecimiento de las medidas de confinamiento en el noroeste del país tras registrarse 4.053 casos de Covid-19. Dos tercios de estos se han detectado en la provincia de Jilin, una de las más afectadas con una población de alrededor de 4,5 millones de personas que no podrán abandonar sus viviendas durante tres días, a partir de la medianoche de este 21 de marzo.

Unos confinamientos que se suman a los de la ciudad de Changchun, confinada desde el inicio del mes de marzo y que ahora endurece aún más sus medidas; o el de la ciudad de Shenzhen, cuyos más de 17,5 millones de habitantes que comienza a recuperar lentamente la normalidad tras una semana de confinamiento. Estos datos, por citar algunos de los que se conocen a diario, reflejan sobre el país una fotografía clara: China está haciendo frente al peor brote de SARS-CoV-2 desde el inicio de la pandemia.

Las cifras oficiales apuntan a una media de alrededor de 1.600 nuevos casos diarios de Covid-19, la mayoría de ellos leves. El 12 de marzo fue el día en el que el país registraba la cifra más alta de nuevos casos en los últimos dos años: 3.939, según los datos de la Comisión Nacional de Salud.

Unas cifras ínfimas de contagios si se comparan con el grueso demográfico del país: 1.402 millones de personas en 2020, de acuerdo con los datos recogidos por el Banco Mundial. Si comparamos estas con las que se reportan cada semana en los países europeos únicamente pueden ser calificadas de irrisorias. Sin ir más lejos, en el caso de España, la última actualización hecha pública por el Ministerio de Sanidad revela un total de 64.597 nuevos casos.

Las cifras oficiales apuntan a una media de alrededor de 1.600 nuevos casos diarios de Covid-19, la mayoría de ellos leves. El 12 de marzo fue el día en el que el país registraba la cifra más alta de nuevos casos en los últimos dos años: 3.939, según los datos de la Comisión Nacional de Salud

Muy preocupante es la situación de Hong Kong que, tras una haber logrado esquivar la virulencia del virus en olas anteriores, ahora reporta alrededor de 30.000 casos diarios y una media de 200 fallecidos, con un sistema sanitario completamente desbordado.

PROBLEMAS DE UNA ESTRATEGIA DE ‘COVID CERO’

El problema al que se enfrenta China es su política de “Covid cero”. A diferencia de los países europeos que optan por modelos centrados en la relajación de las medidas y restricciones para convivir con el coronavirus, en un contexto de amplias tasas de vacunación, la estrategia dictada desde Pekín no contempla esta opción. Una mentalidad a la hora de afrontar la fase actual de la pandemia en la que nos encontramos que parece estar extendida en el continente asiático ya que se aplica de forma similar en otras regiones como Macao, Hong Kong, Corea del Sur o Taiwán.

En términos de mortalidad, China llevaba hasta el pasado fin de semana más de un año sin registrar fallecidos por Covid-19. En las últimas horas se han comunicado dos. Retomando los datos de España referidos anteriormente, el último informe de Sanidad comunica 287 muertes por Covid-19 en nuestro país.

Desde el inicio de la crisis sanitaria ocasionada por la detección de los primeros casos de Covid-19 en Wuhan (Hubei), los chinos han estado acostumbrados a férreas medidas para controlar la propagación del virus como los confinamientos, pruebas diagnósticas masivas, monitorización de casos y cuarentenas. Si analizamos el éxito durante estos dos años de la política de “Covid cero” impuesta por Pekín, los resultados son innegables ya que la nación más poblada del planeta ha registrado cifras mínimas de contagios en relación con otros países. La pregunta que tanto dentro como fuera de las fronteras chinas se repite cada vez con mayor frecuencia es ¿hasta cuándo?

¿HASTA CUÁNDO PODRÁ AGUANTAR CHINA?

El uso del pasaporte Covid, la toma de temperaturas, higiene de manos o el uso de las mascarillas son medidas a las que todos, en mayor o menos medida, nos hemos acostumbrado. Unas intervenciones no farmacológicas que en el caso de China la población integraba algunas de ellas mucho antes de la llegada del SARS-CoV-2, por lo que no plantean un problema significativo. Pero la vuelta a los confinamientos masivos, cierre de la práctica totalidad de actividades no consideradas esenciales, escuelas o las cuarentenas son medidas que, en el escenario epidemiológico en el que nos encontramos, son exageradas.

De acuerdo con las cifras hechas públicas por las autoridades chinas, alrededor del 88% de la población ha completado ya la pauta de vacunación frente a la Covid-19. La mayoría de la población ha sido inmunizada con los sueros de Sinopharm y Sinovac, desarrollados en China

De acuerdo con las cifras hechas públicas por las autoridades chinas, alrededor del 88% de la población ha completado ya la pauta de vacunación frente a la Covid-19. La mayoría de la población ha sido inmunizada con los sueros de Sinopharm y Sinovac, desarrollados en China.

A pesar del elevado porcentaje de población inmunizada frente al virus, China no puede permitirse grandes brotes de Covid-19 por dos razones. La primera de ella, tal y como señalan desde el diario El País, es que el país no cuenta con una gran cantidad de camas de UCI, por lo que no podría hacer frente a una oleada de hospitalizaciones. Recordemos que en el inicio de la pandemia el mundo fue testigo de la capacidad de respuesta al virus de las autoridades chinas con la construcción en pocos días de grandes complejos hospitalarios. Se suma el problema del acceso a la sanidad, especialmente en las zonas rurales del país donde los servicios son muy limitados.

Las autoridades chinas apuntan directamente a la expansión de la variante Ómicron como la responsable de los brotes que se están sucediendo en el país. Su rápida propagación está dificultando notablemente los esfuerzos de rastreo y monitorización de los casos, pilares fundamentales de la estrategia de “Covid cero”.

Durante el periodo de dominancia de la variante de preocupación predecesora, Delta (B.1.617.2, detectada originalmente en India), esta estrategia de control ya comenzó a ser cuestionada.

¿ES POSIBLE OTRA ESTRATEGIA DE CONTROL?

Zhang Wenhong, uno de los expertos en enfermedades infecciosas más reconocidos de China, explicó durante la celebración de un foro que el país trabaja en la exploración de estrategias más inteligentes para el control de la pandemia. Recordemos que este experto sugirió el año pasado la necesidad de “coexistir” con el virus. Una afirmación que le valió un aluvión de críticas, llegando incluso a ser tachado como traidor por estar en consonancia con las fuerzas extranjeras como parte de un complot para socavar la respuesta de Pekín a la pandemia.

China podría enfrentarse a un rápido aumento de casos e incremento de las muertes en un escenario de relajación generalizada de las medidas y restricciones. Un “sacrificio” a corto plazo para sentar las bases de la estabilidad a largo plazo. Una decisión que no va a producirse en un momento político tan delicado como el actual 

Un camino en el que se establece como necesario aumentar las tasas de vacunación, generar una sólida reserva de medicamentos y recursos médicos como cimientos de la futura gestión de la pandemia. “El objetivo más importante de protección es la población de personas mayores. En China, donde la pandemia está mejor controlada, el nivel de vacunación del adulto mayor es relativamente bajo”, aseveraba.

“Desde el comienzo de la pandemia nuestra capacidad de tratamiento ha mejorado mucho y la virulencia general de Ómicron ha disminuido significativamente (…) Debido a la alta tasa de infección de la variante Ómicron, el número total de muertes seguirá aumentando y tendrá un impacto negativo a pesar de la baja tasa de mortalidad”.

"De acuerdo con la última versión del manual de procedimientos, los pacientes con poca incidencia del virus pueden permanecer fuera del hospital. Asimismo, las ciudades con amplios recursos médicos pueden tener hospitales de respaldo para el apoyo necesario, así como algunas ciudades han establecido nuevos hospitales móviles", comunicaba Wenhong, concluyendo que “nos estamos acercando al éxito en la lucha contra la epidemia y nuestros recursos técnicos son cada vez más adecuados”.  

La Comisión Nacional de Salud anunciaba que los casos leves de Covid-19 deberán aislarse en lugares concretos y no serán tratados en los hospitales. Se han rebajado además los criterios para que un paciente reciba el alta tras superar la cuarentena.

En base a lo expuesto, será complicado que se produzcan grandes cambios en la estrategia de control de la pandemia por parte de las autoridades chinas este año. Más en un contexto en el que el país hace frente a unas cifras nunca antes vistas en la pandemia. En este sentido es necesario señalar que esto puede deberse a un eficaz sistema de rastreo y diagnóstico con el que no contaban al inicio de la pandemia. En relación con esto las cifras oficiales de contagios y fallecidos registradas por China en los primeros momentos de la crisis sanitaria fueron puestas en tela de juicio como consecuencia del hermetismo con el que desde Pekín se informaba sobre el avance de la pandemia.

China podría enfrentarse a un rápido aumento de casos e incremento de las muertes en un escenario de relajación generalizada de las medidas y restricciones. Un “sacrificio” a corto plazo para sentar las bases de la estabilidad a largo plazo. Una decisión que no va a producirse en un momento político tan delicado como el actual marcado por la celebración del vigésimo Congreso del Partido Comunista de China.

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