¿Qué sabemos sobre Sputnik V y el resto de vacunas rusas contra la Covid-19?

Los creadores de Sputnik V defienden que su vacuna reporta una eficacia similar en las personas mayores de 60 años y no se han detectado efectos adversos graves más allá de fiebre o cansancio tras su administración.

Vacuna Sputnik V (Foto. Mohammed Talatene dpa)
Vacuna Sputnik V (Foto. Mohammed Talatene dpa)
CS
29 marzo 2021 | 00:00 h

En agosto de 2020 el presidente de Rusia, Vladimir Putin, sorprendía al mundo anunciando la primera vacuna contra la Covid-19. Detrás del desarrollo de esta vacuna se encuentra el Centro Nacional de Epidemiología y Microbiología Gamaleya de Moscú con la financiación del Fondo de Inversión Directa de Rusia. La noticia se hacía pública antes de concluir la fase III de los ensayos clínicos.

De acuerdo a los datos preliminares ofrecidos por las autoridades rusas, su vacuna ofrecía una eficacia del 91,4%. Unas informaciones muy criticadas por la comunidad científica internacional ante el secretismo con el que la vacuna ha sido desarrollada. La Sputnik V se basa en instrucciones genéticas del virus para armar la proteína de espiga. Sin embargo, a diferencia de las vacunas desarrolladas por Pfizer/BioNTech y Moderna que almacenan las instrucciones en ARN mensajero (monocatenario o de una sola cadena), la vacuna rusa utiliza ADN bicatenario.

Los investigadores responsables de su creación han desarrollado la vacuna partiendo de distintos tipos de adenovirus, un grupo de virus que pueden infectar las membranas de las vías respiratorias, ojos, intestinos, vías urinarias o el sistema nervioso. En este caso se han utilizado los adenovirus que provocan el resfriado común. Agregaron el gen de la proteína de espiga del SARS-CoV-2 a dos tipos de adenovirus: el Ad26 y el Ad5. Estos han sido modificados para que cuenten con capacidad para invadir las células humanas, pero no pueden replicarse.

Una vez la vacuna rusa ha sido inyectada en el brazo del sujeto, los adenovirus “chocan” contra las células y se adhieren a las proteínas que hay en su superficie. La célula envuelve al virus en una “burbuja” y lo absorbe. Una vez dentro el adenovirus se libera y viaja hasta el núcleo donde se encuentra el ADN de la célula. El adenovirus se inserta en el núcleo y, en este punto, es necesario recordar que ha sido modificado genéticamente para que no pueda generar copias de sí mismo y replicarse, pero la célula sí puede leer el gen de la proteína de espiga del SARS-CoV-2 y copiarlo en una molécula conocida como ARN mensajero.

Este ARN mensajero sale del núcleo y las moléculas de la célula leen su secuencia y empiezan a ensamblar proteínas de espiga. Algunas de las proteínas de espiga que produce la célula forman espigas que migran a su superficie y extienden sus puntas. Las células vacunadas separan algunas de las proteínas en fragmentos que se presentan en su superficie. En este momento el sistema inmunitario puede reconocer estas espigas y los fragmentos de proteínas de espigas.

A diferencia de las vacunas desarrolladas por Pfizer/BioNTech y Moderna que almacenan las instrucciones en ARN mensajero (monocatenario o de una sola cadena), la vacuna rusa utiliza ADN bicatenario

El adenovirus hace que el sistema inmunitario active el sistema de alarma de la célula, y esta envía señales de advertencia para que se inicie la activación de las células inmunitarias más cercanas. De esta forma el sistema inmunitario reacciona con más potencia a las proteínas de espiga.  Cuando la célula vacunada muere, sus restos contienen proteínas de espiga y fragmentos de proteínas que después pueden captar un tipo de células inmunitarias. Cuando los linfocitos T detectan estos fragmentos pueden activar la alarma y ayudar a la producción de más células inmunitarias para combatir la infección.

Otras células inmunitarias llamadas linfocitos B podrían chocar contra las espigas del coronavirus en la superficie de las células vacunadas o con fragmentos de proteínas de espiga que están flotando. Unos cuantos linfocitos B quizá logren adherirse a las proteínas de espiga. Después, los linfocitos T activan estos linfocitos B, comenzarán a proliferar y secretar anticuerpos que atacarán a la proteína de espiga. Los anticuerpos pueden adherirse a las espigas del coronavirus y señalar al virus para que sea destruido y se paralice la infección al impedir que las espigas se adhieran a otras células.

Tal y como señalan en The New York Times en base a la documentación relativa a la vacuna, las células de antígenos también pueden activar otro tipo de células inmunitarias denominadas linfocitos T citotóxicos para que rastreen y destruyan cualquier célula infectada por SARS-CoV-2 que presente fragmentos de proteína de espiga en su superficie.

EFICACIA DEL 92%

La comunidad científica ha desconfiado desde el principio de esta vacuna debido al hermetismo con el que se ha desarrollado y la falta de datos sobre los resultados de las distintas fases de los ensayos clínicos que apuntan a una eficacia del 92%. Pero ahora la percepción ha cambiado gracias a los resultados de un ensayo en el que han participado 20.000 personas publicado por The Lancet.

Los creadores de Sputnik V defienden que su vacuna reporta una eficacia similar en las personas mayores de 60 años y no se han detectado efectos adversos graves más allá de fiebre o cansancio tras su administración. Esta vacuna ya ha sido autorizada en 16 países 

Los creadores de Sputnik V defienden que su vacuna reporta una eficacia similar en las personas mayores de 60 años y no se han detectado efectos adversos graves más allá de fiebre cansancio tras su administración. Esta vacuna ya ha sido autorizada en 16 países de acuerdo a los datos del Fondo Ruso de Inversión Directa.

Profundizando en el ensayo, al 75% de los participantes se les administraron las dos dosis de la vacuna mientras que el resto recibió agua salina. Se han detectado 16 sujetos con Covid-19 cursada de forma sintomática en el grupo de los vacunados, lo que supone el 0,1% del total. El número de infectados entre los que recibieron placebo es de 62, es decir, el 1,3% de la muestra. Estos datos se traducen en una eficacia a corto plazo del 92%. Un porcentaje muy cercano al 95% reportado por las vacunas desarrolladas por Pfizer/BioNTech y Moderna.

Los investigadores rusos señalan además que su vacuna ofrece una eficacia del 100% si hablamos de Covid-19 moderada o grave. Una afirmación que sostienen en base a que no se ha registrado ningún caso de este tipo entre los participantes del ensayo que recibieron la vacuna, pero sí 20 entre los que recibieron placebo. Los investigadores han informado que este ensayo continuará en marcha hasta que puedan ofrecer datos derivados de una muestra superior a los 40.000 participantes. De acuerdo a lo recogido por el ensayo publicado por The Lancet, la vacuna rusa ofrecería una eficacia del 74% con la administración de la primera dosis.

¿QUÉ OTRAS VACUNAS TIENE RUSIA?

El Gobierno ruso ha aprobado para su uso de emergencia dos vacunas adicionales: EpiVacCorona (producida por el Vector Institute en Novosibirsk) y CoviVac (Centro Chumakov en San Petersburgo).

En el caso de EpiVacCorona no se emplean virus vivos sino que se basa en antígenos de péptidos sintéticos basados en una selección de los que se encuentran en el SARS-CoV-2. Al igual que la recreación de la proteína de pico, este enfoque emplea fragmentos del virus para provocar una respuesta inmune.

CoviVac incorporar un virus del resfriado inactivo con una tecnología similar a la empleada por la empresa china Sinovac. Un método que puede provocar una respuesta inmune más amplia y que podría proteger contra múltiples variantes. Los científicos rusos trabajan además en la mejora de Sputnik V para simplificar las características de conservación y facilitar así su transporte y distribución. Además, estudian nuevas versiones entre las que se incluye la posibilidad de que se administre en una única dosis.

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