Los refuerzos de las vacunas son importantes para detener las “infecciones de avance”

Aumenta la evidencia que señala que la protección contra la Covid-19 desciende tras varios meses después de la vacunación completa, pero es eficaz en la prevención de la hospitalización.

Científico observando muestras a través de un microscopio (Foto. Freepik)
Científico observando muestras a través de un microscopio (Foto. Freepik)
Ángel Luis Jiménez
20 octubre 2021 | 00:00 h

La administración de refuerzos de las vacunas desarrolladas contra la Covid-19 ha abierto uno de los debates más intensos en el momento actual de la pandemia en el que nos encontramos. Los países con mayores recursos económicos han inmunizado ya prácticamente a la totalidad de su población elegible, mientras que las naciones con medios y bajos ingresos apenas cuentan con dosis para vacunar a los grupos de riesgo y a sus profesionales sanitarios. Ante este escenario, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha instado a los países con mayores recursos a no administrar refuerzos a la población general (salvo los casos recomendados como los pacientes con sistema inmunodeprimidos, por ejemplo) y a donar dosis a las naciones que más lo necesitan.

A la espera de que la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) y la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés) autoricen la vacuna de Pfizer/BioNTech en niños de entre cinco y 12 años, algunos países ya administran refuerzos a distintos grupos poblacionales. Recientemente se conocía la noticia de que el grupo de expertos que asesora a la FDA anunció que el organismo se encontraría estudiando la posibilidad de ampliar el rango de edad recomendado para la administración de refuerzos de la vacuna de Pfizer/BioNTech. Se contempla incluir a todos aquellos mayores de 40 años. Actualmente se administra a todas las personas de 65 años en adelante y aquellas que se consideren como grupos de riesgo o tengan una alta exposición al virus debido a su actividad laboral.

Con esta fotografía de fondo ponemos el foco en un reciente estudio desarrollado por investigadores del Imperial College London. Estos han analizado más de 100.000 hisopos de muestras aleatorias de la población hallando que las tasas de infección por SARS-CoV-2 eran entre tres y cuatro veces más altas entre las personas sin vacunar que entre aquellos que habían completado la pauta de inmunización.

Pero, mientras que la vacunación completa redujo de forma sustancia las tasas de infección, del 1,76% en los no vacunados al 0,35% en los tres meses siguientes a la inoculación de la segunda dosis; las tasas de infección aumentaron nuevamente al 0,55% entre tres y seis meses después de la segunda dosis.

Este hallazgo sugiere que la protección contra la infección, tanto sintomática como asintomática, comienza a disminuir varios meses después de la vacunación completa. Cabe señalar que otros estudios indican que la protección mediada por los sueros frente al riesgo de hospitalización y muerte es mucho más sólida.

Mientras que la vacunación completa redujo de forma sustancia las tasas de infección, del 1,76% en los no vacunados al 0,35% en los tres meses siguientes a la inoculación de la segunda dosis; las tasas de infección aumentaron nuevamente al 0,55% entre tres y seis meses después de la segunda dosis

“Es posible que el incremento de las infecciones de avance (aquellas que se producen en personas completamente vacunadas) con el tiempo apoyen la necesidad de un programa de refuerzo”, explica en declaraciones recogidas por The Guardian Paul Elliot, director del estudio REACT y profesor de Epidemiología y Medicina de Salud Pública en el Imperial College. “Es un incentivo para que las que personas que reciban dosis de refuerzo cuando estén disponibles para ellos”, añade la epidemióloga Christl Donnelly.

El estudio REACT ha utilizado pruebas comunitarias para proporcionar instantáneas periódicas de la evolución de la pandemia en Reino Unido. Los datos más recientes incluyen resultados de 100.527 hisopos proporcionados entre el 9 y el 27 de septiembre, así como otros 98.233 hisopos recogidos en los meses de junio y julio.

Uno de los aspectos más importantes extraídos de estos análisis es que la totalidad de los casos analizados correspondía a infecciones provocadas por la variante Delta (B.1.617.2, detectada originalmente en India) que presenta una mayor transmisibilidad. De esta variante cabe destacar además que posee la mutación E484K que puede ayudar al SARS-CoV-2 a evadir la inmunidad alcanzada tanto por la infección natural como a través de las vacunas.

Los resultados preliminares de la encuesta, a la espera de ser revisados por pares, muestran que las tasas más altas de infección en el mes de septiembre se produjeron en los niños y jóvenes con edades comprendidas entre los cinco y los 17 años, representando aproximadamente el 2,5% de los nuevos casos positivos por Covid-19. En segundo lugar encontramos al grupo con edades comprendidas entre los 35 y  los 54 años, los que mayores probabilidades tienen de tener hijos en edad escolar. La estrategia de vacunación en Reino Unido se esfuerza ahora en vacunar a los niños y adolescentes sanos de entre 12 y 15 años y proporcionar refuerzos de los sueros a los mayores de 50 años.

De acuerdo a los datos del estudio la vacunación completa redujo el riesgo de infección, con o sin síntomas, en aproximadamente un 60%. La vacuna de Pfizer/BioNTech pareció ser más efectiva que la de AstraZeneca, pero los sueros se administraron a diferentes grupos de edad en diferentes etapas de la pandemia por lo que no se puede realizar una comparación directa.

Si bien estudios realizados con anterioridad han demostrado que los niveles de anticuerpos inducidos por la vacunación disminuyen con el paso de los meses, una reciente investigación sugiere que la administración de la pauta completa es altamente eficaz en la prevención de la enfermedad grave. Recientemente investigadores estadounidenses han afirmado que dos inyecciones de la vacuna de Pfizer protegieron al 90% frente a la hospitalización durante al menos seis meses. Cabe señalar que la protección frente a la infección en el mismo periodo se redujo a la mitad.

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