SARS-CoV-2, el virus de la desigualdad global en el acceso a la salud

La pandemia ha acentuado preocupantemente las desigualdades que existen entre países de todo el mundo a la hora de acceder a servicios sanitarios básicos como los programas de vacunación infantil.

Llegada de las primeras vacunas contra la Covid 19 a Ghana a través de COVAX (Foto. OMS)
Llegada de las primeras vacunas contra la Covid 19 a Ghana a través de COVAX (Foto. OMS)

Este 7 de abril se celebra el Día Mundial de la Salud. Una fecha escogida en 1948 para conmemorar la fundación de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Desde ese momento, cada año la celebración se centra en poner el foco sobre algún problema relacionado con la salud. La desigualdad en materia a nivel global en su acceso es el eje vertebral este 2021.

La pandemia provocada por el coronavirus SARS-CoV-2 no solo ha puesto de relieve la desigualdad existente en todo el mundo en el acceso a la salud de calidad, sino que ha incrementado la brecha existente entre los distintos países. En todo el mundo, algunos grupos luchan por llegar a fin de mes con pocos ingresos diarios, tienen peores condiciones de vivienda y educación y menos oportunidades de empleo, experimentan una mayor desigualdad de género y tienen poco o ningún acceso a entornos seguros, agua y aire limpios, seguridad alimentaria y servicios de salud. Todo ello provoca sufrimientos innecesarios, enfermedades evitables y muertes prematuras, perjudicando a nuestras sociedades y economías.

La Covid-19 ha golpeado duramente a todos los países, pero su impacto ha sido más acusado en las comunidades que ya eran vulnerables, que están más expuestas a la enfermedad, que tienen menos probabilidades de acceder a servicios de salud de calidad y que tienen más probabilidades de sufrir consecuencias adversas como resultado de las medidas aplicadas para contener la pandemia.

LLUEVE SOBRE MOJADO

De acuerdo a un informe hecho público por la OMS a finales de enero de 2019, justo antes de la explosión del SARS-CoV-2 y su propagación global, cerca de la mitad de la población mundial carecía de acceso integral a los servicios sanitarios básicos. Alrededor de 100 millones de personas viven en situación de pobreza extrema como consecuencia de tener que pagar los servicios de salud de su propio bolsillo.

Alrededor de 100 millones de personas viven en situación de pobreza extrema como consecuencia de tener que pagar los servicios de salud de su propio bolsillo

La OMS comunicaba que más de 930 millones de personas, el 12% de la población mundial, gastan menos de un 10% de su presupuesto familiar para el pago de los servicios de salud. Una fotografía que, sin lugar a dudas, ha empeorado notablemente como consecuencia de la pandemia. Los confinamientos y cierres de fronteras han interrumpido programas de ayuda internacional esenciales y golpeado duramente los programas de vacunación de enfermedades prevenibles en muchos países de bajos y medianos ingresos. Una peligrosa ecuación a la que se suman las consecuencias económicas que dificultan aún más el acceso a servicios sanitarios.

En base al informe de la OMS, previo al inicio de la pandemia, todos los Estados miembros de las Naciones Unidas acordaron tratar de alcanzar la cobertura sanitaria universal para 2030, como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Cuando hablamos de cobertura sanitaria universal (CSU) lo hacemos de un concepto que implica que todas las personas y comunidades “los servicios de salud que necesitan sin tener que pasar penurias financieras para pagarlos”, declara la OMS.

Unos servicios que van desde la promoción de la salud hasta la prevención, pasando por el tratamiento, rehabilitación y cuidados paliativos. Y es que al menos el 50% de la población de todo el planeta continúa sin tener plena cobertura en servicios sanitarios esenciales.

La interrupción de los programas de vacunación en muchos países con bajos y medianos ingresos debido a la pandemia ha puesto en peligro décadas de progreso. “Cuando los sistemas de salud están abrumados, las muertes por brotes de enfermedades prevenibles y tratables aumentan drásticamente”, alertaba la OMS hace unos meses informando que decenas de millones de niños, tanto en países ricos como pobres, podrían encontrarse en riesgo ante enfermedades mortales como la neumonía, el sarampión o la difteria. Y es que la pandemia habría afectado a las campañas de vacunación en 2020 en al menos 68 países poniendo en riesgo a más de 80 millones de niños menores de un año. Un caldo de cultivo para que en un futuro cercano seamos testigos de un incremento de las tasas de mortalidad y graves consecuencias debido a la aparición de brotes de enfermedades.

“Cuando los sistemas de salud están abrumados, las muertes por brotes de enfermedades prevenibles y tratables aumentan drásticamente”

La desigualdad en el acceso a oxígeno clínico también se ha acentuado preocupantemente durante la pandemia. Se estima que más de medio millón de personas de países con bajos y medianos ingresos necesitan actualmente 1,1 millones de cilindros de oxigeno cada día. Una situación que se complica por momentos ante los aumentos repentinos que se producen diariamente en al menos 25 países, la mayoría ubicados en el continente africano. Un suministro que se ha visto limitado por la pandemia debido al incremento de la demanda en todos los países del mundo. 

En algunas partes de África en las que la neumonía infantil es endémica, menos de uno de cada cinco niños reciben el oxígeno que necesitan lo que supone una irrevocable sentencia a muerte. La neumonía infantil es una de las principales causas de muerte en niños y se cobra cada año más de 800.000 vidas.

El cáncer ha sido otro de los grandes afectados debido a la pandemia. Muchas personas han visto interrumpidos sus tratamientos y los nuevos diagnósticos se han retrasado o no han sido detectados. En el caso de África, más del 70% de los casos de cáncer en el continente son metastásicos por lo que todos estos retrasos y obstáculos aumentarán las tasas de mortalidad. Un problema añadido es el hecho de que muchas naciones africanas carecen de programas de detección precoz por lo que solo mediante los programas de concienciación y educación social se pueden dar a conocer la enfermedad y realizar análisis y cribados poblacionales. La gran mayoría de estas actividades han quedado suspendidas por la lucha contra el coronavirus.

ACCESO DESIGUAL  A LAS VACUNAS

El escenario de desigualdad existente antes de la pandemia y el actual, empeorado por la misma, quedan fielmente reflejado en el acceso a las distintas vacunas desarrolladas para combatir la Covid-19. Mientras los países desarrollados compran o reservan millones de dosis con las que podrían inmunizar, en algunos casos, al doble o triple de su población real, la inmensa mayoría de los países con bajos y medianos ingresos no cuentan con opciones en el competitivo mercado de la salud. En el mejor de los casos, como suele ser tristemente habitual, la caridad será su mejor aliado.

Conscientes de este escenario la OMS puso en marcha el proyecto COVAX para hacer llegar a estos países dosis con las que comenzar a inmunizar a sus poblaciones. Se trata de una iniciativa con la que la OMS pretende impulsar el acceso igualitario a las vacunas y que ya ha conseguido entregar 32 millones de dosis que se han repartido en 70 países.

 “El mecanismo está listo, pero no podemos dar vacunas que no tenemos”, sentenciaba el director general de la OMS criticando los acuerdos bilaterales, las prohibiciones de exportación de las vacunas y la diplomacia que han “distorsionado” el mercado generando “grandes desigualdades”

Este programa se ha fijado el objetivo de distribuir 2.000 millones de dosis de forma equitativa a lo largo del presente año. Una meta complicada de alcanzar debido a la lentitud y demora en la distribución que se están sufriendo y que afecta de forma especial a los países con menos recursos.

Hace apenas una semana el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, pedía a los países la donación con carácter “inmediato” de 10 millones de dosis de las vacunas contra la Covid-19 al mecanismo COVAX. Unas unidades destinadas al inicio de las campañas de inmunización en 20 naciones.

Los datos ofrecidos por COVAX revelan que 177 regiones han iniciado la vacunación y 36 países continúan esperando la llegada de las primeras vacunas de los cuales 16 las recibirán en las próximas dos semanas. “El mecanismo está listo, pero no podemos dar vacunas que no tenemos”, sentenciaba el director general de la OMS criticando los acuerdos bilaterales, las prohibiciones de exportación de las vacunas y la diplomacia que han “distorsionado” el mercado generando “grandes desigualdades”.

Cabe señalar que los países ricos representan solo el 14% de la población mundial y, a finales de diciembre de 2020, habían adquirido (comprado o reservado) el 58% de las ocho vacunas contra la Covid-19 más prometedoras en ese momento. Salvo solidarias sorpresas que dinamicen COVAX u otros mecanismos similares, las campañas de vacunación avanzarán en los países con mayores recursos mientras la pandemia se desplaza hacia las regiones con menos posibilidades de inmunización. El virus de la desigualdad convertirá a la Covid-19 en una enfermedad endémica más de las que afectan a los países con menores recursos y acaban por no interesar en los medios de comunicación.

Los contenidos de ConSalud están elaborados por periodistas especializados en salud y avalados por un comité de expertos de primer nivel. No obstante, recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.
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