La transmisión del SARS-CoV-2 en espacios cerrados: los riesgos de los sistemas de ventilación

La transmisión del SARS-CoV-2 “es particularmente eficaz en espacios cerrados y concurridos como los lugares de trabajo y otros entornos interiores como las iglesias, restaurantes, tiendas o fiestas”, señala el ECDC.

Técnico reparando el filtro del aire acondicionado (Foto. Freepik)
Técnico reparando el filtro del aire acondicionado (Foto. Freepik)
Ángel Luis Jiménez
7 diciembre 2020 | 00:00 h

Los últimos estudios realizados sobre los mecanismos de propagación del nuevo coronavirus SARS-CoV-2han evidenciado que la transmisión del virus se ve favorecida en los espacios cerrados. En este sentido los sistemas de calefacción, aire acondicionado o ventilación artificial pueden jugar un papel fundamental si no están perfectamente acondicionados. Más si tenemos en cuenta que, debido a la época del año en la que nos encontramos en la que el descenso de las temperaturas reduce las actividades que realizamos en el exterior, estos sistemas pueden tener un notable papel complementario en la transmisión aérea del virus.

Con el objetivo de establecer el uso más óptimo de estos sistemas el Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés), ha elaborado un documento sobre los puntos a los que se debe atender para disminuir el riesgo de transmisión por aerosoles en espacios interiores. El organismo indica que la transmisión del SARS-CoV-2 “es particularmente eficaz en espacios cerrados y concurridos como los lugares de trabajo y otros entornos interiores como las iglesias, restaurantes, tiendas o fiestas”.

“Hay indicios de que la transmisión puede estar asociada a actividades específicas como cantar durante la celebración de servicios religiosos al producirse una mayor producción de gotitas respiratorias”. Sin embargo, los eventos al aire libre también han estado implicados en la propagación, especialmente los que reúnen a grandes multitudes. Diversos estudios han alertado del elevado riesgo de contagio en espacios cerrados y mal ventilados indicando que el tiempo que se permanece en estos incrementa el riesgo de contagio cuanto mayor es.

“Hay indicios de que la transmisión puede estar asociada a actividades específicas como cantar durante la celebración de servicios religiosos al producirse una mayor producción de gotitas respiratorias”

Se considera que la ventilación natural o mediante aire del exterior diluye los contaminantes en espacios cerrados e incrementa el tiempo requerido para que la exposición al virus resulte infecciosa. El tiempo necesario para la ventilación y renovación del aire mediante sistemas artificiales está establecido por diferentes organismos. En el caso de Estados Unidos se ocupa la American Society of Heating Refrigerating and Air-Conditioning Engineers y establece un intercambio de entre siete y 10 litros por segundo. En el caso de Europa la normativa está establecida por la Federation of European Heating, Ventilation and Aire-Conditioning Associations que recomienda garantizar una cantidad mínima de intercambios de aire por hora.

Además de la ventilación en sí, la filtración de aire podría ser otra forma de reducir el riesgo de transmisión del virus en comparación con solo incrementar el intercambio de aire en espacios cerrados. El papel de los filtros en edificios fuera del ámbito no está claro a la hora de prevenir enfermedades infecciosas y se requieren estudios de mayor calado. Lo que sí confirma la evidencia científica es que una humedad relativa de entre el 40-60% ayudar a limitar la propagación y supervivencia del SARS-CoV-2.

Sin embargo, incluso los edificios más modernos con filtración de los sistemas de calefacción, ventilación y aire acondicionado (HVAC, por sus siglas en inglés), son capaces de retener las gotículas de mayor tamaño, pero no los aerosoles (gotas más pequeñas y núcleos de gotas). Los filtros de aire de alta eficiencia (HEPA, por sus siglas en inglés) han demostrado un buen desempeño con partículas de mayor tamaño del SARS-CoV-2 (entre 70 y 120 nm). El problema es que su uso más allá del entorno sanitario no ha sido probado con suficiente certeza. Retomando la humedad, los sistemas no pueden exceder más del 40% de humedad relativa, especialmente en invierno, ya que podría dañar los sistemas y estructuras por la condensación y generación de moho.

Una humedad relativa de entre el 40-60% ayudar a limitar la propagación y supervivencia del SARS-CoV-2

El ECDC propone algunas alternativas en su documento y que podrían ayudar a reducir la transmisión del virus en espacios cerrados como son los generadores de iones negativos (los iones se adhieren a las partículas de aire, incluidas las que contienen bacterias o virus), ozonización (el ozono es tóxico para las bacterias y los virus pero en concentraciones que exceden los estándares de salud pública para los niveles de ozono) e irradiación germicida ultravioleta (provoca la descomposición a través de radiación ultravioleta de las bacterias y virus pero genera ozono y libera radicales libres, peligrosos en espacios cerrados), además de dispositivos de filtración HEPA independientes. La realidad es que hablamos de dispositivos o métodos que suponen un elevado coste económico y requieren de un especial mantenimiento. Además, solo pueden tratar un volumen de aire demasiado pequeños.

Motivos por los que las asociaciones de profesionales recomiendan que se incremente la ventilación, tanto artificial como natural, de todos los espacios cerrados en comparación con los mínimos recomendados antes del inicio de la pandemia. Destacan la importancia de evitar siempre que sea posible la recirculación del aire por lo que recomiendan que los sistemas HVAC permanezcan 24 horas en funcionamiento.

El resumen que extraemos del documento del ECDC sobre el que versan estas líneas es el siguiente:

  • La transmisión del SARS-CoV-2 ocurre comúnmente en espacios cerrados y mal ventilados.
  • Los sistemas HVAC pueden tener un papel complementario en la disminución de la transmisión en espacios cerrados al aumentar el intercambio de aire, siempre que se disminuya la recirculación del aire y se aumente el aire procedente del exterior mediante la utilización de filtros adecuados.
  • El riesgo de infección por SARS-CoV-2 a través del aire distribuido por los HVAC ha sido calificado como “muy bajo”.
  • El flujo de aire generado por las corrientes de aire artificiales puede facilitar la propagación de las gotitas excretadas por las personas a larga distancia en espacios cerrados.
  • Los sistemas HVAC, bien mantenidos, filtran de forma segura las gotas de mayor tamaño que contienen SARS-CoV-2, pero es posible la propagación de las gotas más pequeñas a través de los HVAC.
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