Transporte público y Covid-19: ¿cuáles son las posibilidades reales de contagio?

Diversos estudios han demostrado que el uso del transporte público es seguro siempre y cuando puedan cumplirse las medidas de seguridad y prevención y cuenten con adecuados sistemas de ventilación.

Los españoles consideran el transporte público como uno de los espacios más peligrosos (Foto. Freepik)
Los españoles consideran el transporte público como uno de los espacios más peligrosos (Foto. Freepik)
CS
23 septiembre 2020 | 00:00 h
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La llegada de septiembre ha supuesto el fin de las vacaciones de veranos y, por tanto, la vuelta al trabajo y el inicio del curso escolar. El nuevo coronavirus SARS-CoV-2 marca estos dos acontecimientos ante el preocupante incremento en el número de casos que desde hace ya algunas semanas experimenta España.

En este contexto las redes sociales se han llenado con imágenes de los transportes públicos abarrotados, siendo imposible cumplir con las medidas de distanciamiento social, lo que está generando malestar social ante el temor de que este tipo de situaciones supongan el caldo de cultivo perfecto para el contagio. Pero, ¿hasta qué punto es posible infectarse en el transporte público?

Numerosos estudios realizados en diversos países han revelado que el transporte público no se erige como una de las principales fuentes de contagio de la Covid-19.  Tal y como informan desde El País, los expertos coinciden a la hora de señalar que las nuevas medidas adoptadas para mejorar la seguridad en estos transportes, como son mejores sistemas de ventilación, desinfección diaria y el uso de las mascarillas, reducen el riesgo de contagio. Especialmente si se comparan estas situaciones con otras que implican un mayor riesgo como los locales de ocio nocturno.

En la citada cabecera se hacen eco de una encuesta realiza por la OCU que revela que los españoles consideran el transporte público como uno de los espacios más peligrosos. Para el 31% es un entorno “muy inseguro”.

Los españoles consideran el transporte público como uno de los espacios más peligrosos. Para el 31% es un entorno “muy inseguro”

El transporte público en España perdió el 90% de sus pasajeros entre los meses de marzo y abril como consecuencia del confinamiento generalizado decretado a través del Estado de Alarma. En la ciudad de Madrid, durante el pasado mes de julio, se registró un 47% menos de viajeros en comparación con el año anterior. Cifras similares a las reportadas por Cataluña (-46%) o Valencia (-46%).

La literatura científica con la que se cuenta hasta este momento afirma que los transportes públicos son lugares seguros siempre que se cumpla con las medidas de prevención y seguridad. Un estudio realizado en Japón centrado en analizar los principales focos de contagio durante la pandemia (finalizó en el mes de mayo), revela que los conciertos, gimnasios, bares y restaurantes provocaron mayor número de nuevos infectados que la red de transporte público. Entre los meses de mayo y agosto las autoridades francesas han identificado casi 1.100 brotes de los que solo 15 casos (1%) se había infectado en el transporte público.

Recientemente se ha conocido el caso de un brote en un autobús en la provincia china de Hubei en el que 23 pasajeros (un tercio de los ocupantes) se contagió. Cabe señalar sobre este caso, tal y como recogen en El País, que los pasajeros no llevaban mascarillas y el vehículo carecía de un buen sistema de ventilación.

Entre los meses de mayo y agosto las autoridades francesas han identificado casi 1.100 brotes de los que solo 15 casos (1%) se había infectado en el transporte público

En el caso de España se ha extendido un temor generalizado al uso del transporte público. Miedo totalmente comprensible si tenemos en cuenta que, en el inicio de la pandemia, cuando apenas conocíamos el virus, los autobuses, cercanías y metro se erigieron como focos de contagio al no estar establecidas las medidas conocidas por todos que a día de hoy sí se han puesto en funcionamiento.

El pasado mes de junio un grupo de investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas (CSIC) analizó muestras tomadas en las escaleras, sistema de aire acondicionado, manillas, máquinas expendedoras y torniquetes del metro de Valencia y en ningún caso encontró presencia del virus.

En base a lo expuesto debemos comprender cómo se propaga el coronavirus. Esto se produce cuando una persona infectada, al toser, hablar o estornudar, exhala pequeñas gotas al aire que contienen el virus. Estas pueden penetrar en nuestro organismo a través de los ojos, nariz o boca ya sea de forma directa o después de haber tocado un objeto o superficie contaminado. Debido a esto resulta más probable infectarse en espacios cerrados que en abiertos como consecuencia de la ventilación.

“Hay algunos autobuses que ya ventilan el 50% del aire y toman otro 50% del aire exterior, y la mayoría de los trenes de Metro también tienen un 30% de aire exterior"

Xavier Querol, investigador del CSIC, recreó el espacio del interior de un vagón de tren para comprobar las posibilidades de infección. “Si el sistema de ventilación tomaba continuamente el 25% del aire del exterior, el riesgo de infección por aerosoles era 10 veces menor. Con respecto a las microgotas, si todo el mundo usa una máscara, el problema está resuelto”, afirma en declaraciones realizadas a El País.

“Hay algunos autobuses que ya ventilan el 50% del aire y toman otro 50% del aire exterior, y la mayoría de los trenes de Metro también tienen un 30% de aire exterior (…) Con las mascarillas, la ventilación optimizada, la desinfección que se hace en todas las superficies y el desinfectante de manos, creo que el Metro no es menos seguro que un café, donde la gente suele hablar sin sus mascarillas".

A pesar de todo lo expuesto el riesgo cero nunca existe. Motivo por el que los expertos consideran que todos debemos ser responsables en el uso de las mascarillas al utilizar el transporte público. Una solución propuesta por los expertos es la colocación de dispensadores de gel desinfectante en los trenes y autobuses y, por supuesto, aumentar el número de conductores que resulta inherentemente necesario al vital incremento de la frecuencia de los transportes públicos puesto que las aglomeraciones en los espacios cerrados dificultan el cumplimiento y eficacia de las medidas de seguridad y prevención.

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