Cuatro años, eso es lo que lleva Manoli Sacristán con un ardor en la boca y un dolor que la frustra, desespera y deprime. “Hay días que no puedo hablar porque siento que si muevo la lengua se me parte”, cuenta en este capítulo de Historias Poco Frecuentes. Los diferentes especialistas que la han visto le han dicho que no es una patología grave y que se cura, pero en este tiempo no han conseguido soluciones. “Tomo siete pastillas diferentes y no he notado mejoría”.
El nombre de su patología es el síndrome de boca ardiente, nomenclatura que define el principal síntoma. Los pacientes sienten ardor y dolor en la boca, que puede ser provocado por cambios hormonales, alergias, infecciones o medicamentos. Otras veces no hay una causa médica subyacente y se cree que puede estar causado por daño en los nervios que controlan el dolor y el gusto, según recoge el Instituto Nacional de Investigación Dental y Craneofacial de Estados Unidos.
“Se relaciona con un perfil psicológico caracterizado por cierta tendencia a la ansiedad o a la depresión”, añade el Dr. Moreno.
Este desconocimiento se refleja directamente en la categorización de esta patología. “Es especialmente compleja, tanto para el paciente como para el profesional. Cada cierto tiempo se cambia el tipo de enfermedad al que nos enfrentamos, si es psicológica, neurológica o del dolor. No es fácil ni encuadrarla ni definirla”, explica el Dr. Luis Moreno, secretario de la Sociedad Española de Medicina Oral (SEMO), a Consalud.es.
Según un estudio italiano publicado recientemente en la ‘International Journal of Environmental Research and Public Health’, la prevalencia mundial del síndrome de la boca ardiente es de 1,73%. Afecta principalmente a mujeres de edad media o mayores en el periodo de la menopausia o después. “También se relaciona con un perfil psicológico caracterizado por cierta tendencia a la ansiedad o a la depresión”, añade el Dr. Moreno.
INCERTIDUMBRE E INSEGURIDAD
Los pacientes pueden sentir sequedad en la boca (xerostomía), alteración en el sentido del gusto (disgeusia), gusto metálico, creación abundante de saliva, cambio en el color de la lengua o su morfología o sensación de hormigueo. Estas manifestaciones son similares al síndrome de Sjögren, pero cuando hacen una biopsia de la boca a los pacientes para saber si se trata de esa enfermedad autoinmune y sistémica, no encuentran ninguna alteración. La cantidad de saliva es normal y no hay lesiones en la mucosa.
“Esto genera mucha ansiedad en los pacientes. Pasan por distintos especialistas que no han encontrado nada en resonancias ni cultivos que expliquen su dolor y sus molestias”, indica el Dr. Moreno. Una vez que llegan al diagnóstico cuentan con diferentes tratamientos que les puede ayudar, siendo preciso un abordaje multidisciplinar entre neurólogos, psicólogos, psiquiatras y especialistas en el dolor oral. También existen fármacos que pueden reducir el dolor, la ansiedad, la depresión y el insomnio asociado a este síndrome. Pero no siempre es eficaz para todos los pacientes.
Manoli Sacristán se siente cada vez peor. A los días que no puede hablar se les suman la irritación y el nerviosismo que siente constantemente en la boca; problemas digestivos porque mal come, problemas óseos agravados en estos cuatro años y ha perdido mucha vista. Es pesimista, después de tantos años luchando no siente que nada pueda cambiar mientras su calidad de vida empeora. “Estoy aburrida, me da miedo salir, estoy en unas condiciones que no quiero hacer nada”.
Todos los capítulos están disponibles en las plataformas más relevantes: Apple Pódcast, Amazon Music, Spotify, Google Pódcast, Ivoox y Soundcloud.