Niños sanos que desarrollan diabetes y ceguera, el síndrome de Wolfram

El síndrome de Wolfram es una enfermedad progresiva y degenerativa que se empieza a manifestar en la infancia

Francisco, paciente del síndrome de Wolfram (Foto. cedida por él)
Francisco, paciente del síndrome de Wolfram (Foto. cedida por él)

Los padres desconocen que son portadores de una enfermedad. No tienen síntomas, ni afecciones, ni nada que indique una amenaza. Pero tanto padre como madre tienen un gen mutado que trasmiten a sus hijos, y estos desarrollan una enfermedad que les cambia la vida. Esta es la herencia autosómica recesiva, y es la principal causa del síndrome de Wolfram, una enfermedad poco frecuente, neurodegenerativa, compleja y progresiva. Sin tratamiento ni forma de recuperar el daño producido.

Bien lo sabe Francisco, vicepresidente de Alianza de Familias Afectadas por el Síndrome de Wolfram (Afasw). A los tres años empezó con una diabetes mellitus de tipo 1, a su hermano ya le habían diagnosticado el síndrome y a él de pequeño le habían hecho pruebas, por lo que sabían a lo que se enfrentaban.

El síndrome de Wolfram es una enfermedad con dos tipos de inicio que afecta a uno de cada 770.000 habitantes, unas 60 personas en España. Se caracteriza por causar diabetes mellitus tipo 1 en el 91% de los pacientes, y atrofia óptica bilateral en el 87%. “Mi caso fue progresivo, fue fallándome la vista poco a poco”, relata por teléfono Francisco. A los 14-15 años comenzó a atrofiarse el nervio de la vista, a los 23 años empezó a perder toda la vista.

“Yo solo tengo los problemas de la vista, del oído y diabetes, pero hay que casos de niños de 10 y 12 años que han perdido la vista y tienen bastantes patologías”

La mitad de estos pacientes también desarrollan diabetes insípida y presenta algún grado de sordera. Además, pueden sufrir anomalías del tracto urinario como infecciones o incontinencia; afectación neurológica como ataxia o epilepsia; y síntomas que amenazan la vida como la apnea central o la insuficiencia renal. “Yo solo tengo los problemas de la vista, del oído y diabetes, pero hay que casos de niños de 10 y 12 años que han perdido la vista y tienen bastantes patologías”, indica Francisco.

El síndrome de Wolfram es capaz de crear panoramas tan desoladores como el de que una misma familia pierda a los tres hijos con poco más de 40 años. Familias con antecedentes de sordera en segundo grado se encuentran con niños que a los tres años comienzan con diabetes mellitus que precisa de insulina para su control, al año siguiente presentan problemas de visión, en la adolescencia sufren atrofia gonadal, sordera bilateral y a ceguera completa. A los 30 años desarrollan insuficiencia renal, anosmia, ataxia, hipertensión, y a los 42 años fallecen.

Esta fue la historia del hermano mayor de tres hermanos. Los otros dos desarrollaron síntomas de diabetes a los seis y ocho años, después empezaron las complicaciones en una evolución que también les quitó la vida de forma prematura, a los 38 y 37 años. Estos casos clínicos fueron descritos en un estudio publicado en la revista clínica de Medicina de Familia hace una década. Desde entonces la situación ha mejorado en cuento a la atención y el tratamiento de los diversos síntomas, existen equipos médicos multidisciplinares que hacen seguimiento a los pacientes evitando desenlaces fatídicos como este que ocurrió hace unos años, evitando el fallecimiento antes de llegar a los 50 años por un por fallo respiratorio central con atrofia del troncoencéfalo, o por fallo renal. Pero estos pacientes no cuentan con cura, o con tratamientos que detengan o eviten la degeneración, o que permitan recuperar lo perdido.

PASOS HACIA UNA TERAPIA GÉNICA

Pero hay esperanzas. “Están investigando para frenar la enfermedad o mejorarla con terapia génica”, explica Francisco. Gracias a los esfuerzos de la Alianza centros como la Universidad Autónoma de Barcelona están estudiando el desarrollo de una terapia génica para este síndrome. Estos tratamientos están suponiendo la esperanza para muchos pacientes con enfermedades poco frecuentes de origen genético que no tenían hasta ahora ningún tratamiento para su enfermedad.

Este proyecto está liderado por Assumpció Bosch, catedrática del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular, investigadora del Instituto de Neurociencias (Inc) y del VHIR Vall d’Hebron Instituto de Investigación, y Miguel Chillón, investigador ICREA del INc y del VHIR y profesor asociado del mismo departamento. Un tratamiento que busca inducir una copia funcional del gen WFS1 -causante de la enfermedad en la mayoría de los afectados-, mediante un vector de terapia génica, de forma que se dirija a las células afectadas para detener o corregir la progresión de la enfermedad.

Un proyecto que necesita fondos (180.000 euros), y que tardará dos años en desarrollarse, pero que dará respuesta a estos pacientes. “Queremos frenar la enfermedad”, concluye el vicepresidente de la Alianza de Familias Afectadas por el Síndrome de Wolfram.

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